El padr¨®n electoral dej¨® bajo tierra a m¨¢s de 100.000 personas en M¨¦xico
Hay una prioridad insoslayable en este pa¨ªs: frenar la violencia sobre las tierras mexicanas y dejar que hablen los desaparecidos de una vez para siempre
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No es momento de agriar la fiesta democr¨¢tica que viven millones de mexicanos, pero hay realidades que llaman a la puerta desde el primer minuto en que cambia el gobierno, sin dilaciones. En M¨¦xico hay, por redondear una aproximaci¨®n, 113.000 personas que no pudieron ir a votar. Est¨¢n bajo tierra. En su mayor¨ªa j¨®venes, los desaparecidos son v¨ªctimas, victimarios o ambas cosas, personas engullidas por la violencia que arrasa el pa¨ªs y en la que quedan atrapados a veces desde ni?os. Quiz¨¢ nunca alcanzaron a votar. ?Lo habr¨ªan hecho de haber podido? ?En qui¨¦n confiar¨ªan? La mayor¨ªa de ellos salieron de sus casas en los ¨²ltimos 28 a?os y no volvieron. Desde sus enterramientos sin nombre recibir¨¢n el sol y la lluvia como pasan los gobiernos.
El pasado jueves, apagados ya los ecos del cierre de campa?a, una voz se alz¨® de nuevo como un mazo. Ceci Flores, la m¨¢s famosa de las madres buscadoras, localiz¨® huesos humanos en un cerro de Iztapalapa, una de las alcald¨ªas m¨¢s populosas de la capital mexicana. No hab¨ªa dudas esta vez, eran cr¨¢neos. La Fiscal¨ªa, con cierto desapego, anunci¨® una investigaci¨®n. Los muertos levantaban la mano, quer¨ªan participar de la contienda pol¨ªtica sin importarles si era o no jornada de reflexi¨®n. El m¨¢s sonado fracaso de esta Administraci¨®n ha sido la fallida lucha contra la violencia. M¨¢s de 30.000 muertos al a?o. Y en otra casilla est¨¢n los desaparecidos, la peor de las violencias, la que no deja lugar a las flores ni al duelo, la que se mete hasta la cocina como una obsesi¨®n sin l¨¢grimas. ?Sobre qu¨¦ f¨¦retro derramarlas? Familias enteras destruidas que abandonan las rutinas de la vida cotidiana: ya no hay comidas de domingo, ni fiestas de 15 a?os, ni Navidades, ni partidos de f¨²tbol con postre de carnitas. Solo el desasosiego corroyendo las entra?as. ?D¨®nde estar¨¢n? Hoy tendr¨ªan 18 a?os, 22, 35, y no han ido a las urnas.
Las papeletas electorales en M¨¦xico incluyen una casilla en blanco donde se puede votar por quien a uno le d¨¦ la gana, se haya presentado o no a los comicios. Tradicionalmente, nombres como el de Cantinflas o Mickey Mouse aparecen en esos recuadros, pero tambi¨¦n se usan con seriedad. Al salir del colegio electoral, Claudia Sheinbaum anunci¨® que para la presidencia, a la que ella se postulaba y que gan¨®, hab¨ªa votado por Ifigenia Mart¨ªnez, la pol¨ªtica nonagenaria que es todo un s¨ªmbolo para la izquierda mexicana. Sheinbaum, la primera mujer que recibir¨¢ la banda presidencial de M¨¦xico, dedicaba as¨ª su particular homenaje a Mart¨ªnez. Parecido hizo el presidente L¨®pez Obrador en pasados comicios, votando por el escritor Carlos Monsiv¨¢is, por ejemplo, o escribiendo un ?viva Zapata! en otra ocasi¨®n.
Leticia Hidalgo ha votado este domingo a Roy Rivera Hidalgo, su hijo, desaparecido un d¨ªa de 2011 en Monterrey. La polic¨ªa lo arranc¨® de su casa cuando ten¨ªa 18 a?os y nunca lo devolvi¨®. Muchas otras madres se han sumado a la propuesta de marcar en sus boletas electorales el nombre de aquellos a los que buscan con pico y pala. Desde las cunetas, los basureros, cerros y barrancos, desiertos, solares urbanos, m¨¢s de 100.000 personas han hablado en estas elecciones y su grito es el de todo M¨¦xico. El que le dice al candidato que resulte victorioso, sin mirar su color ni su ideolog¨ªa, que hay una prioridad insoslayable en este pa¨ªs: frenar la violencia sobre las tierras mexicanas y dejar que hablen de una vez para siempre a quienes vagan perdidos a dos metros bajo el suelo.
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