El pa¨ªs de la justicia as¨ªntota
Por m¨¢s que se creen nuevos cuerpos policiacos o por m¨¢s que se disfrace a soldados de polic¨ªas, la pr¨¢ctica no solo no alcanza la promesa de campa?a de 2018, sino que se halla a¨²n muy lejos de la realidad
En El orden del tiempo, el f¨ªsico italiano Carlo Rovelli, quien ya hab¨ªa sacudido m¨¢s de una idea preconcebida con su libro anterior, Siete breves lecciones de f¨ªsica, demuestra que la estructura que los seres humanos le hemos otorgado al tiempo dista mucho de ser la estructura del tiempo.
El discurrir universal, que hemos asumido como un asunto lineal desde que Shiva danzara en el r¨ªo c¨®smico y este empezara a fluir, desde que el griego Cronos se atreviera a defender a su madre Gea y castrara a Urano, dejando, nuevamente, fluir el tiempo, o desde que los dioses primigenios del Popol Vuh, para, otra vez, dejar fluir el tiempo, dividieran el all¨¢ entonces del aqu¨ª ahora, quiz¨¢ no sea un asunto lineal.
Ni un asunto lineal ni tampoco, de hecho, un discurrir: en otras palabras, que esa idea que nos hacemos del tiempo, la de una l¨ªnea ¡ªesa l¨ªnea que nos ense?aron en casa o en la escuela y sobre la cual colocamos diversos sucesos hist¨®ricos o personales¡ª que avanza en un solo sentido y a un solo ritmo es falsa, pues el tiempo ni avanza sobre un solo riel ni discurre en un solo sentido ni posee un solo ritmo: ¡°El tiempo, simple y sencillamente, funciona de manera distinta de como se nos ha presentado, pero tambi¨¦n de como se nos presenta a diario¡±.
No es la intenci¨®n de este art¨ªculo desentra?ar la estructura verdadera del tiempo ¡ªlo que, hasta hoy, por lo menos, se sabe sobre esa estructura¡ª, ni demostrar, como hace Rovelli, los principios b¨¢sicos que desmontan nuestra idea preconcebida: a saber, que en el arriba y en el abajo el tiempo no discurre de igual forma ¡ªes decir, que el discurrir depende del lugar en el que se est¨¢¡ª; que ese discurrir, adem¨¢s de depender de la posici¨®n ¡ªla masa ralentiza el tiempo, por eso en J¨²piter es m¨¢s lento y en un hoyo negro casi se detiene¡ª sino tambi¨¦n del movimiento, pues, en pocas palabras, a mayor movimiento hay menos tiempo ¡ªmoverse a la velocidad de la luz implicar¨ªa ralentizar el tiempo¡ª, lo cual hace imposible que el ahora exista en dos lugares distintos, y que el presente no existe, precisamente, porque el ahora solo existe en singular ¡ªtodo lo que percibimos ya sucedi¨®, as¨ª que se encuentra en alg¨²n lugar del pasado¡ª.
Lo que me interesa es esta ¨²ltima idea ¡ªla idea de que el ahora es una noci¨®n que solo encuentra sentido en singular, es decir, en el ¨¢mbito de lo radicalmente local¡ª, porque es esta la que cimienta aquella otra concepci¨®n que tanto fascina a Rovelli: ¡°El presente es una burbuja, ?qu¨¦ tan grande? Bueno, pues depende de nuestra percepci¨®n¡±. Y ac¨¢ volvemos a la l¨ªnea que nos ense?aron cuando ¨¦ramos ni?os: ?por qu¨¦ intentamos representar el pasado, el presente y el futuro con una l¨ªnea recta, a veces incluso con una flecha? Porque, como escribe Rovelli ¡ªcomo han explicado, adem¨¢s, las neurociencias¡ª as¨ª funciona nuestra percepci¨®n: nuestra mente no percibe solo el presente, percibe en presente un fragmento del pasado y un fragmento del futuro ¡ªsomos, nosotros mismos, una burbuja al interior de la cual est¨¢n, junto a la percepci¨®n, la sospecha y la premonici¨®n, la punta de la memoria y de la imaginaci¨®n, del pasado y el futuro¡ª, pero, adem¨¢s, porque es incapaz, nuestra percepci¨®n, de comprender que todo lo que sucede en el pasado puede suceder en el fututo y todo lo que sucede en el futuro puede suceder en el pasado, otra vez, porque el discurrir es una noci¨®n nuestra, en tanto es una condici¨®n de la vida tal y como la habitamos.
