Neige Sinno, en el Hay Festival de Quer¨¦taro: ¡°Me sigue persiguiendo el inter¨¦s por lo que pasaba por la cabeza de mi agresor¡±
La escritora francesa, afincada en M¨¦xico, reflexiona sobre ¡®Triste tigre¡¯, una obra que se ha convertido en fen¨®meno literario y social
Neige Sinno (Vars, Francia, 47 a?os) es una mujer tranquila y sonriente, que escribe y habla sin miedo a la verdad, por eso se ha convertido en el tipo de persona a la que muchos se acercan para confiarle las historias que a nadie m¨¢s. Naci¨® en 1977 en los Altos Alpes franceses, estudi¨® un doctorado en Literatura en Marsella, se mud¨® primero a Estados Unidos y m¨¢s adelante a M¨¦xico, donde trabaj¨® como traductora y escribi¨® el libro de cuentos La Vie des rats (2007), el ensayo Lectores entre l¨ªneas: Roberto Bola?o, Ricardo Piglia y Sergio Pitol (Aldus, 2011, Premio Lya Kostakowsky), la novela Le Camion (2018) y el libro de memorias Triste tigre (Anagrama, 2024, Prix Femina 2023, Grand Prix des Lectrices Elle y Premio Strega), que se ha convertido en un fen¨®meno literario y social.
Triste Tigre es un libro que equilibra lo terrible con lo entra?able de una manera muy especial, que permite mirar uno de los problemas que la sociedad esconde, el abuso sexual infantil, confiando en que se tiene la capacidad y responsabilidad de hacerlo, aunque d¨¦ miedo.
Sinno revela en el libro un secreto que se parece al de muchos y, al hacerlo, revela tambi¨¦n un sistema de silencios: fue abusada sexualmente desde que ten¨ªa siete a?os por su padrastro. Su testimonio no solo se pregunta por la violencia, qui¨¦n la ejerce y por qu¨¦ la ejerce, sino que muestra la complejidad de c¨®mo se vive despu¨¦s. ?En qu¨¦ consiste ser sobreviviente? No se es sobreviviente, sino que se est¨¢ sobreviviendo, porque todos los d¨ªas se lidia con lo que la violencia dej¨® en nosotros.
Lo que sigue un extracto editado de la conversaci¨®n que la autora mantuvo con la escritora en la ¨²ltima edici¨®n del Hay Festival de Quer¨¦taro.
Pregunta. Comencemos hablando del elefante blanco. A un a?o de haber publicado Triste Tigre en Francia la recepci¨®n ha sido explosiva, casi siempre emp¨¢tica y pol¨ªtica, pero tambi¨¦n se ha visto desde el morbo. ?C¨®mo ha vivido esta exposici¨®n?
Respuesta. Estoy bien. Llevar un a?o hablando del libro y hacer contacto con personas que me comparten sus lecturas me llena de felicidad y esperanza. El prop¨®sito de este libro era crear un espacio de inteligencia compartida y a veces pienso que funcion¨®, que hay muchas personas que usan este texto para intentar romper su silencio. Sin ellos ser¨ªa dif¨ªcil seguir. Pero tambi¨¦n me enfrento a algo que conozco muy bien, que es, como t¨² dices, un elefante blanco, una capa de silencio que no es un silencio vac¨ªo, sino lleno de basura y que deja ver nuestros prejuicios. Todas las razones por las que uno no quiere hablar de este tema son muy pantanosas, porque cuando escuchamos una historia de abuso siempre pensamos que es algo que le toca al otro, a pesar de que sabemos claramente que esto sucede en todas las familias y en todas las clases sociales.
Entonces tengo altibajos en el proceso, momentos en los que siento que hay una conversaci¨®n social bell¨ªsima en la cual entra este libro y muchos otros, la belleza de tener la oportunidad de platicar sobre esos temas. Y tenemos que ser valientes y aprovecharla, porque es muy probable que dentro de unos a?os ya no est¨¦. As¨ª que tengo una mezcla de sentimientos encontrados, como en el libro, momentos de entusiasmo en los que siento que estoy desenmara?ando mi historia y que voy a llegar a alguna parte, y momentos de desesperanza, en los que entiendo que la monta?a es enorme y no la voy a poder mover yo sola.
