Prensa y AMLO: ?qui¨¦n es la v¨ªctima?
No comparto la opini¨®n de que la libertad de expresi¨®n se encuentre en un peligro may¨²sculo, pero la belicosidad del presidente en contra de algunos periodistas podr¨ªa derivar en agresiones mayores
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador afirma que en cien a?os ning¨²n presidente mexicano ha sido m¨¢s atacado y dedica buena parte de su conferencia de prensa ma?anera a devolver lo que considera golpes injustos y mal intencionados de peri¨®dicos y columnistas, la mayor de las veces llam¨¢ndolos por su nombre. Ataques, afirma el presidente, que intentan defender intereses creados y las prebendas que disfrutaban medios, periodistas e intelectuales.
Por su parte, estos se quejan del clima de hostilidad que alimenta el Ejecutivo y la amenaza que ello representa para la democracia. En un comentado desplegado con m¨¢s de 600 firmas, se sostiene que la libertad de expresi¨®n est¨¢ bajo asedio en M¨¦xico; ¡°tras las palabras del presidente han llegado la censura, las sanciones administrativas y los amagos judiciales a los medios y publicaciones independientes¡±.
En esta batalla de acusaciones mutuas se asume que una de las partes tiene la raz¨®n y se exige lealtad irrestricta. L¨®pez Obrador mismo divide con una l¨ªnea categ¨®rica a los que lo atacan o, por el contrario, lo defienden. Pero su contraparte no anda muy lejos; quien no descalifica los hechos y dichos de AMLO es considerado un chairo e incondicional. Un mundo en el que solo caben adversarios o aliados.
En la pr¨¢ctica, como en cualquier pleito, a ambos les asiste una parte de la raz¨®n y por consiguiente una parte de la sinraz¨®n. Se me dir¨¢ que con esta afirmaci¨®n solo estoy tratando de quedar bien con los dos bandos. No es as¨ª; dado el clima de polarizaci¨®n m¨¢s bien termino quedando mal con ambos. En realidad, el prop¨®sito de analizar no es hacer amigos, sino indagar los argumentos en pugna en esta discusi¨®n. Las restricciones de espacio obligan a circunscribirse a tres temas.
Transparencia. Este ser¨ªa el rengl¨®n en el que L¨®pez Obrador sale mejor librado. La transparencia no es total ni indiscriminada como sostienen en Palacio, pero la disposici¨®n del presidente para ventilar la mayor parte de los temas de fondo o de coyuntura ciertamente es un progreso. Las llamadas Ma?aneras tiene muchos defectos pero nada impide a cualquier periodista acudir a ellas y presentar sin restricciones el tema que se le ocurra; una pr¨¢ctica que contrasta favorablemente con la opacidad de los gobiernos anteriores (Pe?a Nieto no dio una conferencia de prensa abierta en todo su sexenio).
Publicidad. Para nadie es un secreto las enormes partidas que se entregaban al llamado cuarto poder (tres veces m¨¢s que ahora). Tiene raz¨®n el presidente cuando afirma que muchos de los medios y los periodistas estelares perdieron recursos millonarios con el cambio de r¨¦gimen. No s¨¦ si podemos dar por terminado el llamado chayote, que en su versi¨®n sofisticada consist¨ªa en inundar de publicidad los blogs personales de los columnistas m¨¢s connotados, pero ciertamente la 4T ha dejado a muchos privilegiados descontentos.
Eso no significa que en el nuevo reparto no existan criterios pol¨ªticos, aun cuando los recursos sean menores. AMLO lo reconoci¨® hace unos d¨ªas cuando afirm¨® que las pautas publicitarias se distribuyen de acuerdo a m¨¦ritos de circulaci¨®n, pero tambi¨¦n a criterios relacionados con el compromiso social de los medios. No es deleznable esa l¨®gica; un tabloide de esc¨¢ndalos de nota roja circula m¨¢s que un medio de informaci¨®n general pero es menos relevante para la comunidad; es decir, la circulaci¨®n o el tama?o de la audiencia no puede ser el ¨²nico criterio para asignar recursos y en eso tiene raz¨®n el ejecutivo. Pero en la medida en que sea la propia autoridad quien califique el compromiso social o la relevancia, termina convirti¨¦ndose en una herramienta susceptible de ser usada para premiar o castigar una l¨ªnea favorable o desfavorable al poder. Abona a la subjetividad de este criterio el hecho de que La Jornada, un diario cuya l¨ªnea editorial le es favorable, dicho por el propio presidente, reciba tres veces m¨¢s que Reforma, un diario que lo critica.
