Tras el asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaqu¨ªn Mora quedan pendientes la justicia y la reconciliaci¨®n
La realidad de la violencia no se solucionar¨¢ solamente apresando a los cabecillas, se necesita renovar nuestras instituciones

El pasado lunes 20 de junio de 2022, fueron asesinados en el templo de Cerocahui, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaqu¨ªn Mora, as¨ª como a Pedro Palma, un conocido gu¨ªa de turistas de la zona. Durante las horas siguientes, la Compa?¨ªa de Jes¨²s se comunic¨® con los diferentes niveles de gobierno para alertar el hecho y pedir ayuda para proteger a los jesuitas que segu¨ªan en la zona, as¨ª como a las religiosas y la propia comunidad, y emprender la b¨²squeda de los tres cuerpos.
De inmediato, una lluvia de mensajes y gestos de solidaridad empez¨® a llegar hacia la comunidad jesuita, con el grito un¨¢nime: ?basta de tanta violencia!
El mi¨¦rcoles 22 de junio, la gobernadora del Estado de Chihuahua, Mar¨ªa Eugenia Campos, se comunic¨® para informarnos que los cuerpos hab¨ªan sido localizados y, de manera inmediata, se prepar¨® el viaje para su reconocimiento. Acompa?ados por el director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agust¨ªn Pro Ju¨¢rez, obra jesuita, confirmamos ante las autoridades del Estado que los cuerpos recuperados corresponden a nuestros hermanos Javier y Joaqu¨ªn. Tambi¨¦n fue identificado el se?or Pedro Palma.
El padre Joaqu¨ªn Mora fue un hombre de gran cercan¨ªa con las familias, dispuesto a estar con ellas ante cualquier necesidad. Sus acciones y la intensa convivencia con la gente generaron el respeto de toda la comunidad, incluso de los hombres armados de esta regi¨®n. El padre Javier Campos conoc¨ªa perfectamente el mundo rar¨¢muri, fue un luchador incansable de la iglesia aut¨®ctona y la inculturaci¨®n del evangelio, siempre abierto a los j¨®venes y sus nuevas sensibilidades.
Ambos eran hombres de paz y reconciliaci¨®n, supieron tejer redes entre los diferentes actores de la comunidad, reconocieron lo mejor de cada uno. Sab¨ªan integrar a los rar¨¢muris y a los mestizos, a los j¨®venes y a los adultos, a los hombres y las mujeres, a los cargos civiles y los cargos tradicionales. Hay mucho que aprender de estos misioneros en estos tiempos en que la pr¨¢ctica cotidiana es excluir, se?alar el error del otro y desconfiar del desconocido.
En memoria de ellos, y de tantas v¨ªctimas de la violencia en M¨¦xico, los jesuitas seguiremos trabajando por conservar el legado que nuestros hermanos han dejado: buscar la paz y la reconciliaci¨®n del pa¨ªs. Sabemos que las ra¨ªces de la violencia son profundas y que los cambios que necesitamos son enormes, tantos que ning¨²n actor puede trabajar por s¨ª solo para logarlos.
Por eso, como jesuitas de M¨¦xico, hacemos un llamado para que la sangre derramada por tantos asesinatos que se cometen cada d¨ªa en M¨¦xico conmueva nuestros corazones y haga surgir la fuerza para transformar nuestras instituciones, nuestras comunidades y nuestras personas. La realidad de la violencia no se solucionar¨¢ solamente apresando a los cabecillas, a los generadores de violencia, se necesita tambi¨¦n renovar nuestras instituciones y no perder de vista que estas zonas a¨²n permanecen en el abandono institucional.
Hoy, los cuerpos de nuestros hermanos han sido encontrados, pero hay muchos m¨¢s desaparecidos y son heridas abiertas en el pa¨ªs. El operativo realizado por elementos del Ej¨¦rcito, de la Guardia Nacional y de la Fiscal¨ªa estatal tuvo ¨¦xito, pero es notorio que las polic¨ªas municipales est¨¢n debilitadas. Adem¨¢s, la descomposici¨®n del tejido social, producto del abandono, sigue creciendo de manera desproporcionada y pone en riesgo la vida de las personas y la existencia de comunidades enteras.
Joaqu¨ªn y Javier: necesitamos de su sabidur¨ªa para emprender este camino por la paz, que el dolor y la indignaci¨®n de su asesinato sea semilla de paz y encuentro, de nuevos caminos para hacer justicia y construir el M¨¦xico que deseamos.
Ahora, la comunidad de Cerocahui podr¨¢ llevar a cabo los ritos cristianos y rar¨¢muris para despedir a Joaqu¨ªn y Javier, pero quedan a¨²n pendientes la justicia y la reconciliaci¨®n.
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