El largo camino de las mexicanas para conquistar sus derechos pol¨ªticos
La elecci¨®n de la primera presidenta en M¨¦xico representa un logro importante en la representaci¨®n de las mujeres, pero analistas alertan de que ¡°falta mucho para lograr la igualdad¡±
Claudia Sheinbaum asisti¨® el domingo a su centro de votaci¨®n y marc¨® su boleta con el nombre de Ifigenia Mart¨ªnez, la primera mexicana en egresar de la Universidad de Harvard con maestr¨ªa y doctorado y una de las primeras mujeres en alcanzar cargos de responsabilidad en la administraci¨®n p¨²blica mexicana. Mart¨ªnez, una de las mujeres m¨¢s influyentes de M¨¦xico, es tambi¨¦n fundadora del Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD) y senadora del Congreso de la Uni¨®n. El voto de Sheinbaum es un gui?o a las mujeres que han forjado la senda por conquistar sus derechos pol¨ªticos y espacios p¨²blicos. Un tortuoso camino lleno de violencia y sangre, en el que a pesar de los logros conseguidos hasta ahora quedan a¨²n pendientes temas relacionados con la equidad, la independencia econ¨®mica de las mujeres, la violencia machista y los feminicidios o la desigualdad que hunde en la miseria a muchas de ellas, incluyendo a mujeres ind¨ªgenas sometidas a los usos y costumbres de sus pueblos originarios. La gran inc¨®gnita que se abre para las mexicanas a partir de este domingo es si el hecho de que Sheinbaum tome las riendas de la Presidencia se traducir¨¢ en m¨¢s derechos pol¨ªticos y protecci¨®n para ellas, en un pa¨ªs donde son asesinadas 11 mujeres al d¨ªa.
El de Mart¨ªnez es un nombre que pesa en esa historia de lucha por los derechos de las mujeres. Ha sido una mujer comprometida con los movimientos sociales, lo que qued¨® comprobado la noche del 17 de septiembre de 1968, cuando el Ej¨¦rcito mexicano irrumpi¨® en Ciudad Universitaria y Mart¨ªnez, entonces directora de la Escuela de Econom¨ªa de la UNAM, no dud¨® en defender la autonom¨ªa de la mayor casa de estudios de Am¨¦rica Latina. Mart¨ªnez fue detenida y trasladada en una ¡®julia¡¯ ¡ªcomo se llamaba entonces a las patrullas de la polic¨ªa. La acad¨¦mica fue encerrada en una celda de la polic¨ªa de la Ciudad de M¨¦xico, localizada entonces cerca de la Plaza Tlaxcoaque, y que era tristemente c¨¦lebre como centro de tortura. ¡°Me mand¨® a llamar el general que en aquel entonces era jefe de la polic¨ªa [Cueto Ram¨ªrez] y llegando le dije: ¡®?Qu¨¦ verg¨¹enza, general, que ustedes hayan tenido que llegar a esto, la ocupaci¨®n de la Ciudad Universitaria!¡¯ Y ¨¦l me contest¨®: ¡®Nosotros no fuimos. ?A usted le consta? Fue el Ej¨¦rcito. ?Usted qu¨¦ hac¨ªa ah¨ª, d¨ªgame?¡¯ Pues es mi escuela¡±, cont¨® Ifigenia Mart¨ªnez en una entrevista concedida en 2017 al periodista Joaqu¨ªn L¨®pez-D¨®riga.
El relato es una muestra de la valent¨ªa de una mujer que ha abierto brechas para que ellas ocupen espacios de poder en M¨¦xico, un pa¨ªs profundamente machista. Aunque este domingo se escogi¨® la primera presidenta del pa¨ªs, ha habido otras mujeres que se atrevieron a intentar romper el llamado metaf¨®ricamente techo de cristal. La primera de ellas fue la defensora de los derechos humanos Rosario Ibarra de Piedra, quien en 1982 present¨® su candidatura presidencial por el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Cecilia Soto fue la segunda mujer en postularse, en 1994, el a?o fat¨ªdico de la pol¨ªtica mexicana. En ese mismo a?o tambi¨¦n se postul¨® Marcela Lombardo Otero. A ellas se unieron Patricia Mercado, Josefina V¨¢zquez Mota y Margarita Zavala, quien declin¨® su candidatura antes de las elecciones de 2018. Sheinbaum y X¨®chilt G¨¢lvez completan la lista.
