Necedad
Hemos de recordar y reconocer dolorosamente que M¨¦xico sigue siendo el pa¨ªs m¨¢s peligroso para el ejercicio de la prensa de este lado del mundo
Hay una edad en que la necedad obstruye cualquier felicidad o hay una falsa potestad ajena a la verdad que transpira una necedad casi maldad o la obviedad de la necedad unida a fealdad sin lealtad pretende una facultad en nulidad¡ ya ni s¨¦ bien c¨®mo decirlo: la asiduidad de la necedad con la que el presidente de M¨¦xico presume su majestad desde la columna de la bipolaridad.
En confirmaci¨®n de la necedad censora y la descalificaci¨®n de todo lo adverso vuelve a denostar un ejercicio period¨ªstico con maldad, necedad y pretendida potestad¡ efectivamente, contra la Libertad. Seg¨²n su propio dicho, ¡°por encima de la ley est¨¢ la autoridad moral, la autoridad pol¨ªtica (de ?l mismo)¡±. Como nuevo golpe a los medios de comunicaci¨®n en general, el Supremo expuso p¨²blicamente el n¨²mero telef¨®nico de una periodista y un cuestionario (con cuestionamiento incluido) del peri¨®dico The New York Times antes de ser publicado un reportaje sobre supuestas aportaciones econ¨®micas que recibi¨® su campa?a en 2018 para llegar a la Presidencia de la Rep¨²blica directamente o filtradamente del crimen organizado o bien llamado narcotr¨¢fico.
El mentado cuestionario que ha generado diversas mentadas versaba sobre supuestos v¨ªnculos de los hijos y colaboradores cercanos del Preciso con el crimen organizado y se supone que es de caj¨®n que los diarios de veras en pos de la veracidad sometan cuestionarios de ese ¨¢nimo para que las partes involucradas respondan y fijen su posici¨®n antes de la publicaci¨®n del reportaje mismo. Lo que no es costumbre es el ladrido que revela p¨²blicamente el cuestionario mismo (y adem¨¢s el tel¨¦fono o datos del periodista o reportero antes de ducha publicaci¨®n¡ maniobra manoseada por quienes intentan desacreditar dicha investigaci¨®n a priori o bien blindarse antes de los hechos para obviar o nulificar hechos pasados.
?Qu¨¦ sentido tiene volver a gastar una columna (period¨ªstica) contra la rumiante recurrencia del habitante de la columna (marm¨®rea y cacariza) del poder presidencial? Ha tiempo que no pocos escritores en columnas o sobremesas, as¨ª como miles de ciudadanas en el diario batallar y otros millones de mexicanos aqu¨ª, all¨¢ y por todos lados hab¨ªamos optado por silenciar, callarnos ante la retah¨ªla cansina de todos estos desprop¨®sitos, pero ahora y por lo menos es m¨ªnima obligaci¨®n volver a defender la libertad contra toda potestad impositiva o autoritaria, contra toda maldad salival, labial o labiodental y contra la misma necedad de siempre.
El hecho de que la postura del Sereno y sus secuaces denigren o demeriten la labor de la periodista Natalie Kitroeff y una vez m¨¢s a The New York Times en general y de bulto produce en no pocos lectores el efecto contrario al deseo del dedazo flam¨ªgero. Es decir, una vez que se public¨® el mentado reportaje y una vez que se escuchan voces en defensa de la libertad de expresi¨®n, hemos de recordar y reconocer dolorosamente que M¨¦xico sigue siendo el pa¨ªs m¨¢s peligroso para el ejercicio de la prensa de este lado del mundo, que el ladrido desde p¨²lpito p¨²trido o columna endeble confirma el imperio de las mentiras como maquillaje descarado del desatino y la improvisaci¨®n, simulaci¨®n e intimidaci¨®n que ¨Cas¨ª pasen lustros- han de evaporarse ante el estruendo contundente de su fracaso, naufragio o evaporaci¨®n.
?Autoridad sobre legalidad?, como defensa delirante ante lo verificable y su veracidad. ?Dignidad o potestad?, como berrinche o trinchera contra la tenacidad de las preguntas o cuestionamientos. ?Falsedad o maldad?, como sonrisita canosa en maquillaje de evasi¨®n. En realidad, tanta proximidad o familiaridad a la enfermedad o humedad (ajena a la bondad o reciprocidad y propensa a la parquedad) confirman con alta viscosidad una verdad, si no es que obviedad con voluptuosidad: la imposibilidad de aliviar tanta pinche necedad.
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