Mujeres ind¨ªgenas y violencia estructural
Para cierto feminismo de tradici¨®n occidental, las mujeres ind¨ªgenas son tratadas como entidades pasivas v¨ªctimas de todas las opresiones sin capacidad de agencia, mujeres a las que hay que tutelar
Lo dicen todos los n¨²meros, las estad¨ªsticas y los instrumentos de evaluaci¨®n, ser una mujer ind¨ªgena implica sufrir una serie de violaciones de derechos de manera sistem¨¢tica y estructural. A lo largo de la historia, la poblaci¨®n ind¨ªgena ha sido empobrecida mediante despojo y extractivismo; a pesar del papel fundamental de las mujeres ind¨ªgenas en la defensa de sus territorios, son ellas las que han sido m¨¢s afectadas en el proceso de pauperizaci¨®n que sus pueblos han sufrido a lo largo del colonialismo. Diferentes intelectuales, entre ellas la antrop¨®loga kaqchikel Aura Cumes, han enfatizad...
Lo dicen todos los n¨²meros, las estad¨ªsticas y los instrumentos de evaluaci¨®n, ser una mujer ind¨ªgena implica sufrir una serie de violaciones de derechos de manera sistem¨¢tica y estructural. A lo largo de la historia, la poblaci¨®n ind¨ªgena ha sido empobrecida mediante despojo y extractivismo; a pesar del papel fundamental de las mujeres ind¨ªgenas en la defensa de sus territorios, son ellas las que han sido m¨¢s afectadas en el proceso de pauperizaci¨®n que sus pueblos han sufrido a lo largo del colonialismo. Diferentes intelectuales, entre ellas la antrop¨®loga kaqchikel Aura Cumes, han enfatizado que este colonialismo es patriarcal y que el patriarcado que oprime a las mujeres ind¨ªgenas y afrodescendientes es esencialmente de naturaleza colonial. No puede explicarse la situaci¨®n actual de las mujeres ind¨ªgenas sin tomar en cuenta estos sistemas de opresi¨®n. Siguiendo este planteamiento, la posici¨®n de las mujeres ind¨ªgenas con respecto de los hombres ind¨ªgenas se explica por la opresi¨®n desde el g¨¦nero que configur¨® el colonialismo mientras que su posici¨®n con respecto de las mujeres no ind¨ªgenas se plantea desde la opresi¨®n que genera el racismo colonial. Adem¨¢s, estos sistemas de opresi¨®n colocan tambi¨¦n a las mujeres ind¨ªgenas dentro de categor¨ªas oprimidas en el sistema capitalista. Esta situaci¨®n explica la violencia estructural a la que las mujeres ind¨ªgenas hemos sido sometidas pero enmarca tambi¨¦n las luchas emprendidas para resistir y combatir las diferentes opresiones.
Cualquier medici¨®n num¨¦rica refleja la situaci¨®n. Seg¨²n datos Consejo Nacional de Evaluaci¨®n de la Pol¨ªtica de Desarrollo Social 2010-2018 (Coneval), las personas que hablan lenguas ind¨ªgenas tienen 263% m¨¢s probabilidades de ubicarse en el escal¨®n de ingresos y riqueza m¨¢s bajo del pa¨ªs que las personas que no las hablan. Esta probabilidad aumenta a 280% si se trata de mujeres. En cuanto a los indicadores de carencias sociales para mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres calcula, con datos del Coneval, que, de todas las mujeres hablantes de lenguas ind¨ªgenas de 3 a?os y m¨¢s, el 46,7% se encuentra en rezago educativo, el 10,1% tiene carencias en cuanto al acceso a los servicios de salud, el 79,7% tiene carencia en cuanto al acceso a la seguridad social, el 32,2% carece de espacios de vivienda o de calidad de estos espacios, el 66,5% de ellas carecen de los servicios ba?sicos y el 33.5% de ellas no tienen acceso a alimentacio?n adecuada. Sobre educaci¨®n y analfabetismo, se ve claramente una diferencia por g¨¦nero, el analfabetismo se presenta en el 35,6% de las mujeres ind¨ªgenas y en el 17,8% de los hombres mientras que el promedio de escolaridad de las mujeres ind¨ªgenas es de 5,8 y 6,7 para los hombres.
Esta situaci¨®n contrasta con la participacio?n econo?mica de las mujeres ind¨ªgenas en M¨¦xico. En el a?o 2020, el 42,8% de las mujeres ind¨ªgenas de 12 a?os y m¨¢s declararon ser econ¨®micamente activas, esta cifra es incluso mayor con respecto del nivel nacional, pues solo el 42,4% del total de las mujeres mexicanas son consideradas econ¨®micamente activas. Es importante aclarar que estos datos solo toman en cuenta el trabajo asalariado, los trabajos de cuidado que se han cargado sobre las mujeres en general y sobre las mujeres ind¨ªgenas en particular no est¨¢n contabilizados, tampoco lo est¨¢n los trabajos que hacen las mujeres ind¨ªgenas en el campo, en los cultivos tradicionales o en la defensa del territorio por mencionar solo algunos de los muchos trabajos no remunerados.