El primer gran logro pol¨ªtico: el derecho al voto
El primer gran logro pol¨ªtico de las mujeres ocurri¨®, aunque tard¨ªo, en octubre de 1953, cuando bajo el mandato del presidente Adolfo Ruiz Cortines fue publicada en el Diario Oficial de la Federaci¨®n la reforma constitucional que reconoc¨ªa el derecho de ellas a votar y ser electas en cargos p¨²blicos. Ese derecho, sin embargo, no estuvo exento de pol¨¦mica y violencia. ¡°En las elecciones nacionales del 3 de julio de 1955, las mujeres acudieron por primera vez a las urnas a emitir su voto; no obstante, aunque en el marco jur¨ªdico a las mujeres se les hab¨ªan reconocido sus derechos pol¨ªticos, muchas de ellas padec¨ªan un severo grado de represi¨®n familiar que les imped¨ªa acudir a votar y menos participar en el espacio p¨²blico de poder¡±, recoge la Historia de los derechos pol¨ªtico-electorales de las mujeres en M¨¦xico, publicado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federaci¨®n (TEPJF).
La lucha de las mujeres por el voto hab¨ªa comenzado un siglo atr¨¢s. Ese logro est¨¢ ligado a una intelectual francesa, Laureana Wright, quien reivindic¨® por primera vez el sufragio femenino a finales del siglo XIX en el que es considerado el primer peri¨®dico feminista mexicano: Las Violetas del An¨¢huac. Era una publicaci¨®n redactada por un grupo de mujeres burguesas que supuso una revoluci¨®n en un pa¨ªs donde no estaba bien visto que ellas vertieran opiniones sobre temas de la vida p¨²blica mexicana, como la desigualdad salarial entre maestros y maestras, el riesgo de caminar por las calles en la noche y, por supuesto, el voto. ¡°El inicio del feminismo en M¨¦xico se puede datar con la aparici¨®n de este tipo de revistas hechas por mujeres para mujeres, aunque son mujeres de las ¨¦lites, que tienen acceso a educaci¨®n y a ciertos recursos econ¨®micos, lo que les permite desarrollar estas actividades¡±, explica Jessica M¨¦ndez, doctora y maestra en Historia Moderna y Contempor¨¢nea por el Instituto de Investigaciones Jos¨¦ Mar¨ªa Luis Mora y licenciada en Sociolog¨ªa por la Universidad Aut¨®noma Metropolitana (UAM).
El inicio del movimiento sufragista
M¨¦ndez explica que el movimiento feminista logr¨® mayor peso en el contexto de la Revoluci¨®n mexicana, con la proliferaci¨®n de los llamados clubes que se opon¨ªan a la reelecci¨®n en la campa?a presidencial de Francisco Madero. ¡°Eran clubes exclusivamente de mujeres que apoyaban las actividades de Madero y en sus encuentros una de las demandas que ten¨ªan era que se les reconociera el voto. Participaban activamente como cualquier otro ciudadano, pero sin tener el reconocimiento de sus derechos pol¨ªticos y civiles¡±, narra la acad¨¦mica. Ese es, agrega, el comienza del movimiento sufragista en M¨¦xico, que se va a desarrollar en la d¨¦cada de los veinte del pasado siglo a partir de varios grupos de mujeres, algunos que se asum¨ªan como feministas, como el Consejo Feminista Mexicano, y otros que se declaraban ¨²nicamente como femeninos, como la Cooperativa de Mujeres por la Raza. ¡°Tienen diferencias en cuanto a su posicionamiento pol¨ªtico, pero coinciden en que el derecho al voto es una demanda central, porque identifican que esa participaci¨®n pol¨ªtica les va a permitir impulsar otras series de derechos, porque el voto les da car¨¢cter de ciudadanas¡±, afirma M¨¦ndez.
