El problema con los bienintencionados
Salvo que las cosas mejoren milagrosamente o empeoren radicalmente el interminable desencuentro de argumentos y datos entre partidarios y detractores de L¨®pez Obrador se mantendr¨¢

Si tu signo del zodiaco te pronostica un p¨¦simo d¨ªa, no te preocupes, consulta otro peri¨®dico o abre otra p¨¢gina digital hasta que encuentres la que te ofrece mejores auspicios. Con la pol¨ªtica suele suceder lo mismo, y muy particularmente en momentos tan apasionadamente rabiosos como el que vivimos en M¨¦xico. La mayor parte de la prensa, la radio y la televisi¨®n ofrecen cada ma?ana datos categ¨®ricos sobre la presunta cat¨¢strofe a la que el pa¨ªs se dirige conducido por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Por su parte, a quienes no les parecen aceptables tales augurios les basta consultar a la otra prensa o a las redes sociales propicias a la 4T para blindarse con la cotidiana descripci¨®n que hace el presidente de la manera en que est¨¢ salvando al pa¨ªs de la bancarrota moral en el que nos lo dejaron. Las dos versiones poseen datos de sobra para apuntalar sus argumentos y adjetivos para descontar a los de los contrarios.
Para un observador reci¨¦n llegado que de buena fe intentara averiguar qu¨¦ est¨¢ pasando, le resultar¨ªa evidente que en ambos lados los dados est¨¢n cargados. En la versi¨®n pesimista el principal diario ¡°de oposici¨®n¡± publica una gr¨¢fica por pa¨ªses sobre la recuperaci¨®n econ¨®mica tras la pandemia, bajo el t¨ªtulo ¡°Es M¨¦xico colero en reactivar PIB¡± aunque la gr¨¢fica para demostrarlo ubica al pa¨ªs a la mitad de la tabla. Editores decididos a que la realidad no les eche a perder un ¡°buen¡± titular.
Del otro lado, a ese mismo observador le resultar¨¢ dif¨ªcil asimilar las afirmaciones del presidente, quien datos en mano presume que la estrategia mexicana para la adquisici¨®n y aplicaci¨®n de vacunas es ejemplar. Salvo que en la tabla que expone para demostrar que M¨¦xico est¨¢ por encima de muchos pa¨ªses (mayormente de ?frica) se observan casi todos los de Am¨¦rica Latina por encima del suyo. Este mi¨¦rcoles M¨¦xico aparec¨ªa con 3.51% de su poblaci¨®n vacunada al menos con una dosis; el promedio de Am¨¦rica del Sur era 5.53%
Desde luego puedo entender que lo que se est¨¢ jugando en M¨¦xico en este momento es un intento de cambio de r¨¦gimen y no solo acciones de gobierno sobre las que se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, como era el caso en cualquier otro sexenio. El propio presidente ha dicho que est¨¢ haciendo todo lo necesario para conseguir que tal cambio se vuelva irreversible. Esto explicar¨ªa en parte la virulencia de los que intentan impedirlo y la vehemencia de los que buscan coronarlo. Para los primeros, se trata del desmantelamiento de buena parte del andamiaje institucional que se construy¨® en las ¨²ltimas d¨¦cadas; para los segundos, la posibilidad de modificar las pr¨¢cticas e inercias instaladas en la vida p¨²blica a favor de los privilegiados y en detrimento de los m¨¢s necesitados. Cada uno de los dos bandos est¨¢ convencido de que su lucha es en beneficio del pa¨ªs en su conjunto. Pero cada vez es m¨¢s evidente que el pa¨ªs de uno no es el pa¨ªs del otro.