La violencia estructural aumenta cuando se trata de mujeres que hablan solo una lengua ind¨ªgena. El problema no es el monoling¨¹ismo en s¨ª, en este momento de la historia la mayor parte de las mujeres mexicanas son monoling¨¹es en espa?ol; el problema es que el estado mexicano castiga el uso de las lenguas ind¨ªgenas en el acceso a los sistemas de salud, de justicia y de educaci¨®n, entre muchos otros. El porcentaje de mujeres monoling¨¹es en lengua ind¨ªgena es mayor al de los hombres, 14,5% contra el el 8,9%. Sin respeto a los derechos ling¨¹¨ªsticos, no es posible garantizar el disfrute de derechos humanos b¨¢sicos.
Durante la d¨¦cada de los 80 del siglo XX, era com¨²n que las mujeres de la regi¨®n mixe en la Sierra Norte de Oaxaca sufrieran alg¨²n tipo de esterilizaci¨®n sin su consentimiento. Las historias abundaban: mujeres a quienes les hab¨ªa sido colocado un dispositivo intrauterino sin consultarles si ¨¦se era su deseo; el mecanismo era casi siempre el mismo, les hac¨ªan firmar documentos en espa?ol que nadie les hab¨ªa explicado ni traducido previamente. Muchas de estas mujeres sufr¨ªan secuelas pues, sin saber que les hab¨ªan colocado este dispositivo, no se hac¨ªa el seguimiento necesario. Las historias de violencia obst¨¦trica en hospitales y cl¨ªnicas cercanas eran tambi¨¦n muy frecuentes y la violaci¨®n de los derechos ling¨¹¨ªsticos estaba casi siempre involucrada, ?c¨®mo explicar los s¨ªntomas, tan fundamentales para un buen diagn¨®stico, si no se garantizaba la presencia de int¨¦rpretes adecuados?
Aunque los programas que ten¨ªan como objetivo disminuir la tasa de natalidad de la poblaci¨®n ind¨ªgena ya no se implementan con el af¨¢n y la sistematicidad de finales del siglo pasado, la violaci¨®n de los derechos de las mujeres ind¨ªgenas, sobre todo de las que hablan una lengua ind¨ªgena, sigue siendo un problema urgente y afecta no solo al derecho a la salud sino tambi¨¦n el acceso a la justicia y a la educaci¨®n. En 2013, en Oaxaca, una mujer mazateca dio a luz en el patio de un hospital sin recibir atenci¨®n m¨¦dica, el personal argument¨® que, al no hablar espa?ol, no hab¨ªan entendido sus requerimientos. A pesar de todas las denuncias, el sistema de salud contin¨²a sin crear una necesario y urgente red de int¨¦rpretes en los hospitales en territorios de pueblos ind¨ªgenas. Dada esta situaci¨®n, generalmente se narra que el problema es que estas mujeres no hablan espa?ol cuando el problema es que el estado mexicano ha sido incapaz de crear un sistema de salud intercultural en los propios territorios en los que viven estas mujeres.
Cuando las mujeres ind¨ªgenas se enfrentan al sistema judicial, se encuentran con m¨¢s violencia estructural, sea en casos en los que est¨¦n denunciando violencia de g¨¦nero o sea que est¨¦n sometidas a alg¨²n procedimiento legal. Casos como el de Adela Ram¨ªrez, del pueblo ch¡¯ol, que estuvo siete a?os presa en Chiapas porque nunca le asignaron int¨¦rprete o el caso de Rosal¨ªa Garc¨ªa Alvarado, del pueblo mazateco, a la que le arrebataron tres hijos al coaccionarla a firmar un documento que no hab¨ªa sido traducido o interpretado a su lengua son evidencia de la violencia estructural que las instituciones del estado ejercen sobre los pueblos ind¨ªgenas.