El nombre de Hermila Galindo est¨¢ ligado a esa lucha de las mexicanas. Su historia personal tambi¨¦n es una muestra de la violencia y los prejuicios que enfrentaban (y enfrentan) ellas en su reclamo de participaci¨®n pol¨ªtica y su derecho a votar y ser votadas. Galindo dirig¨ªa la revista La Mujer Moderna, desde la que trataba de incidir a favor de los derechos de las mujeres, principalmente en el acceso a la educaci¨®n. El TEPJF recuerda sus postulados: ¡°En todo el mundo la educaci¨®n de la mujer se ha descuidado. En el norte se le ve encorvada sobre el surco, labrando el suelo con ansias y afanes de bestia; en el mediod¨ªa, celada, reclusa, esclava de los prejuicios sociales, objeto para su due?o de lujo y sensualidad; en el taller se le oprime y seduce; en la f¨¢brica se le explota y apenas se le paga; se aprovecha su miseria para deshonrarla y se le menosprecia despu¨¦s; enga?arla es para el hombre un triunfo del que se ufana; m¨¢s prudente, m¨¢s sumisa soporta en las clases m¨¢s inferiores de la sociedad, toda la pesadumbre de la vida al padre ocioso, al esposo ebrio y al hijo desnaturalizado¡±.
Galindo se enfrent¨® al poder pol¨ªtico patriarcal en 1917, cuando solicit¨® el voto femenino en el Congreso Constituyente de Quer¨¦taro, pero que le fue negado. Como respuesta decidi¨® postularse a una diputaci¨®n federal, lo que le gener¨® el menosprecio p¨²blico, ¡°fue vituperada por peri¨®dicos y otros pol¨ªticos que inclu¨ªan a sus compa?eros constitucionalistas¡±, seg¨²n el documento del TEPJF. Pol¨ªticos que se opon¨ªan a su participaci¨®n alegando que ¡°a Hermila la seguir¨ªa una romer¨ªa de viejas¡±. A pesar de ese desprecio, Galindo particip¨® en las elecciones de marzo de 1917, aunque no result¨® ganadora. Admiti¨® su derrota, pero tambi¨¦n ¡°denunci¨® irregularidades y las agresiones [hoy violencia pol¨ªtica] que sufri¨® antes, durante y despu¨¦s de la jornada¡±, narra el TEPJF.
Muchas mexicanas no se dejaron doblegar por esos reveses y por la violencia ejercido por sus pares. En enero de 1916 se organiz¨® el Primer Congreso Feminista en Yucat¨¢n, uno de los Estados m¨¢s conservadores de M¨¦xico, y un a?o despu¨¦s se aprob¨® la Ley de Relaciones Familiares, que establec¨ªa que hombres y mujeres ten¨ªan iguales derechos en el seno del hogar, aunque no otorgaba expl¨ªcitamente derechos pol¨ªticos a las mujeres. Fue casi una d¨¦cada m¨¢s tarde, en 1925, que las autoridades de Chiapas, en el sureste del pa¨ªs, concedieron a las mujeres mayores de 18 a?os los mismos derechos pol¨ªticos que sus pares masculinos. La sufragista Elvia Carrillo se postul¨® a un cargo p¨²blico y fue electa, pero el Colegio Electoral estatal no reconoci¨® su triunfo. En 1936, en Veracruz, Mar¨ªa Tinoco y Enriqueta de Pulgar¨ªn inscribieron sus candidaturas a diputadas locales aprovechando un vac¨ªo legal, y un a?o despu¨¦s el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas envi¨® a la C¨¢mara de Senadores la reforma al art¨ªculo 34 de la Constituci¨®n para conced¨ªa la ciudadan¨ªa a las mujeres.