Hay un pa¨ªs en el que habita entre 30 y 40% de la poblaci¨®n, para la cual las cosas han marchado aceptablemente bien, aunque con mucho por corregir. Es el pa¨ªs representado por Jos¨¦ Antonio Meade y Ricardo Anaya en las ¨²ltimas elecciones presidenciales. Para ellos la modernizaci¨®n quiz¨¢ no fue id¨ªlica, pero consigui¨® libertades p¨²blicas y prosperidad entre las clases medias, y una considerable riqueza entre las clases altas. Se acepta que las ¨¦lites se hab¨ªan desbocado en excesos y derroches y tocaba introducir ajustes y moderaciones, pero nada que pusiera en riesgo lo que estos sectores hab¨ªan conseguido. Se asum¨ªa que, con tales ajustes, la prosperidad podr¨ªa llegar al resto de la poblaci¨®n a¨²n no beneficiada. Desde esta perspectiva no es de extra?ar la actitud de alarma o franca irritaci¨®n que provoca el Gobierno al poner en peligro esa relativa bonanza a cambio de lo que consideran un salto al vac¨ªo.
Para los que habitan el otro pa¨ªs las cosas son a¨²n m¨¢s categ¨®ricas. Lejos de verse arrastrados a la modernidad prometida, la mitad o poco m¨¢s de la poblaci¨®n creci¨® en rabia e indignaci¨®n; simple y sencillamente no pudieron entrar al pa¨ªs de los otros y nada lo ilustra mejor que el continuo crecimiento de la poblaci¨®n que trabaja en el sector informal (56% actualmente). A L¨®pez Obrador no le ha costado ning¨²n trabajo hacerles ver que en el fondo no se trata de dos pa¨ªses, uno al que la va bien y otro al que le va mal, sino de un mismo pa¨ªs profundamente desigual. Peor a¨²n, uno en el que la prosperidad de unos se ha alimentado de la miseria de los otros.
Se dir¨¢ que m¨¢s all¨¢ de estas visiones encontradas hay una realidad tangible que deber¨ªa ser el criterio indisputable para zanjar el debate: estad¨ªsticas contundentes que est¨¢n m¨¢s all¨¢ de cualquier pol¨¦mica. No es tan f¨¢cil. Estad¨ªsticas hay para todos los gustos, como bien nos lo hacen saber cada ma?ana unos y otros. Unos esgrimen una moneda firme y finanzas p¨²blicas aceptables, los otros aseguran que solo es cuesti¨®n de tiempo para que el peso y el erario se desplomen y contraatacan con datos sobre la ca¨ªda de la inversi¨®n y el crecimiento; es la pandemia, se defienden los amlo¨ªstas, y explican que m¨¢s importante que los montos en la inversi¨®n privada es asegurar que la poca o mucha que exista no se edifique sobre el abuso, la especulaci¨®n y la expoliaci¨®n de recursos de la naci¨®n. Ese tipo de inversi¨®n provoca m¨¢s da?os que beneficios.
Y salvo que las cosas mejoren milagrosamente o empeoren radicalmente a tal punto que le den la raz¨®n a uno u otro, cosa poco probable en lo que resta del sexenio, el interminable desencuentro de argumentos y datos se mantendr¨¢ entre gritos y sombrerazos cada vez m¨¢s indignados en ambas grader¨ªas. El problema es que la crispaci¨®n no solo es un estado de ¨¢nimo; con un detonante impredecible puede derivar en una desestabilizaci¨®n econ¨®mica y social en la que perdamos todos.
A estas alturas lo ¨²nico que puede ayudar a impedir que estas dos visiones acarreen un mal mayor es la ¨¦tica. Si cada una de las dos partes se considera moralmente superior a la otra, tendr¨ªan que comenzar a demostrarlo en la argumentaci¨®n misma, en el debate que no recurra a la estigmatizaci¨®n, a la manipulaci¨®n de una gr¨¢fica o a la descontextualizaci¨®n interesada de un dato aislado. Unos se consideran la gente ¡°de bien¡± que busca impedir el triunfo de la sinraz¨®n; otros intentan modificar el r¨¦gimen para hacerlo m¨¢s justo, socialmente menos inmoral. Pero han ido al combate dejando atr¨¢s toda consideraci¨®n ¨¦tica de cara al adversario hasta construir una arena en la que la disputa busca descalificar y destruir, no convencer o mucho menos entender. Ambos tendr¨ªan que darse cuenta de que no solo son los argumentos, sino la manera de esgrimirlos lo que determina la autoridad moral de quien lo emite. Y en ese sentido, las dos fuerzas dejan mucho que desear: prometen un M¨¦xico mejor, pero lo est¨¢n empeorando.
@jorgezepedap
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