La ¨²ltima p¨¢gina
Duele mucho tener que escribir aqu¨ª que ha muerto el escritor argentino Juan Forn, a los 61 a?os de vida en tinta y por causa de un infarto
Duele mucho tener que escribir aqu¨ª que ha muerto Juan Forn, a los 61 a?os de vida en tinta y por causa de un infarto que deja ¨Cpor ahora¡ª sin la ¨²ltima p¨¢gina a los peri¨®dicos en papel, a los libros entra?ables y a las cartas desesperadas. Muere Forn y solo deseo que su fantasma logre reclamar el justo lugar de la memoria que merecen sus novelas y cuentos, pero sobre todo esas cr¨®nicas que entreveraban el ensayo con el habla donde las historias de la vida chiquita se proyectaban sobre el tel¨®n de la Historia con may¨²scula, mucho m¨¢s que simples art¨ªculos que poblaron durante a?os lo que llaman contratapa en el peri¨®dico P¨¢gina12 de Argentina y que significaban el milagro de que la ¨²ltima p¨¢gina siempre se convert¨ªa en la primera (ya en edici¨®n electr¨®nica o en el papel destinado a amarillearse), pues Juan Forn hab¨ªa conquistado la inaplazable inquietud de quienes le segu¨ªamos la estela todos los viernes.
Debo a la bella Kimiko, mi prima que habita desde hace a?os un jard¨ªn japon¨¦s en Buenos Aires, el obsequio inesperado del primer volumen de Los viernes, antolog¨ªa de contratapas que llegar¨ªa a sumar cuatro vol¨²menes, editados por Emec¨¦ en Argentina y que espero se vendan ahora por millares, no sin antes advertir lo siguiente: el lector de los textos semanales de Forn ha de asumir el gasto garantizado de por lo menos dos o m¨¢s libros que menciona su genio por semana y al final de cada volumen, el lector contemplar¨¢ un estante entra?able de viajes por el pret¨¦rito, paisajes pintados por palabras, poetas vivos supuestamente muertos, novelas inconmensurables, la vida misma como ejercicio de la trama que se enreda y desenreda en desenlaces inesperados con lluvia de azar y magia de sincron¨ªas. Todo eso escrito con la deliciosa prosa de un novelista que merece ahora que sus novelas se reimpriman para siempre y un aut¨¦ntico incansable de las trincheras editoriales donde entreg¨® m¨¢s de media vida en constante estr¨¦s, en adrenlina entre egos, en lecturas y dict¨¢menes, informes de lectura y laburo de compadrito incansanble que finalmente hab¨ªa decidido dejar el bullicio de Buenos Aires y del mundillo literario y anclarse a la vera del mar para gozar la vida y a su familia¡ sin imaginar que su inmenso coraz¨®n alcanz¨® hasta hoy en que nos deja a todos en desolaci¨®n literal: el mundo sin ese Sol que fue Forn.
Debo a Miguel Repiso, el gran REP, el milagro de haber podido conocer a Juan Forn de lejos, pues nos junt¨® en un programa de radio que enlazaba a Madrid con Buenos Aires sobre las diversas canchas del Mundial de F¨²tbol Rusia 2018. No paro de llorar, pues por lo menos de viva voz pude externarle a Juan Forn la vera admiraci¨®n que le profeso y por los correos que sumaron a partir de entonces y hasta hace un semana puedo intentar consuelo con saber que nos le¨ªmos mutuamente con afecto, que me aconsej¨® no pocas veredas invaluables para una novela que le debe tanto a sus letras que hasta compart¨ªa sin saberlo el mismo t¨ªtulo que una novela que ¨¦l hab¨ªa publicado hace a?os.
De todo lo mucho que le debo a REP estar¨¢ ya siempre en la guinda el viaje que qued¨® pendiente en el que pensaba ver a Juan Forn en persona, a la vera del mar y aprender de cerca la palpable grandeza de un aut¨¦ntico hombre de letras sin pretensiones ni poses, el erudito andante sin pedanter¨ªa, el lector disciplinado que fue agotando los estantes de todos los libros que se propuso leer desde siempre, siempre con placer y el novelista que firm¨® para la ahora posteridad Mar¨ªa Domecq y Puras mentiras, el cuentista de todos los relatos que llevaba en las venas¡ pero sobre todo, el escritor que cerraba el peri¨®dico con perlas como p¨¢rrafos, cr¨®nicas m¨¢s que art¨ªculos tendientes a breves ensayos de la vida que parec¨ªa eterna, la cabellera rubia al vuelo en rulos volantes entre humo como neblina, la pluma en ristre y a mirada aguda, la voz profunda en cada silencio¡y la inesperada nostalgia de guardarle el debido silencio ahora que vuela su ¨²ltima p¨¢gina.
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