La pobreza de Tulum que el auge del turismo no puede ocultar
El municipio registr¨® el alza en pobreza m¨¢s alto del pa¨ªs, de acuerdo con los datos m¨¢s recientes. Miles viven en asentamientos ilegales inmersos entre hoteles y condominios de lujo
Una delgada calle de tierra arenosa divide un desarrollo inmobiliario de lujo y la colonia 2 de octubre en Tulum. En un lado, unos obreros construyen departamentos con modernos acabados de cristal, paredes color beige y albercas turquesa. En el otro, al terminar la jornada, los mismos obreros habitan chozas o palapas sin paredes, con piso de tierra, sin drenaje ni tuber¨ªas de agua. La escena se ha vuelto ubicua por todo el municipio, en donde turistas con un alto poder adquisitivo pasean en motocicletas Vespa a un lado de asentamientos ilegales en donde miles de personas viven en pobreza.
Tulum, la nueva joya de la Riviera Maya, es el municipio en donde la pobreza m¨¢s aument¨® en los ¨²ltimos a?os en el pa¨ªs, de acuerdo a los datos m¨¢s recientes del Consejo Nacional de Evaluaci¨®n de la Pol¨ªtica de Desarrollo Social (Coneval). La tasa pas¨® de 32% en 2015 a 62% en 2020. Esto tiene que ver con la alta migraci¨®n de estados m¨¢s pobres. A partir del desarrollo tur¨ªstico en el municipio, personas que viven en pobreza y con alta inseguridad en Veracruz, Tabasco y Chiapas, entre otros, llegaron a Tulum en busca de trabajo. El Estado de Quintana Roo tiene una tasa de crecimiento poblacional de 3,5% ¡ª la m¨¢s alta de la Rep¨²blica mexicana¡ª, seg¨²n el Instituto Nacional de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica (Inegi).
La colonia 2 de octubre, no reconocida como tal por las autoridades, lleva por nombre la fecha en 2016 en que sus pobladores tomaron por la fuerza los terrenos en el centro de la ciudad, cuenta Jessica, habitante del asentamiento cuyo apellido se reserva por temor a represalias. Originaria del centro de la Rep¨²blica, la madre de tres lleg¨® a Tulum huyendo del crimen organizado en Playa del Carmen.
¡°Nosotros ten¨ªamos una tienda all¨¢, pero se puso muy fuerte el cobro de piso¡±, dice Jessica, de 33 a?os, ¡°lleg¨® un d¨ªa en que, al extorsionarnos, el cartel nos exigi¨® que nos fu¨¦ramos. En ese momento se estaba organizando una junta de gente para poder entrar aqu¨ª, a este terreno, y nos vinimos para ac¨¢¡±. Jessica y su esposo viven en el asentamiento, en donde pusieron una tienda de abarrotes donde compran sus vecinos, la mayor¨ªa son trabajadores de hoteles, restaurantes, condominios y de construcci¨®n. A pesar de la inversi¨®n que representan estos negocios, los trabajos son informales.
Asentamientos ilegales
Para tener acceso a la electricidad, los pobladores colgaron ¡°diablitos¡±, aparatos que hacen con materiales rudimentarios que conectan a la caja de fusibles de colonias cercanas en donde s¨ª hay cobertura el¨¦ctrica. El agua la sacan con bombas de un pozo que cavaron y para ba?arse acuden a un cenote cercano, en donde tambi¨¦n conviven las familias. Esta fue la primera colonia de su tipo y le siguieron, por lo menos, otras dos que, originalmente, estaban a kil¨®metros de distancia de la zona hotelera. Hoy, las colonias han quedado inmersas en el desarrollo inmobiliario.
¡°Cuando nosotros llegamos aqu¨ª en esta parte no hab¨ªa nadie, era m¨¢s como un pueblo fantasma¡±, cuenta Jessica, mientras le cobra un kilo de tortillas a una vecina. ¡°Hab¨ªa una que otra palapa y poco a poco la gente fue abarcando los lotes y construyendo m¨¢s palapas y cuando hay techos llega gente que quiere trabajar. En una palapa viven 15 adentro. Y van a seguir llegando¡±, asegura.
El crecimiento en Tulum ha sido tan explosivo que ni la pandemia lo fren¨®. De 2019 a lo que va de este a?o, los empleos registrados ante la seguridad social aumentaron en 74%, seg¨²n datos recopilados por el Gobierno de Quintana Roo. El crecimiento de la ciudad costera ha sido veloz y, ante la ausencia de un plan de desarrollo urbano, ca¨®tico. Mientras se construyen departamentos y condominios de lujo, no hay suficientes residencias para los trabajadores. Son pocas las ofertas de asistencia social y un ingreso b¨¢sico de entre 5.000 y 5.600 pesos al mes, sin prestaciones de ley por ser informal, no es suficiente para pagar una casa subsidiada.
Parte del atractivo de las grandes empresas, tanto extranjeras como nacionales, que construyen hoteles y casas vacacionales en esta parte del pa¨ªs es lo barata que es la mano de obra, apunta Salvador Ramos, fundador del Colegio de Economistas de Quintana Roo y profesor de la Universidad Aut¨®noma del Estado (UQRoo). ¡°?Qui¨¦nes son los grandes ganadores? Los ganadores son los due?os¡±, dice al tel¨¦fono el especialista. ¡°Hace alg¨²n tiempo se hizo un estudio que concluy¨® que por cada d¨®lar generado, los inversionistas se llevan 0,80 y solo 0,20 queda en la poblaci¨®n¡±, asegura. ¡°La vida es muy cara, la vivienda es muy cara y los trabajos son muy mal pagados. Por eso tenemos este problema¡±, a?ade Ramos.
