Pujx. Citlalli Hern¨¢ndez y la falacia Ad-iPhone
Se confunde hacer cr¨ªtica anticapitalista con tener una vida no-capitalista; tener una vida fuera del capitalismo es pr¨¢cticamente imposible
Hace unos d¨ªas, alguien le hizo llegar a la periodista Leticia Robles de la Rosa, la imagen de la senadora y secretaria general del partido Morena, Citlalli Hern¨¢ndez, sentada dentro de una tienda Apple, conocida tambi¨¦n como MacStore. Por alguna extra?a raz¨®n, esta imagen pareci¨® de tal inter¨¦s a la periodista que decidi¨® compartirlo en redes sociales, bajo el argumento de que no es com¨²n ver a una senadora de la Rep¨²blica en un lugar tan concurrido. En la imagen, Citlalli Hern¨¢ndez parece estar entretenida con su tel¨¦fono, no sabemos si es el propio o est¨¢ probando alguno de los productos de la tienda. Esta imagen fue compartida muchas veces e incluso portales de noticias la replicaron y, claro, desat¨® una serie de reacciones de diverso tipo.
Adem¨¢s de los ataques mis¨®ginos y gordof¨®bicos que frecuentemente recibe la senadora Citlalli Hern¨¢ndez y que no deben dejar de condenarse nunca en ning¨²n caso y para ninguna persona, en esta ocasi¨®n escuch¨¦ y le¨ª descalificaciones sobre sus simpat¨ªas y sus ideas pol¨ªticas bas¨¢ndose en su visita a una tienda Apple. Este tipo de descalificaciones son en realidad muy frecuentes, se trata de un tipo de falacia adhominem (atacar a la persona y no al argumento) que, por su gran popularidad, he bautizado como la falacia Ad-iPhone, una falacia que plantea que no puedes criticar el capitalismo si usas un tel¨¦fono iPhone o cualquier producto desarrollado, en su opini¨®n, gracias a este mismo sistema.
Quienes hacemos cr¨ªticas al sistema capitalista frecuentemente enfrentamos este tipo de descalificaciones: ¡°sin el capitalismo no podr¨ªas estar usando esa computadora para redactar tus ideas¡± ¡°sin el capitalismo no podr¨ªas tener ese iPhone para expresar tu opini¨®n en las redes sociales¡±. Al parecer se confunde hacer cr¨ªtica anticapitalista con tener una vida no-capitalista; tener una vida fuera del capitalismo es pr¨¢cticamente imposible pues se trata de un sistema hegem¨®nico que nos deja sin opciones. Ojal¨¢ mi sola voluntad me pudiera dar una vida fuera del capitalismo. Ojal¨¢ que hacer cr¨ªticas al capitalismo me sacara inmediatamente de ese sistema que est¨¢ llevando al planeta a una devastaci¨®n in¨¦dita que pone en riesgo la vida misma de la humanidad.
Si bien es posible impulsar, fortalecer y tener pr¨¢cticas anticapitalistas, no es posible salirse de ese sistema solo por el deseo de hacerlo, la imposibilidad de la vida fuera del capitalismo es lo que lo hace hegem¨®nico y esa imposibilidad no deber¨ªa de restar autoridad a nadie para criticar ese sistema. Justo el hecho de no tener opci¨®n de vida fuera del capitalismo es lo que motiva mi queja y los espacios anticapitalistas o pericapitalistas que construimos solo se sostienen si son procesos sostenidos en colectivo.
Algunas personas dir¨¢n entonces que me mude a un pa¨ªs comunista como Cuba, tal como se lo sugirieron a la senadora Citlalli Hern¨¢ndez en los comentarios que criticaban su visita a una MacStore. En esta visi¨®n simplista de las cosas, el mundo se divide en pa¨ªses capitalistas y comunistas y basta con elegir irnos a vivir al pa¨ªs que tenga las caracter¨ªsticas de nuestras preferencias. Pero todo es, como siempre, m¨¢s complejo. Si entendemos el capitalismo como un sistema global, entonces todos los pa¨ªses, incluyendo aquellos que tienen un mayor control sobre asuntos econ¨®micos est¨¢n tambi¨¦n dentro del sistema capitalista cuyas din¨¢micas afectan tambi¨¦n su econom¨ªa y su funcionamiento.
