Las conmemoraciones en M¨¦xico: una oportunidad para la conciencia hist¨®rica
Los relatos sobre el pasado que buscan ¡°enaltecer la memoria de nuestro pueblo¡± no ayudan a construir una ciudadan¨ªa consciente
Este 24 de febrero se cumplen dos siglos de la proclamaci¨®n del plan que, siete meses despu¨¦s, culmin¨® en la independencia de M¨¦xico. Es una conmemoraci¨®n obligada, pero inc¨®moda. El hombre que encabez¨® al Ej¨¦rcito independentista en 1821 hab¨ªa sido un comandante que combati¨® con fiereza a quienes antes peleaban por la independencia y cometi¨® cr¨ªmenes contra la poblaci¨®n civil, por no referirme a los negocios hechos al amparo de su posici¨®n militar. Obtenida la independencia, Agust¨ªn de Iturbide se coron¨® emperador gracias a la presi¨®n militar y la agitaci¨®n popular. El Gobierno de M¨¦xico elabor¨® una lista de 15 actos conmemorativos para 2021, que abarcan desde la celebraci¨®n de la imaginaria fundaci¨®n de Mexico-Tenochtitlan hasta el desagravio por la masacre de la comunidad china de Torre¨®n. De acuerdo con la oficina de comunicaci¨®n social de la presidencia, el objetivo es ¡°enaltecer la memoria de nuestro pueblo¡±, es decir, hacer lo que todos los Estados hacen al relatar el pasado: ¡°recordar la historia de nuestra identidad nacional¡±. Hasta ahora, no se ha publicado nada que explique la pertinencia de ese calendario festivo. Solicit¨¦ a la Comisi¨®n Presidencial para la Conmemoraci¨®n de Hechos, Procesos y Personajes Hist¨®ricos de M¨¦xico una copia del protocolo de las conmemoraciones, pero no obtuve respuesta.
Entre las actividades programadas, destacan las ceremonias de desagravio a las comunidades china, maya y yaqui. Desde que el presidente de M¨¦xico solicit¨® al Rey de Espa?a, Felipe VI, que se disculpara con los pueblos originarios por la conquista, adelant¨® que el Estado mexicano har¨ªa lo propio. El 30 de septiembre de 2020, L¨®pez Obrador insisti¨® en que su Gobierno ofrecer¨ªa disculpas a los yaquis y mayas por los ultrajes que sufrieron en el pasado, agravios cometidos por ¡°los militares m¨¢s nefastos y represores¡± del r¨¦gimen de Porfirio D¨ªaz, los mismos ¡°que luego se hicieron famosos por traicionar al presidente Francisco I. Madero¡±.
El problema con esta visi¨®n es que en realidad las guerras contra esos pueblos originarios empezaron mucho antes de la dictadura de Porfirio D¨ªaz. Los enfrentamientos de los yaquis con los colonos de Sonora se iniciaron en el siglo XVII, y se mantuvieron tras la independencia, sin importar la ideolog¨ªa de los gobiernos: liberales, conservadores, republicanos y mon¨¢rquicos. En el caso de los mayas, el conflicto ven¨ªa de los tiempos coloniales, pero se increment¨® en 1847 cuando las comunidades ind¨ªgenas de la pen¨ªnsula de Yucat¨¢n se rebelaron contra el despojo de sus tierras, aprovechando la debilidad del Estado mexicano en el momento de la guerra con Estados Unidos. En diferentes lugares del pa¨ªs, otros pueblos hicieron lo mismo, como los de la Sierra Gorda. Los pol¨ªticos liberales y conservadores temieron el exterminio de los blancos, en medio de esa guerra de castas que casi siempre termin¨® mal para los pueblos ind¨ªgenas. Un ejemplo es el de las comunidades binniz¨¢s (zapotecas) de Tehuantepec, que tomaron las armas en defensa de sus recursos naturales. El gobernador liberal de Oaxaca, Benito Ju¨¢rez, orden¨® la represi¨®n que concluy¨® en El Calvario con el triunfo de las tropas estatales, que prendieron fuego a Juchit¨¢n, en un episodio en el que murieron muchas personas inocentes. El gobernador Ju¨¢rez respald¨® la campa?a y justific¨® esos hechos.
