L¨®pez Obrador en 2033
?Qu¨¦ quedar¨¢ de la impronta del presidente en diez a?os? Algunos cambios ser¨¢n ef¨ªmeros, otros se modificar¨¢n por las circunstancias y habr¨¢ aquellos que pervivir¨¢n, incorporados al ADN de la vida p¨²blica de M¨¦xico
?Qu¨¦ quedar¨¢ de la impronta de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador de aqu¨ª a diez a?os? Desde luego, habr¨¢ una lluvia de balances al final de su sexenio, a partir de la revisi¨®n transversal de la econom¨ªa, la sociedad, la pol¨ªtica y hasta la geograf¨ªa del pa¨ªs. Pero en los siguientes a?os algunos de los cambios resultar¨¢n ef¨ªmeros, otros se modificar¨¢n como producto natural de las circunstancias y las peculiaridades de cada administraci¨®n, y habr¨¢ tambi¨¦n aquellos que pervivir¨¢n, incorporados al ADN de la vida p¨²blica de M¨¦xico. De entrada, me gustar¨ªa se?alar tres de estos ¨²ltimos. Dos de ellos, me parece, son de car¨¢cter positivo; el tercero, en cambio, muy preocupante.
El primero y quiz¨¢ m¨¢s destacado aporte de largo plazo del obradorismo a la sociedad mexicana ha sido el cambio de paradigma con relaci¨®n a las mayor¨ªas dejadas atr¨¢s por el modelo anterior. ¡°Primero los pobres¡±, lema de campa?a convertido en mantra de gobierno a lo largo de este sexenio, lleg¨® para quedarse por un buen rato. Ensimismados en la pretensi¨®n de convertirnos en un pa¨ªs moderno y bajo la creencia de que la prosperidad del tercio superior de la estructura social equival¨ªa a eso, desde?amos el enorme precio que se estaba pagando: el rezago de millones de personas y de regiones geogr¨¢ficas completas. La tensi¨®n de esa disparidad no iba a ser indefinida y, en cierta forma, L¨®pez Obrador result¨® una v¨ªa de escape de la inconformidad, al ofrecer una opci¨®n electoral y una esperanza.
Eso no era as¨ª hace ocho a?os. El discurso dominante de las ¨¦lites del sector p¨²blico y privado iba dirigido a los sectores medios, como si las grandes masas estuvieran a punto de integrarse en ellos. ¡°S¨²bitamente¡± descubrimos que no solo no estaba sucediendo, sino que la disparidad segu¨ªa aumentando en detrimento de la mitad m¨¢s pobre, aunque no los vi¨¦ramos (salvo para efectos electorales o motivo de caridad p¨²blica). L¨®pez Obrador los convirti¨® en principio y fin de la voluntad pol¨ªtica del gobernante.
En ese sentido, el imperativo moral, pol¨ªtico e incluso de oportunidad econ¨®mica (por la creaci¨®n de mercado interno masivo) que conlleva atender prioritariamente el problema de la pobreza, lleg¨® para quedarse. La conversaci¨®n p¨²blica, las agendas de los partidos y de los gobernantes, las exigencias a la clase pol¨ªtica giran en gran medida en torno a esa premisa. La elecci¨®n de X¨®chitl G¨¢lvez como candidata del Frente por M¨¦xico es un indicador del grado en que ha profundizado esta noci¨®n. En condiciones ¡°normales¡±, los candidatos naturales para el PAN y el PRI habr¨ªan sido Santiago Creel y Enrique de la Madrid, respectivamente. Cuadros modernos, educados, t¨¦cnicos y preparados con relaci¨®n al paradigma anterior. Pero invendibles bajo el nuevo criterio. La oposici¨®n tuvo que rebuscar entre sus filas hasta encontrar a la figura que menos desentonara con el nuevo imperativo de atender el tema de la pobreza. En ese sentido, y para su desgracia, la oposici¨®n se ve obligada a jugar en cancha ajena.