P. Es una v¨ªa de escape f¨¢cil verte solo como un caso.
R. Es un mecanismo de defensa, porque si solo miramos la historia de esta pobre Neige a quien ha violado su padrastro durante a?os, podemos evitar ver lo propio y lo social, como prefieren hacer muchas personas y medios. Las cifras que yo encontr¨¦ en Francia es que al menos una persona de cada diez es v¨ªctima, pero preferimos concentrarnos en el relato horrible de lo que le pas¨® a Neige porque el que se atreve a hablar se vuelve el chivo expiatorio de una forma muy parecida a lo que sucede en la infancia cuando hablas y aparentemente desestabilizas el mundo de los dem¨¢s.
A veces me siento agredida y mi primer impulso es responder con rabia, enfadarme con la sociedad, que no entiende nada. Pero me parece m¨¢s interesante que nos preguntemos juntos qu¨¦ es el morbo, por qu¨¦ nos atrae una historia s¨®rdida que se parece a tantas otras.
P. De joven denunci¨® a su padrastro, quien fue sentenciado a varios a?os de c¨¢rcel. En el libro observa c¨®mo hasta ahora mantiene inter¨¦s en ¨¦l. Cuando recibe violencia siendo ni?a o ni?o te imponen adem¨¢s una relaci¨®n, de pronto adictiva, con tu agresor.
R. Mi agresor era una persona que encontraba argumentos, se justificaba. Algunos agresores no hablan mucho, pero casi todos tienen su justificaci¨®n: lo que hacen, seg¨²n ellos, nunca es una agresi¨®n, una violaci¨®n¡ es un juego, amor, algo que entre t¨² y ¨¦l. Siempre hay una mentira, pero durante la agresi¨®n no hay de otra que cre¨¦rsela, porque te obligan a eso, porque una agresi¨®n no es solo una violaci¨®n f¨ªsica, sino todo un sistema mental que invade a la v¨ªctima. Y toma a?os deshacerse del discurso del agresor, as¨ª como del discurso social que sostiene la agresi¨®n y hace que las v¨ªctimas no deban hablar, porque si hablan se derrumba todo, se derrumba la familia, se derrumba lo que mantiene la vida como es.
Por otro lado, yo quer¨ªa empezar el libro con mi agresor porque, aunque para m¨ª sea una opresi¨®n, me sigue persiguiendo el inter¨¦s por lo que pasaba por su cabeza, por qu¨¦ lo hizo. S¨¦ que a muchas v¨ªctimas les pasa lo mismo y quieren enfrentarlos, preguntarles por qu¨¦ lo hiciste, por qu¨¦ yo, por qu¨¦ no otro ni?o, otra ni?a. Y pongo estas circunstancias sobre la mesa para que dejemos de verlo como un hecho s¨®rdido que ojal¨¢ no existiera, para que no hagamos como que no existe.
Y ?por qu¨¦ creemos que es menos atractivo lo que pasa en la cabeza de la v¨ªctima? En realidad es mucho m¨¢s interesante, porque si interrogo a mi agresor va a ser como todos y dir¨¢ algo como ¡°por qu¨¦ me enamor¨¦ de ti¡±. Son muy est¨²pidos. Incluso los inteligentes no quieren entender, solo quieren justificarse y quedarse en ese lugar de poder.