No sobra decir que en el programa de desagravios para 2021, no hay uno para las comunidades binniz¨¢s. Ju¨¢rez encabeza el pante¨®n heroico mexicano y el actual Gobierno lo tiene como ejemplo. Resalto este caso, porque da cuenta del problema que tiene el relato sobre el pasado con el que se han decidido las conmemoraciones de este a?o. La guerra contra los yaquis no la hicieron solo los conservadores del Porfiriato, pues empez¨® mucho antes. El despojo contra los mayas no termin¨® con la ca¨ªda del dictador en 1911, pues continu¨® con la creaci¨®n del territorio federal de Quintana Roo y su ulterior erecci¨®n como Estado de la federaci¨®n, con la ocupaci¨®n de tierras al menos desde la d¨¦cada de 1920, la destrucci¨®n de ecosistemas y la desigualdad acarreadas por los desarrollos tur¨ªsticos a partir de 1970 y, dir¨ªan varias comunidades de la regi¨®n, se contin¨²a con el Tren Maya.
Concluyo con el caso de la matanza de chinos en Torre¨®n en 1911. La gente de esa ciudad suele desestimar la participaci¨®n de los torreonenses, al asegurar que la matanza la hicieron las tropas de Pancho Villa, el sanguinario h¨¦roe revolucionario. Eso es falso. Villa estaba en Ciudad Ju¨¢rez en esos momentos, m¨¢s de 700 kil¨®metros al noroeste.
Es comprensible que se eche la culpa a las tropas de ese caudillo. Muchas personas de esa ciudad norte?a son hijas, nietas, descendientes de quienes participaron en aquella masacre. Es dif¨ªcil reconocer que nuestros abuelos cometieron una atrocidad como esa, como da cuenta el actual debate sobre la memoria y la participaci¨®n polaca en el antisemitismo. En cierto sentido, es lo mismo que pasa con el presidente. Se asume descendiente de Ju¨¢rez, de modo que se resistir¨ªa a aceptar los hechos brutales de Juchit¨¢n.
Hoy sabemos que la sinofobia fue promovida por empresarios y gente poderosa de Torre¨®n; pero tambi¨¦n que, entre los revolucionarios que ocuparon la ciudad, el discurso contra los inmigrantes chinos se hallaba muy arraigado, copiado de la xenofobia de las asociaciones sindicales de Estados Unidos que acusaban a los asi¨¢ticos de quitar trabajos a los ciudadanos de aquel pa¨ªs. La gente com¨²n de la ciudad, por su parte, no defendi¨® a los chinos y, en algunos casos, particip¨® en el saqueo de sus tiendas y en los crueles asesinatos.
Las actividades de desagravio incluidas por el Gobierno en el programa conmemorativo de este a?o son una gran oportunidad para reflexionar acerca de la responsabilidad en la historia, para aceptar la totalidad de nuestro pasado de un modo cr¨ªtico, para forjar una ciudadan¨ªa igualmente cr¨ªtica del presente, para pasar de los relatos heroicos y las vindicaciones de la memoria a tener conciencia hist¨®rica.
Seguir echando la culpa de las atrocidades del pasado a ¡°los otros¡± ¡ªa los conquistadores espa?oles, a los realistas, los conservadores y los porfiristas¡ª, considerar al pa¨ªs como heredero de h¨¦roes y, a la vez, v¨ªctima de grandes malvados, simplifica el pasado y el presente. Los relatos sobre el pasado que buscan ¡°enaltecer la memoria de nuestro pueblo¡± no ayudan a construir una ciudadan¨ªa consciente. Paul Valery aseguraba que ese tipo de relatos solo ¡°conduce al delirio de grandeza o al de persecuci¨®n y hace que las naciones sean amargas, soberbias, insoportables y vanas¡±.
Alfredo ?vila Rueda es investigador del Instituto de Investigaciones Hist¨®ricas de la UNAM.
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