Pensar que Cuba est¨¢ fuera del sistema capitalista es, por decir lo menos, una idea ingenua. No se puede salir del capitalismo por decreto. Por otro lado, ?tenemos que hacer una cr¨ªtica de nuestros h¨¢bitos de consumo? Por supuesto, la vieja pregunta sobre si es posible un consumo ¨¦tico dentro del capitalismo est¨¢ activa siempre. Una amiga me contaba de que podemos tratar de hacer usos anti-capitalistas de los productos que adquirimos m¨¢s que de tratar de hallar, casi siempre de manera infructuosa, un producto que haya sido confeccionado de manera impoluta fuera de los efectos del sistema. Esto incluir¨ªa hacer un uso lo m¨¢s prolongado posible de cada elemento, reparar y alargar lo m¨¢s posible su vida ¨²til.
Sin embargo, si solo realizamos estas acciones por una congruencia individual su impacto ser¨¢ muy peque?o, son los cambios colectivos los que pueden hacer una diferencia. En muchas comunidades ind¨ªgenas a¨²n podemos encontrar espacios pericapitalistas y anticapitalistas que apuntan a otras l¨®gicas que utilizan la reciprocidad como una estrategia para satisfacer las necesidades de las personas y mucha gente trata de fortalecerlas, mantenerlas vivas es importante, podemos aprender de estos espacios pr¨¢cticas clave que apuntan hacia otras l¨®gicas.
Otro aspecto importante a considerar es que la exigencia de aparatos como un iPhone es presentada como un logro del capitalismo, como si la innovaci¨®n tecnol¨®gica que hay detr¨¢s de estos aparatos no hubiera sido posible sin capitalismo. Pero en realidad, habr¨ªa que preguntarnos qu¨¦ tanto la innovaci¨®n tecnol¨®gica ha sido afectada por las exigencias del mercado y por el hecho de que est¨¢ sujeta a la conversi¨®n de estas innovaciones en mercanc¨ªas. Por ejemplo, ?qu¨¦ tanto el hecho de que un software sea privativo impacta en la posibilidad de ser mejorado? ?no ser¨¢ la cooperaci¨®n y la colaboraci¨®n colectiva mejor para la innovaci¨®n tecnol¨®gica que la competencia capitalista?
Por otra parte, la producci¨®n en masa de muchos productos tecnol¨®gicos se realiza explotando a personas y territorios oprimidos por el sistema capitalista. Para que un peque?o grupo se beneficie de la venta de los tel¨¦fonos inteligentes, la miner¨ªa ha contaminado la tierra donde viven ciertos pueblos o se las ha desplazado, se ha explotado tambi¨¦n el trabajo de muchas personas en las diferentes etapas de la cadena de producci¨®n, todas estas personas han hecho posible la existencia de un producto tecnol¨®gico, pero no participan de las ganancias de las ventas.
Adem¨¢s, a veces, las personas directamente afectas ni siquiera pueden adquirir un iPhone por sus altos costos y si lo hacen, no podr¨¢n quejarse del capitalismo que les explota seg¨²n la l¨®gica de quienes recurrentemente usan la falacia Ad-iPhone. El hecho de que la senadora Citlalli Hern¨¢ndez tenga o no tenga un gusto por los iPhones no puede ser usado para descalificar sus posturas pol¨ªticas. Adem¨¢s, por lo que hemos visto, la llamada Cuarta Transformaci¨®n tiene, al menos en el discurso, planteamientos antineoliberales pero no anticapitalistas, en este punto el estado de las cosas sigue intacto.
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