Censura. El presidente considera que la cr¨ªtica generalizada y el radicalismo expresado por sus adversarios son la mejor muestra de que no existe censura en su Gobierno. Al afirmar que nadie ha sido tan criticado como ¨¦l, externa no solo un lamento sino esencialmente un argumento para mostrar, a su juicio, la libertad de expresi¨®n irrestricta que hoy existe. Una y otra vez ha insistido en que su Gobierno nunca ha presionado a un medio para reprimir o despedir a un periodista inc¨®modo. Seguramente es as¨ª. Pero tampoco podemos ser ingenuos; sea o no su intenci¨®n, cuando el presidente expresa su molestia contra un periodista, desencadena una presi¨®n al interior del medio en que este trabaja, toda vez que muchas empresas de comunicaci¨®n desean una relaci¨®n favorable con el poder, entre otras cosas por inter¨¦s en la pauta publicitaria.
Desde luego que hay medios y columnistas dedicados exclusivamente a inventariar los errores de la 4T, al margen de una intenci¨®n informativa; con frecuencia distorsionan o sacan de contexto m¨¦ritos y dem¨¦ritos. El presidente est¨¢ en su derecho de contextualizar y parar golpes. Claramente hay una batalla por la opini¨®n p¨²blica entre proyectos pol¨ªticos enfrentados, m¨¢s interesados cada cual en imponer su narrativa que en cuidar la pulcritud de la informaci¨®n.
Pero una cosa es desmentir lo que a su juicio son infundios y otra emprender una batalla verbal en contra de quienes los esgrimen. El presidente no parece estar consciente del poder desproporcionado en comparaci¨®n con el de cualquier periodista en lo individual o el peligro de secuelas tr¨¢gicas que pueda ocasionar un se?alamiento de su parte.
En suma, es cierto que la 4T ha modificado las relaciones tradicionales entre prensa y gobierno. Pero el balance no puede ser un blanco y negro absolutos. Es positivo en materia de transparencia, y representa un avance parcial por lo que toca a la publicidad oficial. Y eso no es poca cosa.
Sin embargo, la irritabilidad del presidente ante la prensa adversa opera en contra suya, pues termina por da?ar su imagen. No comparto la opini¨®n de que la libertad de expresi¨®n se encuentre en un peligro may¨²sculo, como sostienen muchos de mis colegas. Pero ciertamente la belicosidad del presidente en contra de algunos periodistas podr¨ªa derivar, incluso sin su voluntad, en agresiones mayores en contra de la prensa.
Un primer ejemplo, y no puede ni debe soslayarse, es la penalizaci¨®n de la autoridad en contra de la revista Nexos, uno de los bastiones cr¨ªticos en contra de la 4T. Un castigo desproporcionado e inoportuno, incluso si hubiese una falta administrativa que todav¨ªa est¨¢ por verse. El ataque a Nexos parecer¨ªa dise?ado por un enemigo del presidente con el prop¨®sito de darle la raz¨®n a sus adversarios. Por desgracia el propio AMLO dio su espaldarazo y justific¨® lo que tiene todos los visos de ser un manotazo, independientemente de que se est¨¦ de acuerdo o no con la l¨ªnea de la revista. Lo dicho, en ocasiones el presidente se convierte en su peor consejero. Quiero pensar que no ser¨¢ el camino a seguir en contra de otros disidentes y en tanto no suceda puedo constatar que la cr¨ªtica se sigue ejerciendo sin piedad ni cortapisas.
No es f¨¢cil encontrar inocentes y culpables en este entuerto, solo una soterrada y cruenta batalla donde hay que desconfiar de las verdades absolutas y las descalificaciones categ¨®ricas.
@jorgezepedap
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