El segundo cambio estructural, me parece, es el de la austeridad de la vida p¨²blica. Con esto no afirmo que la corrupci¨®n haya desaparecido, ni mucho menos; hablo simplemente de la noci¨®n de valores ¨¦ticos e incluso est¨¦ticos con relaci¨®n al abuso sobre el patrimonio p¨²blico por parte de la clase pol¨ªtica. No es que antes fuese bien visto que un miembro del gabinete tomara un helic¨®ptero para ir a jugar golf el fin de semana, que el cumplea?os de un cacique tuviera 500 invitados, que los gobernadores acumularan ranchos, o que cualquier pol¨ªtico llegara a un restaurante con media docena de guaruras. No era bien visto, pero suced¨ªa y formaba parte de nuestra mec¨¢nica nacional. Y tampoco es que haya desaparecido por completo, pero ahora supone una factura pol¨ªtica exponencial y prohibitiva.
El lema inscrito en el pecho y la cartera de todo funcionario, ¡°pol¨ªtico pobre es un pobre pol¨ªtico¡±, convert¨ªa la mesura en un asunto de estupidez. Hoy la mera posibilidad de que un candidato demuestre que vive en casa de clase media y maneje un auto modesto constituye un positivo en materia de votos. ?Que hay mucho de pose en todo eso? Quiz¨¢. Pero algo dice que los signos de respeto sean esos y no el dispendio y la estridencia de recursos con los que todo pol¨ªtico sol¨ªa difundir su ¨¦xito. Eso, tambi¨¦n, lleg¨® para quedarse otro buen rato.
Por desgracia tambi¨¦n lleg¨® para quedarse el empoderamiento del Ej¨¦rcito. Se requerir¨ªa m¨¢s espacio para abordar los muchos filones de un tema tan complejo. Pero es evidente que L¨®pez Obrador recurri¨® a las fuerzas armadas en un primer momento para sacar adelante objetivos durante su administraci¨®n. Resulta razonable que haya decidido apoyarse en ellos para la construcci¨®n de las grandes obras p¨²blicas: eficientes, baratos y r¨¢pidos. Y, aunque discutible, el uso de los militares en la seguridad p¨²blica tendr¨ªa sentido si el diagn¨®stico parte de que la capacidad de fuego del crimen organizado hab¨ªa desbordado al de las polic¨ªas; despu¨¦s de todo, era l¨®gico aprovechar 300.000 elementos del Estado mexicano cuando se est¨¢ perdiendo esa guerra (aunque no se quiera reconocer as¨ª).
Lo que cuesta m¨¢s trabajo entender es el car¨¢cter irreversible que decidi¨® otorgar el presidente a este protagonismo del Ej¨¦rcito. Una cosa es apoyarse en ellos para sacar adelante objetivos sexenales y otra convertirlos en un actor central de la vida p¨²blica de manera permanente. Poner en sus manos a la Guardia Nacional, como lo pretende con car¨¢cter constitucional, es una medida de alto riesgo por el peso que los militares tendr¨ªan en la vida cotidiana de los ciudadanos. Igual o m¨¢s delicado es otorgarles parcelas completas de la Administraci¨®n P¨²blica, como aduanas, puertos, aeropuertos, trenes, actividades tur¨ªsticas o empresas p¨²blicas ajenas a temas castrenses. Si ellos internalizan la noci¨®n de que son m¨¢s eficientes y honestos que los civiles en el manejo de la Administraci¨®n P¨²blica, no hay l¨ªmite al espacio que puedan pretender hasta por razones ¡°patri¨®ticas¡±. El presidente no quer¨ªa que el tren maya fuese privatizado el d¨ªa de ma?ana, pero compr¨® un seguro prohibitivo.
Uno de los grandes aciertos del PRI posrevolucionario, adem¨¢s de la no reelecci¨®n, fue el marginamiento de los generales en el manejo de la cosa p¨²blica. Un acierto, porque para toda sociedad constituye un reto la correlaci¨®n de fuerzas con el actor que monopoliza el poder f¨ªsico. Ese equilibrio quedar¨¢ en riesgo. Quiero ver al gobernador que pretenda acotarlos, al empresario que se atreva a competir con ellos, al presidente que quiera regresarlos a sus cuarteles. Se ha abierto una rendija en la caja de pandora.
Dentro de diez a?os estos temas seguir¨¢n vigentes. Un cambio de paradigmas positivo en materia de pobreza y mesura de la vida p¨²blica que resultaba urgente; un empoderamiento de los militares que, esperamos, no se termine saliendo de cauce.
@jorgezepedap
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