Fue, sin embargo, hasta 1946 cuando la C¨¢mara de Diputados aprob¨® la iniciativa que establec¨ªa la participaci¨®n de las mujeres en igualdad de condiciones en las elecciones municipales, pero fue en 1953 que las mujeres obtuvieron el derecho a votar, aunque siempre bajo la violencia y restricciones masculinas. ¡°En M¨¦xico reconocemos un sistema democr¨¢tico hasta 1997, cuando inici¨® el proceso de transici¨®n de lo que se llam¨® el autoritarismo mexicano, que era un sistema presidencial en el que no hab¨ªa dictadura, pero tampoco hab¨ªa competencia electoral, a un modelo de competencia electoral. M¨¢s bien hemos avanzado gracias a la democratizaci¨®n del sistema pol¨ªtico mexicano¡±, advierte Adriana B¨¢ez, acad¨¦mica de la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales de la UNAM.
La lucha de las mujeres por sus derechos pol¨ªticos se intensific¨® en la nueva era democr¨¢tica y gracias a la presi¨®n de organizaciones de la sociedad civil se logr¨® la aprobaci¨®n en 2014 de la Ley de Paridad, que establece la cuota del 50% de las candidaturas para mujeres, y en 2019 se vot¨® una reforma constitucional que asegura la paridad de g¨¦nero en los cargos federales, tanto a nivel estatal como municipal, as¨ª como en los poderes Legislativo y Judicial. ¡°Legalmente es un gran avance para los derechos de las mujeres, pero siempre cuando estas leyes se trasladen a la cotidianidad, a los contextos sociales espec¨ªficos, pues vamos a encontrar otra serie de obst¨¢culos que ya no responden directamente a la normativa legal¡±, explica M¨¦ndez.
Violencia pol¨ªtica de g¨¦nero
La acad¨¦mica hace referencia a la violencia pol¨ªtica que sufren las mexicanas que quieren acceder a puestos p¨²blicos o de elecci¨®n popular. Pone como ejemplo el caso de las llamadas Juanitas, mujeres que fueron postuladas por los partidos pol¨ªticos con el fin de cumplir con las cuotas de g¨¦nero, pero obligadas a renunciar a sus puestos una vez ganada la elecci¨®n. Un hombre ocupar¨ªa su cargo, por supuesto. ¡°Vemos que, a¨²n cuando la ley existe, hay ciertos huecos, vac¨ªos legales, que dejan desprotegidos esos derechos de las mujeres¡±, afirma M¨¦ndez.
Las diferencias se notan con m¨¢s fuerza en el interior del pa¨ªs y entre poblaciones ind¨ªgenas. Ah¨ª las mujeres deben enfrentarse a los llamados usos y costumbres que gobiernan sus comunidades y que por lo general dejan de lado lo establecido en las leyes federales. ¡°Hemos avanzado mucho en normatividad. En el art¨ªculo dos de la Constituci¨®n se establece que a¨²n en localidades en las que se reconozca el uso y costumbre o los m¨¦todos de los sistemas pol¨ªticos tradicionales para la designaci¨®n de cargos p¨²blicos debe de haber paridad, pero la realidad es que s¨ª hay mucho patriarcado en estas comunidades, sobre todo en el Estado de Oaxaca, donde se ha pedido incluso una pr¨®rroga para que se puedan aplicar estas normas¡±, dice la acad¨¦mica B¨¢ez.
Es ella quien se?ala los grandes temas pendientes a los que se deber¨¢ enfrentar en materia de derechos de las mujeres la pr¨®xima presidenta. ¡°La problem¨¢tica de la mujer no solo es pol¨ªtica¡±, aclara. ¡°Claro que es importante que estemos en los puestos, pero es m¨¢s importante que nos dejen participar de manera equitativa en la toma de decisiones. Nos interesa tambi¨¦n que haya avances en temas como igualdad salarial o atender los distintos tipos de violencia contra las mujeres¡±, enumera. M¨¦ndez, por su parte, menciona otras urgencias como la necesidad de ampliar los refugios para mujeres que sufren violencia, garantizar las pensiones alimentarias o lograr la independencia econ¨®mica de ellas. Y advierte: ¡°Sin duda la elecci¨®n de una mujer es un logro importante en la representaci¨®n de las mujeres en el espacio p¨²blico, pero todav¨ªa falta mucho para lograr la igualdad¡±.
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