Una de las particularidades de mi caso fue que yo lo denunci¨¦ pocos a?os despu¨¦s de los hechos y siempre lo habl¨¦ con con mis amigas. Cada vez que entra una persona importante a mi vida s¨¦ que, en alg¨²n momento, voy a tener que contarle porque, si no, la relaci¨®n no ser¨ªa honesta. Y siempre que cuento mi historia me cuentan otra parecida. Siempre. Esto ha construido en m¨ª una conciencia de la dimensi¨®n del problema. He escuchado tantas historias, que, al menos, se ha creado la oportunidad de construir un pensamiento colectivo y una red solidaria, que ha sido una de las ¨²nicas respuestas para luchar contra lo que me han hecho y contra la fascinaci¨®n que mencionaba.
P. ?C¨®mo se enfrent¨® al dilema de narrar la violencia? Hay quienes piensan que narrar los hechos es revictimizar, pero usted habla de que matizarlos tambi¨¦n lo es.
R. Intent¨¦ proponer un contrato de lectura. El libro empieza de una forma muy brutal y abrupta, pero con la promesa de responder a por qu¨¦ lo hago. No quiero que este libro se lea con el miedo a que de repente surja la escena de una violaci¨®n. As¨ª que lo trato al principio. S¨ª, va a haber momentos duros, pero mi compromiso, lo que yo prometo al lector es que no voy a abusar, no voy a manipular, no voy a usar el dolor que s¨¦ que esto provoca. No voy a abusar de ti, lector; vamos a analizar la violencia juntos.
Es algo extra?o. Nunca antes pens¨¦ tanto en un lector al escribir, pero con este libro tuve que hacerlo, por la conciencia que tengo de lo dif¨ªcil que es recibir mis palabras. Y quer¨ªa tambi¨¦n ser consciente del valor de escuchar del lector.
P. ?Qu¨¦ le ha ense?ado escribir este libro?
R. Las estad¨ªsticas nos ayudan a romper los prejuicios que tenemos. Por ejemplo, no es cierto que s¨®lo ocurra en ciertas clases sociales, o que solo les ocurra a las ni?as. Una de cada tres son ni?os. Lo que no es tan misterioso es que el 98 por ciento de los agresores sean hombres. Nuestras sociedades patriarcales colocan a los hombres en una posici¨®n en la cual si quieren abusar pueden abusar, mientras los ni?os y ni?as est¨¢n sistem¨¢ticamente en una posici¨®n de vulnerabilidad.
Busqu¨¦ algunas hip¨®tesis de por qu¨¦ sucede y la respuesta es que los hombres est¨¢n en una posici¨®n en la cual les es autorizado abusar. No es por nacer con un pene, es porque nuestras sociedades patriarcales colocan a los hombres en una posici¨®n en la cual si quieren dominar pueden dominar, si quieren abusar pueden hacerlo, y los ni?os siempre, siempre, siempre est¨¢n indefensos.
P. Hay una hip¨®tesis que dice que la base del patriarcado es el abuso infantil, un silencio inici¨¢tico, un disciplinamiento.
R. S¨ª, es la hip¨®tesis de Doroth¨¦e Dussy, una antrop¨®loga que cito brevemente en el libro, una de las pocas antrop¨®logas que ha estudiado el abuso sexual infantil y el incesto. Hay una idea muy conocida de L¨¦vi-Strauss, de que la prohibici¨®n del incesto es la base de todas las sociedades humanas, y ella responde que el incesto ocurre en todas las sociedades y que la prohibici¨®n no es cometerlo, es hablarlo. Seg¨²n su an¨¢lisis, todos tenemos un lugar en la sociedad en relaci¨®n al abuso: el de v¨ªctima, el de abusador, pero tambi¨¦n el testigo, el c¨®mplice, el que no entiende nada pero siente que algo est¨¢ mal, los hermanos, compa?eros¡ Ella tambi¨¦n tiene una imagen muy fuerte: en una familia, una persona abre una puerta y encuentra a un adulto abusando de un ni?o, lo ve, cierra la puerta y sigue la vida como si no hubiera visto nada. Una imagen muy fuerte y muy sencilla. Siempre tenemos una excusa para no verlo y quedarnos en nuestro lugar.