El tiempo no acontece como acontece el tiempo, acontece como acontece el tiempo en nuestra mente: cada vez, sin embargo, estoy m¨¢s lejos de lo que quer¨ªa escribir ¡ªlo cual no importa demasiado, porque el pasado en el que quer¨ªa escribirlo no es, en realidad, el pasado o no es solamente el pasado, as¨ª que podr¨ªa haber querido otra cosa, sin ni siquiera imaginarlo, tal y como podr¨ªa, al final, obtener el resultado que buscaba, sin tampoco recordarlo¡ª: que la relaci¨®n entre nuestra percepci¨®n del tiempo y el tiempo en s¨ª, es decir, que la relaci¨®n entre la estructura que le hemos otorgado al tiempo y la estructura del tiempo podr¨ªa, curiosamente, representarse a trav¨¦s de una gr¨¢fica de as¨ªntotas, es decir, mediante una tangente al infinito de una rama parab¨®lica, que es lo mismo que dos l¨ªneas que se acercan y se acercan y se siguen acercando y se seguir¨¢n acercando eternamente pero no habr¨¢n nunca de tocarse, por m¨¢s que la distancia entre ambas tienda siempre al cero ¡ªla palabra as¨ªntota deriva del griego asympt¨tos (aquello que no cae) y fue utilizada por primera vez por el matem¨¢tico y astr¨®nomo Apolonio de Perga, en su obra Sobre las secciones c¨®nicas.
Asint¨®tico: podr¨ªamos decir que a esa f¨®rmula est¨¢ condenado nuestro cerebro, el cerebro humano, un cerebro asint¨®tico, porque as¨ª es la relaci¨®n que establecemos con todo aquello que pretendemos conocer: entre la realidad y el conocimiento, a fin de cuentas, est¨¢ siempre nuestra percepci¨®n. La realidad y nuestro conocimiento de la realidad est¨¢n condenadas, pues, a ser dos l¨ªneas que se acercan y se acercan y se siguen acercando y se seguir¨¢n acercando eternamente, pero no habr¨¢n nunca de tocarse, por m¨¢s que la distancia entre ambas, tienda siempre al cero. Y lo mismo pasa, por supuesto, con nuestra intervenci¨®n sobre la realidad, es decir, no solo con nuestro conocimiento, sino con nuestras acciones: estas tambi¨¦n funcionan asint¨®ticamente, con respecto a la realidad. En otras palabras, al igual que la teor¨ªa, la pr¨¢ctica humana tambi¨¦n es una tangente al infinito de una rama parab¨®lica.
Y creo que era a esto a lo que quer¨ªa llegar, aunque, claro, ya no estoy seguro: nuestras creaciones ¡ªda igual si se trata de creaciones art¨ªsticas, sociales, pol¨ªticas o cient¨ªficas¡ª tienden a acercarse a la realidad, pero jam¨¢s la alcanzan ¡ªseamos m¨¢s precisos, pensemos en la econom¨ªa, en la justicia o en la equidad¡ª. Y ac¨¢ regresa las burbujas que somos, porque en la pr¨¢ctica la as¨ªntota no solo funciona con respecto a la realidad sino que tambi¨¦n lo hace con respecto a la teor¨ªa. En otras palabras, la pr¨¢ctica reproduce otra as¨ªntota, que corre en tangente y al infinito, al lado de la l¨ªnea de la teor¨ªa, pero sin alcanzar tampoco a esta: lo que se quer¨ªa y lo que se consigui¨®, no solo lo que se quer¨ªa y lo que era.
Por supuesto, como en todo, hay de as¨ªntotas a as¨ªntotas. Pensemos, por ejemplo, en la as¨ªntota de la justicia mexicana: por m¨¢s que se creen nuevos cuerpos policiacos, por m¨¢s que se disfrace a soldados de polic¨ªas para seguirlos sacando a las calles, por m¨¢s que se encumbren fiscales y s¨²per fiscales, la pr¨¢ctica no solo no alcanza a la tangente de la idea que se repiti¨® una y otra vez en la campa?a de 2018 ¡ªcampa?a que constata que el presente no existe, pues el pasado sigue aqu¨ª y el futuro ya pas¨®¡ª sino que se halla a¨²n muy lejos de la realidad.
Pero como ya no s¨¦ a donde iba, que es lo mismo que no saber d¨®nde estoy y es lo mismo, tambi¨¦n, que no saber de d¨®nde vengo, mejor acabo como deb¨ª haber empezado: es verdad que el ahora no existe en plural porque el tiempo es un universo de burbujas, en cada una de las cuales hay un ahora diferente.
De ah¨ª que tengamos tantos problemas para que algo como la falta de justicia, mejor dicho, como la justicia as¨ªntota de nuestro pa¨ªs, est¨¦ clara para todos: hay burbujas en las que la justicia, incre¨ªblemente, parecer¨ªa haber sido alcanzada. Basta con ver la burbuja de Palacio, donde todo pareciera ser distinto no solo de lo que se percibe en el resto de burbujas, sino de la realidad.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.