De acuerdo con medios locales, la municipalidad inform¨® en septiembre que entre 5.000 y 6.000 personas viven en este tipo de asentamientos en Tulum, lo que representa poco menos del 10% de la poblaci¨®n. Sin embargo, autoridades municipales negaron a EL PA?S que se lleve una contabilidad. Es dif¨ªcil, adem¨¢s, saber con precisi¨®n cu¨¢ntas personas viven en las colonias irregulares, ya que, de acuerdo con los vecinos, cada d¨ªa llegan m¨¢s.
Migraci¨®n interna
Mar¨ªa L¨®pez, de 29 a?os, lleg¨® de Chiapas a Tulum hace tres semanas, en donde su esposo, Pedro, ya trabajaba. Tienen cuatro hijos de entre 5 y 10 a?os. Ellos, como su madre, hablan poco espa?ol, ya que su lengua materna es el tseltal. Despu¨¦s de estar separados durante a?os, decidieron rentar una casa de un solo cuarto en una de las ¡°invasiones¡±, como se les conoce a los asentamientos ilegales. Las paredes son de blocks de cemento, el techo de l¨¢mina y el piso de tierra. El zumbido del ventilador se mezcla con el di¨¢logo de la telenovela que se trasmite en televisi¨®n, postrada junto a un refrigerador y frente a la ¨²nica cama que comparte la familia. Para vivir ah¨ª, pagan m¨¢s de 1.000 pesos al mes a quien se hizo de ese terreno de manera ilegal en 2016.
¡°Aqu¨ª me gusta¡±, dice Mar¨ªa, mientras juega con su hijo menor, Eric, sobre la cama, ¡°en Chiapas no hay nada, no hay trabajo, no hay dinero¡±. Ella sabe escribir porque su hermano le ense?¨®, pero no tiene habilidades matem¨¢ticas porque nunca fue a la escuela. Esto limita sus oportunidades de trabajo en una ciudad en que los servicios a turistas representan gran parte del mercado laboral. Pero Mar¨ªa se mud¨® a Tulum para trabajar ella tambi¨¦n, asegura, porque todo subi¨® de precio y ahora, con un solo ingreso, no les alcanza. La inflaci¨®n en M¨¦xico se acerca al 8%, niveles no vistos en 20 a?os. Sus hijos no van a la escuela y est¨¢n a la espera de que llegue de Chiapas una prima de Mar¨ªa, quien los cuidar¨¢ mientras su madre trabaja.
Los ni?os juegan afuera bajo la sombra de un techo agujerado, con una pelota desinflada y entre la basura. Por toda la colonia, botellas y bolsas de pl¨¢stico se acumulan en montones frente a las chozas y en las esquinas. Un vendedor de paletas heladas pasa en su motocicleta anunciando sus productos, en temperaturas por encima de los 30 grados cent¨ªgrados. A unas cuadras, dos anuncios adornan la carretera principal: uno de terrenos en venta cerca del mar y el otro, en ingl¨¦s, ofrece temazcales y rituales de sanaci¨®n espiritual.
En el desarrollo inmobiliario frente a la colonia 2 de octubre quedan solo un par de departamentos disponibles. Casi todos, aunque todav¨ªa por terminar de construirse, ya est¨¢n vendidos, informa la encargada. El desarrollo ofrece gimnasio, spa y clases de yoga y recibe tanto a extranjeros como a turistas nacionales. Los precios rondan los 300.000 d¨®lares por unidad y los due?os los pueden subarrendar u ofrecer por Airbnb. Al preguntar sobre el asentamiento ilegal que se encuentra tan solo al cruzar la calle, la empleada responde: ¡°Nosotros no tenemos un plan para construir en esos terrenos y no estamos seguros [de qu¨¦ pasar¨¢]. Seg¨²n el Gobierno s¨ª los van a mover,¡± asegura, ¡°pero ya estamos acostumbrados y la gente es muy tranquila, no tenemos ning¨²n problema con ellos¡±.
Carlos Salas, director de Desarrollo Urbano del municipio, dijo en entrevista telef¨®nica que no hay un plan para regularizar o mover a los pobladores de los asentamientos ilegales, ya que existe una demanda por parte de los due?os particulares de los terrenos que est¨¢ pendiente por resolverse. ¡°Hay un problema ah¨ª entre particulares, los invasores y los due?os de las tierras. Hay juicios y sentencias. Nosotros no podemos ingresar ni tomar ninguna decisi¨®n hasta que ese pleito concluya¡±, dice Salas. Tampoco existe un plan para ofrecer vivienda a los miles de trabajadores que llegan al municipio de otros lados, admite. El alcalde no respondi¨® a peticiones de entrevista.
Mientras tanto, Jessica vive con el temor de un desalojo o de perder el acceso a la electricidad que le permite tener un negocio y un ingreso. ¡°Nos hacen el feo¡±, dice la vendedora, levantando la mirada, ¡°nos ven para abajo, nos acusan de rateros, pero no lo somos. Nosotros vinimos a ganarnos la vida¡±.
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