Neoliberalismo intangible en M¨¦xico
Espero que el tan anunciado fin del modelo econ¨®mico, empiece, en alg¨²n momento, a combatir tambi¨¦n su patrimonio tangible
Durante siglos, muchas de las naciones que hoy conforman Europa, expoliaron, por medio de la fuerza y la violencia, al resto del planeta.
Dicha situaci¨®n, que parec¨ªa norma intr¨ªnseca, constitutiva de las guerras de conquista, esclavitud y exterminio, result¨®, adem¨¢s de en la acumulaci¨®n de capital y materias primas que determinaron al mundo, en la de bienes culturales.
Las grandes capitales de lo que hoy es Inglaterra, Francia, Espa?a, Portugal, Italia, Alemania, B¨¦lgica u Holanda ¡ªpa¨ªses que, por cierto, tambi¨¦n se conquistaron, esclavizaron y expoliaron entre s¨ª¡ª, se llenaron de objetos, piezas y vestigios que representaban otras formas de entender el mundo y la vida.
Adem¨¢s de al coleccionismo privado ¡ªalg¨²n d¨ªa, tal vez, estemos listos para discutir si este debe ser ilegalizado en todas sus variantes¡ª, la concentraci¨®n de aquello que hab¨ªa sido tallado, tejido o escrito a miles de kil¨®metros, dio lugar a los museos, como los conocemos hoy en d¨ªa. Entonces se pens¨® que dichos espacios ¡ªcontaban con dinero y eran obra de los civilizados¡ª aseguraban la conservaci¨®n del patrimonio com¨²n.
Pero ni el coleccionismo privado ni los museos ni, en menor medida, el espacio p¨²blico europeo, en tanto tambi¨¦n fue convertido en vitrina de victoria, es decir, en otro sitio de exhibici¨®n de aquello que hab¨ªa sido arrancado de las manos del vencido ¡ªun obelisco, una esfinge, un torii sinto¨ªsta, un arco maya, una escultura inca¡ª, consiguieron cumplir con su promesa; no pudieron, pues, salvaguardar el pasado material de los pueblos del planeta.
La Segunda Guerra Mundial no solo destroz¨® el espacio p¨²blico europeo y reconfigur¨® la mayor¨ªa de las colecciones privadas que entonces exist¨ªan, sino que tambi¨¦n signific¨® el expolio del expolio: fueron muchos los museos desvalijados y fueron cientos, miles las piezas que cambiaron de manos o que se extraviaron. Entonces, durante los a?os que siguieron a la reconstrucci¨®n del mundo y a la recuperaci¨®n de lo perdido, se llevaron a cabo las mayores discusiones que hasta ahora se hayan dado sobre la conservaci¨®n del patrimonio de la humanidad.
Gracias a dichas discusiones se alcanz¨®, en 1964, la firma de la Carta de Venecia, tambi¨¦n llamada Carta Internacional para la Conservaci¨®n y Restauraci¨®n de Monumentos y Sitios, y, ocho a?os despu¨¦s, en Par¨ªs, se logr¨® aprobar la Convenci¨®n del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la Unesco, seg¨²n la cual todos los pa¨ªses firmantes deb¨ªan valer, promover y asegurar el patrimonio cultural material del mundo, entendiendo por esto, es decir, por patrimonio cultural material, las piezas, los monumentos, los conjuntos y los lugares que fueran obra del hombre. El objetivo era, estaba claro, adem¨¢s de conservar, evitar nuevos expolios.
Veinte a?os despu¨¦s de la Convenci¨®n de Par¨ªs, sin embargo ¡ªen el momento en que el neoliberalismo pon¨ªa en peligro las piezas, los monumentos, los conjuntos y los lugares (todo, absolutamente todo volv¨ªa a ser susceptible de convertirse en mercanc¨ªa) y aceleraba, a¨²n m¨¢s, una globalizaci¨®n en la que lo central era diluir las identidades locales en nombre de una identidad mundial¡ª, se entendi¨® que el patrimonio cultural de la humanidad no era ¨²nicamente tangible, es decir, que no era tan solo material (esculturas, c¨®dices, pinturas rupestres), sino que era tambi¨¦n intangible, es decir, que era tambi¨¦n inmaterial (danzas, comidas, fiestas). Y, en consecuencia, se empez¨® a discutir c¨®mo hacer valer, c¨®mo promover y c¨®mo asegurar su conservaci¨®n.
