El presidente que quer¨ªa ser expresidente
Ebrard ha asumido que si en el imaginario del obradorismo se instalaba Sheinbaum como candidata la batalla estar¨ªa perdida
No hay ning¨²n misterio en el destape expl¨ªcito por parte del canciller mexicano Marcelo Ebrard, aspirante a la presidencia en las elecciones del verano 2024, pese a los tres a?os casi exactos que nos separan de esa jornada. Tras las reiteradas alusiones del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador a lo largo de las ¨²ltimas semanas sobre posibles sucesores, no le quedaba de otra al responsable de Relaciones Exteriores. Las filas del obradorismo hab¨ªan interpretado gestos, c¨¢balas y se?ales y concluyeron que Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de M¨¦xico, ser¨ªa en su momento la preferida del soberano, y actuaron en consecuencia. En los ¨²ltimos d¨ªas, las apariciones en p¨²blico de Sheinbaum eran festejadas a gritos de ¡°presidenta, presidenta¡±. Ebrard asumi¨®, con raz¨®n, que si eso se instalaba unilateralmente en el imaginario del obradorismo, la batalla estar¨ªa perdida antes de empezar y el resto del sexenio ser¨ªa un desfile en alfombra roja para la alcaldesa. Con su destape oficial, asumido con la venia presidencial, intenta pasar el mensaje de que el asunto todav¨ªa no est¨¢ decidido. Convincente o no, muchos de los actores pol¨ªticos se la pensar¨¢n dos veces antes de quemar naves y endosar cheques en blanco.
Lo que s¨ª es un misterio, en cambio, son las razones que llevaron al presidente L¨®pez Obrador a hablar de precandidatos a tres a?os de distancia, lo cual irremediablemente anticipa la contienda. Por lo general los presidentes en funciones retrasaban al m¨¢ximo el per¨ªodo de las precandidaturas, sabedores de que, a partir de ese momento, comenzaba una lenta pero persistente declinaci¨®n de su poder. Una vez que las ¡°fuerzas vivas¡± perciben un posible ganador, la llamada ¡°cargada¡±, hace pendular el poder al cuartel de guerra del futuro presidente, en detrimento de Palacio Nacional. Proyectos y activos pol¨ªticos son guardados para congraciarse con quien ser¨¢ el mandam¨¢s en los a?os por venir. De all¨ª las famosas consignas enviadas desde Presidencia destinadas a retrasar ese momento y que terminaron siendo reglas no escritas de la pol¨ªtica mexicana tradicional: ¡°El que se mueve no sale en la foto¡±.
Pues ahora fue el propio L¨®pez Obrador quien los puso a moverse. Algunos cr¨ªticos han querido ver en ese ¡°destape¡± una mera estrategia para distraer a la opini¨®n p¨²blica de otros problemas y esc¨¢ndalos de su Gobierno, pero es una explicaci¨®n absurda. El tabasque?o nunca ha tenido dificultades para sacarse de la manga un tema que monopolice titulares en los medios de comunicaci¨®n. No iba a sacrificar ese cartucho teniendo otras alternativas para resolver ese objetivo, si es que en realidad tal fuese su prop¨®sito.
A m¨ª me parece, m¨¢s bien, que obedece a la combinaci¨®n de dos factores. Uno, la necesidad de arropar a sus dos principales cartas para la sucesi¨®n, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, aun cuando muchos se?alan que en realidad solo es esta ¨²ltima. Se trata justo de los dos funcionarios que salieron cuestionados en el desplome de la L¨ªnea 12 del Metro. Frente a la tragedia y siendo percibidos como los dos principales contendientes por parte de la llamada Cuarta Transformaci¨®n, los actores pol¨ªticos y medios de comunicaci¨®n adversos asumieron que era la oportunidad para abatirlos por anticipado. Inmediatamente, L¨®pez Obrador sali¨® en defensa de ambos, particularmente de Sheinbaum, y entre otras cosas revivi¨® el tema de los posibles sucesores, cuidando de encabezar las posibles listas con sus nombres. Simult¨¢neamente, solt¨® una bola de humo al mencionar a otros posibles candidatos, a ninguno de los cuales se concede posibilidad alguna en los corrillos pol¨ªticos (Juan Ram¨®n de la Fuente representante en la ONU, Esteban Moctezuma embajador en Estados Unidos y Tatiana Clouthier ministra de Comercio). Al meter nombres en la lista de ¡°contendientes¡± de alguna manera el presidente quer¨ªa evitar que el desgaste se concentre en los dos destinados a la recta final. Con poco ¨¦xito; nadie se ha ido con la finta.
Sin embargo, no fue la tragedia lo que desencaden¨® el llamado del presidente. Semanas antes ya hab¨ªa presumido a sus principales jinetes y ridiculizado la flaca caballada por parte de la oposici¨®n. Lo de la L¨ªnea 12 simplemente intensific¨® estas menciones, pero no explica la raz¨®n por la cual rompi¨® la regla no escrita del ¡°manual del usuario de la silla presidencial¡±.
La explicaci¨®n de fondo est¨¢ en otro lado. L¨®pez Obrador es un luchador social y pol¨ªtico, profundamente nacionalista, obsesionado con la historia. Su insistencia en eliminar la residencia de Los Pinos por la cual pasaron personajes que considera menores, y su deseo de ser identificado con Palacio Nacional obedece a esta necesidad de vincularse a los s¨ªmbolos consagrados y ser asociado al olimpo reservado a los grandes protagonistas de la historia patria. H¨¦roes como Jos¨¦ Mar¨ªa Morelos, Benito Ju¨¢rez, Francisco I. Madero. Pr¨¢cticamente no pasa un d¨ªa sin que el presidente mencione a uno o a varios de ellos. Su mayor anhelo, me parece, reside en hacer los m¨¦ritos frente a la Naci¨®n para percibirse a s¨ª mismo, y ser percibido, como uno entre ellos. Frases como ¡°yo ya no me pertenezco¡± remiten a esta transfiguraci¨®n que lo hace uno con la investidura presidencial. La noci¨®n misma de una Cuarta Transformaci¨®n le une directamente a los l¨ªderes de las tres primeras, alz¨¢ndolo por encima de la multitud de mandatarios secundarios y mediocres que a su juicio est¨¢n entre medio. Lo cual no me parece reprobable en absoluto. Intentar emular a los mejores, convertirse en uno de ellos, no es un mal principio en cualquier oficio, sobre todo en uno con tantas responsabilidades como este.
Pero se advierten se?ales de impaciencia por formar parte del pante¨®n de los h¨¦roes. Un presidente que de alguna manera tiene prisa por ser expresidente y pasar a formar parte de la historia. Pero para ser parte de la historia se necesita que esta transcurra. La anticipaci¨®n con que lanza la lista de los precandidatos a sucederle va acompa?ada de otras se?ales de apresuramiento. Sus crecientes referencias al rancho que lo espera, su futuro como escritor de historia totalmente alejado de la vida pol¨ªtica como corresponde a un s¨ªmbolo y, sobre todo, su insistencia en que lo fundamental del cambio de r¨¦gimen ya est¨¢ hecho. No solo afirma que los cimientos han quedado establecidos sino que en su mayor parte son ya irreversibles. Habla de lo realizado como si se encontrara en el ¨²ltimo tramo y solo le faltara atar un par de pendientes para emprender la retirada. Parad¨®jicamente, tanto para ¨¦l como para sus adversarios este ser¨¢ un largo fin de sexenio, que por alguna raz¨®n ha comenzado antes de llegar a la mitad. @jorgezepedap
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