Busco las posibilidades para salir de esta paradoja en la que quisi¨¦ramos que no existiera el abuso pero no hacemos nada. No sabemos qu¨¦ hacer con la responsabilidad que nos toca como adultos, y me incluyo en esto. Hace poco, la hija de una amiga fue abusada por su profe de equitaci¨®n y yo tampoco supe qu¨¦ hacer. Quisiera ser un adulto protector y abrir esa puerta y por fin poner palabras, por lo menos decir ¡°Ok, lo vi¡±, como un primer paso.
P. A?os despu¨¦s se convirti¨® en madre y en la crianza se revive de otra manera el abuso infantil. El cuerpo de su hija o hijo es un recordatorio y, adem¨¢s, empiezas a ver posibles agresores por todos lados; te preguntas qu¨¦ pasa cuando cierran la puerta a los vecinos de enfrente. Es un pensamiento incesante, pero sabes que no puedes protegerlos todo el tiempo.
R. Hay un momento muy paranoico en el libro, en el que yo quer¨ªa no solo observar, sino ser testigo de m¨ª misma y atreverme a decir todo. Mi hija tiene ahora 12 a?os y ha sido muy dif¨ªcil para m¨ª controlarme, dejarla vivir, dejarla ir a dormir con una amiga, dejarla relacionarse con hombres sin pensar todo el tiempo si ser¨¢n abusadores. Hay una escena que algunas personas encuentran muy dura, en la que cuento que estoy sola con mi hija en su cuarto, la estoy durmiendo como cualquier mam¨¢, y pienso que si yo quisiera podr¨ªa meter la mano en su calz¨®n para ver qu¨¦ pasa, a ver si me gusta. Es algo horrible y a la vez es muy normal. El solo hecho de reconocer esta idea es importante, porque no saben cu¨¢ntas personas me han agradecido que lo hiciera, no saben a cu¨¢ntas personas les pasa lo mismo y ni siquiera pueden reconocer la existencia de esa idea. Una idea no nos hace culpables de nada. Al rev¨¦s, tengo esta idea no por ser culpable de algo, sino porque he sido v¨ªctima.
Yo creo que poder observarlo, poder acceder a ese espacio en el que percibo la vulnerabilidad absoluta de mi hija y la responsabilidad que tengo de tomar la decisi¨®n de no hacer nada me hace m¨¢s fuerte. No me hace m¨¢s d¨¦bil reconocer que tengo ideas que me ayudan a poner el l¨ªmite adentro de m¨ª, cada d¨ªa. Porque cada d¨ªa se puede tomar la decisi¨®n de ser un buen adulto, de intentar proteger, de hacer lo mejor para que no me pase lo que le ha pasado a mi agresor, volverse un abusador.
Por otro lado, las asociaciones civiles dicen que la ¨²nica forma de que un ni?o pueda pedir ayuda es creando un contexto para escucharlo. Una de las cosas que ocurren cuando te violan de ni?o es que no sabes qu¨¦ es una violaci¨®n o un abuso, ni siquiera conoces esas palabras, nadie te lo ha explicado, porque es silencio tambi¨¦n para los grandes. Y el d¨ªa que sucede es algo que no existe. As¨ª fue para m¨ª. Percib¨ªa que era algo malo y grave, pero no sab¨ªa ponerlo en palabras. Entonces, me propuse crear las condiciones para poder platicar con mi hija, contarle y decirle que si alg¨²n d¨ªa le sucede esto puede confiar en m¨ª, voy a escucharla. Ten¨ªa mucho miedo de la conversaci¨®n, pero sucedi¨® de forma mucho m¨¢s natural de lo que esperaba. No hablarlo no es protegerla. Hacer como si a mi hija no le pudiera a suceder es desprotegerla.
No es una conversaci¨®n de una sola vez, hay que retomarla de vez en cuando. ?Qu¨¦ m¨¢s podemos hacer? Si alguien me propone otra cosa, lo voy a hacer, ?no? Pero, por el momento, lo ¨²nico que tengo, la palabra.