El Estado en manos de porristas
M¨¦xico es un organismo complej¨ªsimo, y que su diversidad se refleje en la conformaci¨®n de su cuerpo de funcionarios p¨²blicos ser¨ªa lo m¨¢s deseable
Uno, ingenuo, pensar¨ªa que las instituciones del Estado existen para el beneficio los ciudadanos, incluyendo el de aquellos que sostienen a las dichosas instituciones mediante el pago de sus impuestos, pero tambi¨¦n el de aquellos que forman parte del Estado y que, por sus condiciones, no son capaces de pagar: los marginados, los desfavorecidos. Es decir, que la obligaci¨®n central de los funcionarios p¨²blicos que pueblan esas instituciones tendr¨ªa que ser la de cumplir el trabajo que tienen asignado de cara a todos los ciudadanos, sin distinciones, y sin andarse cuidando de qui¨¦n ejerce el poder ejecutivo en un sexenio particular, ni andar viendo c¨®mo andan las aguas pol¨ªticas para acomodarse a ellas.
Y tambi¨¦n, oh candor, uno podr¨ªa pensar que los funcionarios p¨²blicos deber¨ªan provenir de todos los sectores sociales que conforman un pa¨ªs (esas rebanadas que abarcan procedencias culturales, de g¨¦nero, geogr¨¢ficas, generacionales, de credo e ideario, etc¨¦tera). M¨¦xico es un organismo complej¨ªsimo, y que su diversidad se refleje en la conformaci¨®n de su cuerpo de funcionarios p¨²blicos ser¨ªa, me parece, lo m¨¢s deseable. ?O alguien sostiene, en serio, que no deber¨ªa haber funcionarios norte?os, o del sureste, o mujeres, o abierta y militantemente gais, o que no deber¨ªa haber entre ellos j¨®venes o viejos, o que no ser¨ªa conveniente contratar a un solo posgraduado o, por el contrario, a nadie que no cuente con tres doctorados? Basta formular esa idea excluyente para convencerse de su error. Y, sin embargo, hay otro tipo de exclusi¨®n igual de absurdo, que hoy mismo se defiende con fragor en las tribunas pol¨ªticas y en las redes: el que convierte en rasero de correcci¨®n a una militancia pol¨ªtica particular.
?A qui¨¦n se le puede ocurrir que la condici¨®n para que alguien pueda fungir como funcionario del Estado deber¨ªa ser que ejerza como porrista incondicional del gobierno en turno? La respuesta es sencilla: a un porrista incondicional del gobierno en turno, que se irrita de que sus caravanas no reciban el premio de una chambita (o chambota), porque para eso ¡°le andan poniendo el pecho a las balas¡±. El famos¨ªsimo ¡°hueso¡±, pues. Ese m¨¦todo de designaciones de siervos, compadres, amigos y meritorios sin preparaci¨®n t¨¦cnica para el puesto que se les asigna, que tanto se critic¨® al PRI y que, seg¨²n han descubierto los integrantes del partido en el poder, es el m¨¦todo ¡°m¨¢s justo¡± de reclutamiento federal.
Claro que hay otro tipo de personas que defienden la idea de que solo alguien que pertenezca a ¡°la causa¡± deber¨ªa ser designado como funcionario: las que confunden Estado y gobierno y piensan que el r¨¦gimen de sus amores se extender¨¢ por siempre jam¨¢s, sin que la propia democracia que los llev¨® el poder sea capaz de hacerlos bajar de ¨¦l. Aquellos que piensan que las votaciones que los favorecieron en el pasado ser¨¢n permanentes y, por tanto, la totalidad del Estado les pertenecer¨¢, tarde o temprano, y al que no le guste, pues que se vaya.
El problema con estas ideas es que, adem¨¢s de ser tendenciosas y reduccionistas, su planteamiento ser suele agresivo, incluso violento, propio de hooligans. El reciente linchamiento en redes (pero tambi¨¦n en espacios como la conferencia de prensa matutina del presidente L¨®pez Obrador) de la escritora Brenda Lozano, designada como agregada cultural de la embajada en Espa?a, es una muestra de ello.
?Cu¨¢les son los pecados que se le achacan? Haber replicado un par de memes sobre la figura presidencial, ser cr¨ªtica con algunas pol¨ªticas de la actual administraci¨®n, en especial las que tienen que ver con las mujeres, pero, por encima de todo, no ser militante. Por ello, se le ha acusado de ser ¡°feminazi¡±, de formar parte de un complot de extrema derecha, de ser un alfil de las fuerzas oscuras, de no tener capacidades para el cargo, de ¡°aferrarse¡± a un nombramiento que a¨²n no se hace efectivo, ¡°solo por el salario¡± (que es parte de un tabulador aprobado por el gobierno federal). No hablamos de un pu?ado de mensajes, sino de decenas de miles de tuits insultantes, virulentos, rabiosos, que siguen, d¨ªa tras d¨ªa, impulsados por el poder mediante algunos de sus incondicionales y de bots, desde luego, miles de bots, cuyo uso por parte del gobierno (y con recursos p¨²blicos) es, ya de entrada, impresentable.
A Lozano se le exige, en suma, renunciar a su nombramiento ¡°por congruencia¡±, porque alguien ¡°que no apoya a la transformaci¨®n¡± (es decir, al gobierno, que se ha apropiado de la palabrita como eslogan) no puede ser funcionario p¨²blico ni representante diplom¨¢tico. Esto ya es muy debatible. Pero que se haga mediante una campa?a de insultos y descalificaciones coordinada por lacayos y granjas de bots es una muestra m¨¢s de que la ¡°transformaci¨®n¡± es una simple forma de llamar al uso faccioso y partidista del poder. Puro jarabe de pico, pues.
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