Entonces, diez a?os despu¨¦s, hacia finales de 2001, la Unesco reconoci¨® el patrimonio cultural inmaterial o intangible como ¡°los procesos asimilados por los pueblos, junto con los conocimientos, habilidades y creatividades que los nutren y que ellos desarrollan, los productos que crean y los espacios y dem¨¢s aspectos del contexto social y natural necesarios para que perduren¡±. En otras palabras, el patrimonio cultural intangible, cuya declaraci¨®n se precipit¨®, precisamente, por la acci¨®n del sistema que quer¨ªa destrozarlo, es decir, por el neoliberalismo, convirti¨® las tradiciones de los pueblos, expresadas a trav¨¦s de la lengua, la m¨²sica, el baile, los rituales, los mitos, las cosmovisiones y el saber detr¨¢s de los oficios y de las artesan¨ªas, en riquezas que deb¨ªan ser conservadas, reconocidas, fomentadas y reforzadas porque yac¨ªan en peligro de desaparecer.
Desde entonces, el patrimonio cultural de la humanidad, cuya conservaci¨®n, est¨¢ de m¨¢s decir, nos corresponde a todos y cada uno de los habitantes del planeta, se divide en tangible e intangible, es decir, en material e inmaterial, que no es otra cosa que en hechos concretos y en hechos no concretos o, lo que es lo mismo, en actos y en s¨ªmbolos. Actos y s¨ªmbolos: curiosamente, de esta manera tambi¨¦n podemos dividir a los sistemas econ¨®micos y pol¨ªticos. Por ejemplo, al neoliberalismo, que, ya dije, fue la acci¨®n que precipit¨® la reacci¨®n que hoy salvaguarda, adem¨¢s, aquello que se conoce como patrimonio vivo de la humanidad: conocimientos, habilidades, tecnolog¨ªas y saberes que se siguen transmitiendo de generaci¨®n en generaci¨®n.
?Cu¨¢les ser¨ªan, entonces, los actos y los s¨ªmbolos del neoliberalismo? ?Cu¨¢les ser¨ªan, pues, sus hechos concretos y sus hechos no concretos? ?Cu¨¢les sus patrimonios tangibles y cu¨¢les sus patrimonios intangibles? Por patrimonio, est¨¢ claro, debemos entender un bien que se hereda o que se adquiere ¡ªincluso si se adquiere como dec¨ªa al comienzo de este art¨ªculo: expoliando¡ª. En este sentido, patrimonio tangible del neoliberalismo ser¨ªan, por ejemplo, la privatizaci¨®n de las empresas p¨²blicas y la desregulaci¨®n de los mercados, en tanto que parte de su patrimonio intangible ser¨ªan, por ejemplo, el pensamiento de Alexander R¨¹stow y la fe en el libre mercado.
Pero cambiemos la pregunta: ?puede haber un neoliberalismo que solo sea tangible? Es decir: ?es posible que el neoliberalismo elimine su patrimonio intangible y se limite a funcionar con su patrimonio tangible, es posible, pues, un neoliberalismo que solo sea de hechos concretos y no de hechos no concretos, que solo sea de actos y no de s¨ªmbolos? Un neoliberalismo, digamos, que reduzca el gasto p¨²blico y conserve su patrimonio fiscal, pero simule mermar a las grandes corporaciones. Parece ser que s¨ª. Y que M¨¦xico, que el actual Gobierno de M¨¦xico est¨¢ empe?ado en demostrarlo.
Cambiemos la pregunta otra vez, d¨¢ndole la vuelta: ?se puede solo combatir el neoliberalismo intangible? Es decir, ?se puede ser neoliberal sin serlo de manera simb¨®lica? Me parece que s¨ª y que, de nueva cuenta, el actual Gobierno de M¨¦xico est¨¢ empe?ado en demostrarlo: de ah¨ª que no se lleven a cabo los actos que mermar¨ªan el patrimonio tangible heredado o adquirido; de ah¨ª que la transformaci¨®n alcance tan solo a los s¨ªmbolos.
De ah¨ª que no se corten los v¨ªnculos entre el poder pol¨ªtico y el econ¨®mico, aunque se represente ese rompimiento; de ah¨ª que la mayor¨ªa de los contratos federales se lleven a cabo sin licitaciones, aunque se escenifique el fin de la corrupci¨®n con procesos que no avanzan del proceso; de ah¨ª que el medio ambiente sea tan solo el subsuelo donde yace el petr¨®leo, aunque se monte un jard¨ªn etnobot¨¢nico en Chapultepec.
Al parecer, en M¨¦xico est¨¢ siendo inaugurada la siguiente fase del neoliberalismo. Antes que, frente a su final, estamos frente al momento en que el neoliberalismo asegura la conservaci¨®n de su patrimonio tangible, al tiempo que abandona la de su patrimonio intangible: los actos, ya lo dije, est¨¢n siendo revestidos con nuevos s¨ªmbolos.
Por supuesto, espero estar equivocado. Espero, pues, que el tan anunciado fin del neoliberalismo mexicano, empiece, en alg¨²n momento, a combatir tambi¨¦n su patrimonio tangible ¡ªla reforma contra el outsourcing es importante¡ª.
Por lo pronto, sin embargo, adem¨¢s de ciertos excesos particulares y un discurso reiterativo y encendido, no parecer¨ªa haber otra transformaci¨®n.
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