Toda esta violencia estructural no se ha quedado sin respuesta. Para cierto feminismo de tradici¨®n occidental, las mujeres ind¨ªgenas son tratadas como entidades pasivas v¨ªctimas de todas las opresiones sin capacidad de agencia, mujeres a las que hay que tutelar. Sin embargo, un ligero recorrido hist¨®rico nos evidencia la fundamental participaci¨®n de las mujeres ind¨ªgenas en movimientos emancipatorios, de resistencia, de lucha por la justicia y defensa del territorio. Desde el establecimiento del colonialismo patriarcal, las mujeres ind¨ªgenas han encabezado y participado en distintas rebeliones; en 1660 Luc¨ªa Mar¨ªa y Francisa Cecilia fueron dos mujeres fundamentales en la rebeli¨®n de zapotecos, ikoots, mixes y chontales contra la Alcald¨ªa Mayor de Tehuantepec provocada por abusos y pesadas cargas de tributo que pon¨ªan en riesgo la vida de sus comunidades; Mar¨ªa de la Candelaria, una joven tseltal de aproximadamente 14 a?os, fue fundamental en la rebeli¨®n de Los Zendales de 1712 originada tambi¨¦n por la fuerte carga de tributos de la administraci¨®n espa?ola y del clero. Durante el establecimiento del Estado Mexicano, las mujeres ind¨ªgenas participaron de las diversas estrategias de resistencia de sus pueblos. La participaci¨®n de las mujeres ind¨ªgenas en las rebeliones se puede rastrear a trav¨¦s de la historia hasta 1994 con el levantamiento del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional en donde diversas mujeres ocuparon y ocupan importantes cargos en la dirigencia como fue el caso de la c¨¦lebre Comandanta Ramona. Incluso antes de su aparici¨®n p¨²blica, las mujeres zapatistas promulgaron en 1993 la Ley Revolucionaria de Mujeres, un documento contundente y vanguardista.
Adem¨¢s de la participaci¨®n en rebeliones y levantamientos que se enfrentaron a los sistemas de opresi¨®n, las mujeres ind¨ªgenas participamos activamente, hasta la fecha, en la defensa de nuestros territorios al mismo tiempo que enfrentamos la violencia de g¨¦nero; al fin y al cabo la violencia sobre la tierra y sobre nuestros cuerpos viene de las mismas fuentes de opresi¨®n. A¨²n cuando una visi¨®n racista nos parece decir que nuestros pueblos y culturas son intr¨ªnsecamente m¨¢s machistas que las sociedades occidentales, la historia nos demuestra que nuestras culturas no son esencialmente m¨¢s patriarcales, que muchas de las violencias que enfrentamos se derivan precisamente de una violencia estructural establecida por el colonialismo, por la divisi¨®n binaria del g¨¦nero del patriarcado occidental y por el tratamiento diferenciado que la administraci¨®n colonial y del estado-naci¨®n han dado a las mujeres ind¨ªgenas.
Aqu¨ª y all¨¢, a pesar de las duras circunstancias, las mujeres ind¨ªgenas organizadas seguimos resistiendo y planteando otros posibles paradigmas sin necesidad de tutela. En entrevista, Gloria Villanueva, una de las mujeres que ha participado en el sistema de impartici¨®n de justicia propio en mi comunidad, Ayutla Mixe, expresa la importancia del papel de las mujeres en la permanencia y fortalecimiento de sistemas de justicia propio m¨¢s all¨¢ de las opciones que ofrece el Estado Mexicano, en estos espacios comunitarios, la justicia para las mujeres puede tomar en cuenta nuestra lengua y nuestra cultura para evitar as¨ª las violencias del sistema de justicia estatal.
Adem¨¢s de organizaciones como la Coordinadora Nacional de Mujeres Ind¨ªgenas, la Asamblea de Mujeres Ind¨ªgenas de Oaxaca o de la Red Nacional de Abogadas Ind¨ªgenas, han existido, y est¨¢n surgiendo, m¨¢s redes de apoyo y trabajo para continuar la resistencia a las opresiones. Las voces de las mujeres ind¨ªgenas se multiplican y conjuran ¡°el peligro de una sola historia¡±; por ejemplo, ante la narrativa period¨ªstica de la venta de mujeres ind¨ªgenas para matrimonio en el pueblo triqui, voces como la de Emelia Ortiz Garc¨ªa responden y muestran las complejidades del fen¨®meno en el libro El pueblo triqui de San Juan Copala y el ritual tradicional de la boda. Cambios, permanencias y desaf¨ªos, desarticulando as¨ª los relatos racistas, simplistas y revictimizantes. Las palabras de las mujeres ind¨ªgenas se rebelan tambi¨¦n ante quienes pretenden tutelarlas.
En el contexto actual en el que la crisis clim¨¢tica comienza a provocar sus mayores estragos, los pueblos ind¨ªgenas tenemos respuestas al mayor reto que la humanidad enfrenta. La mayor parte de las reservas naturales del planeta, m¨¢s del 60%, est¨¢n en nuestros territorios y esto se debe a que en nuestras tradiciones de pensamiento hay claves que pueden ayudar a restablecer el equilibrio necesario. En la defensa de estos territorios y en la recreaci¨®n y fortalecimiento de estas claves, las mujeres ind¨ªgenas hemos jugado un papel fundamental. Ante un futuro que se avizora complejo, aqu¨ª estamos hablando de resistencias, pero tambi¨¦n, de esperanza.