Un maestro defensor de las tradiciones
Armando Manzanero me enfrent¨® en una respetuosa y esclarecedora discusi¨®n sobre el vital equilibrio entre lo viejo y lo nuevo
Me hubiera gustado conocerle m¨¢s, fue poco. Fueron breves las veces que nos vimos, en alg¨²n concierto o alg¨²n programa de televisi¨®n, y siempre sent¨ª su fuerza. Mis padres cantaban su m¨²sica en casa, canciones como Adoro o Te extra?o eran recurrentes cuando se echaba mano del repertorio inmortal. Eran perfectas, estaban ah¨ª desde siempre, se hicieron para todos y as¨ª lo supo el mundo, que las adopt¨® sin dudar. Defensor de las tradiciones como era, me enfrent¨® alguna vez en una respetuosa y esclarecedora discusi¨®n que me hizo y hace pensar hasta el d¨ªa de hoy en el vital equilibrio entre lo viejo y lo nuevo; en la importancia de no excederse o perder de vista ninguno de los dos polos.
Siempre me sent¨ª su admirador y antagonista, su alumno y su amoroso opositor. As¨ª como ¨¦l era, un fiel creyente de defender y apoyar nuestras tradiciones y ra¨ªces, as¨ª con esa fuerza y convicci¨®n, con ese amor y devoci¨®n deber¨ªamos todos defender nuestras fes, pero primero tendr¨ªamos que esclarecerlas, ¨¦l era uno de esos hombres con creencias s¨®lidas, inamovibles y sin embargo en constante convivencia con la m¨²sica en todas sus formas.
Recuerdo que esa vez que le¨ª su columna en el peri¨®dico hablando de Que Lloro, tema de nuestro segundo ¨¢lbum Sin Bandera en donde correg¨ªa mi uso del lenguaje, (no se dice forzas, se dice fuerzas), fue la primera vez que sent¨ª su rigor pero al mismo tiempo su cari?o. Su correcci¨®n era al mismo tiempo una palmada en la espalda a ese joven ya no tan joven que pretend¨ªa seguir sus pasos en la composici¨®n. Para m¨ª fue un abrazo del maestro, un inter¨¦s en las nuevas generaciones y su calidad. Siempre fue una presencia que cobijaba y marcaba el camino. Un impulsor.
Para quienes no est¨¦n familiarizados con su repertorio, porque siempre hay puristas y despistados, yo les recomendar¨ªa El Piano Manzanero y Sus Amigos. En 1995 compr¨¦ ese disco con el instinto de querer escuchar su m¨²sica a sabiendas de su importancia y su trascendencia. El hecho de que fuera un disco con invitados me anim¨® a escuchar con mucha atenci¨®n y leer entre l¨ªneas los gustos p¨²blicos y ocultos de tan importante compositor y cantante. Creo que fue un acierto comenzar por ah¨ª. En este disco, solo Don Armando canta y es una delicia escucharlo a ritmo de jazz y de bossa. Se siente como en casa, se escucha libre y amplio y sus canciones lucen como nunca. Creo que son las mejores versiones de sus temas por encima de las de todos los incre¨ªbles int¨¦rpretes que lo han grabado hasta ahora. Es un disco donde se pueden sentir sus gustos m¨¢s personales y las ¨ªntimas curiosidades de un hombre que fue, desde mi perspectiva, un preciosista, un amante de las buenas canciones y un defensor de los autores que enarbol¨® con entereza la causa de los derechos autorales en los dif¨ªciles tiempos de la imparable digitalizaci¨®n, donde la importancia de los compositores como art¨ªfices y pilares de la m¨²sica en la industria musical est¨¢ muy golpeada. ?l sab¨ªa mejor que nadie lo que una buena canci¨®n puede hacer por la carrera de un int¨¦rprete y el ¨¦xito de un ¨¢lbum. Estaba, con esa fuerza que lo caracterizaba, convencido de reclamar esos derechos y resaltar esa importancia.
Musicalmente y a pesar de su visi¨®n de conservar lo nuestro, fue siempre abierto y cari?oso con las nuevas expresiones, d¨¢ndonos una lecci¨®n de empat¨ªa y de comprensi¨®n. Solo una vez cant¨¦ con ¨¦l. Fue en su programa de televisi¨®n. Su hijo Juan Pablo nos invit¨® muy amablemente y no lo olvidar¨¦ porque compartimos y discutimos musicalmente en una sola canci¨®n todo lo que no hicimos verbalmente. Lo goc¨¦. Me dijo: ¡°canta t¨², yo quiero tocar el piano¡±. Cantamos y tocamos Voy a apagar la luz sin ensayarla y sin saber cuando terminarla, tratando de entendernos y de disfrutarnos, de leernos y sentirnos, de plantear nuestras diferencias y apuntalar nuestras coincidencias, un di¨¢logo poderoso. Y siempre sent¨ª desde entonces su cari?o, su puerta abierta, puerta que nunca cruc¨¦, pero que me ilumin¨® muchas ideas y emociones.
Leonel Garc¨ªa es un cantante y compositor mexicano ganador de tres Latin Grammy.
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