Tey. Quemaduras ¡°por no hablar bien espa?ol¡±
Mientras que el biling¨¹ismo espa?ol-franc¨¦s, por poner un ejemplo, se considera valioso, ser biling¨¹e cuando una lengua ind¨ªgena est¨¢ involucrada acarrea una serie de violencias cotidianas
Hace unos d¨ªas, una noticia indign¨® a quienes habitamos el mundo digital. Juan Pablo, un ni?o h??h?u (otom¨ª), fue rociado con alcohol por sus compa?eros de secundaria y despu¨¦s le prendieron fuego con un encendedor. Esta manifestaci¨®n de racismo sucedi¨® en Quer¨¦taro y le produjo quemaduras tan graves a Juan Pablo que contin¨²a en recuperaci¨®n. ?l ya hab¨ªa sufrido agresiones de todo tipo durante meses en su secundaria y por lo que se consigna en la cobertura del caso, su profesora fue tambi¨¦n c¨®mplice de estos ataques. La familia sigue en la b¨²squeda de justicia, esperemos que su reclamo no quede olvidado una vez que la indignaci¨®n en las redes sociales se desvanezca.
Juan Pablo fue agredido por ser ind¨ªgena y por ¡°no hablar bien espa?ol¡±. A pesar de ser biling¨¹e, hecho que le conlleva ventajas cognitivas, en la pr¨¢ctica el racismo convierte esta caracter¨ªstica en motivo para quemar su cuerpo. Juan Pablo es un ni?o biling¨¹e pero su biling¨¹ismo, en un pa¨ªs como M¨¦xico, significa algo bastante distinto de otros biling¨¹ismos. Mientras que el biling¨¹ismo espa?ol-franc¨¦s, por poner un ejemplo, se considera valioso, ser biling¨¹e cuando una lengua ind¨ªgena est¨¢ involucrada acarrea una serie de violencias cotidianas. Objetivamente, hablar espa?ol y franc¨¦s, lenguas romances bastante parecidas entre s¨ª, es menos impresionante que hablar otom¨ª y espa?ol, dos lenguas tan distintas que el salto cognitivo que hay que dar entre ambas es bastante considerable. Por mencionar s¨®lo un rasgo, el espa?ol, el ingl¨¦s y el franc¨¦s ordenan al sujeto, al verbo y al objeto directo utilizando el mismo orden en el que los he enlistado, por m¨¢s distintas que sean estas lenguas, al final su sintaxis es parecida; el mixe, por su parte, ordena primero al verbo, seguido del sujeto y al final el objeto.
Por tanto, ser biling¨¹e en mixe y espa?ol, dos lenguas de or¨ªgenes y caracter¨ªsticas gramaticales tan distintas, me parece m¨¢s impresionante que ser biling¨¹e en franc¨¦s y espa?ol. Sin embargo, los prejuicios racistas no se caracterizan por ser objetivos. Es natural que, en el proceso de aprender una segunda lengua, elementos de nuestra lengua materna se transluzcan en el uso de la segunda y cometamos equivocaciones gramaticales. Cuando una persona hablante nativa del franc¨¦s aprende espa?ol como segunda lengua, es natural que elementos de su lengua materna se transluzcan en su uso del espa?ol, esto es muchas veces percibido como ¡°hablarlo mal¡±, sin embargo, la valoraci¨®n social sobre este hecho suele ser muy distinta cuando los hablantes de lenguas ind¨ªgenas evidenciamos que el espa?ol no es nuestra lengua materna. Hablar espa?ol como segunda lengua no ser¨¢ nunca igual si la persona es de origen franc¨¦s a si es una persona ind¨ªgena; en un caso se llega incluso a festejar el esfuerzo de aprender una segunda lengua como algo digno de admiraci¨®n, en el segundo puedes terminar con quemaduras de segundo y tercer grado. Aunque ambos son biling¨¹es, uno de esos biling¨¹ismos es despreciado. No es entonces el hecho de ¡°hablar mal¡± espa?ol cuando ¨¦ste se aprende como segunda lengua, es llanamente racismo.
Lejos de ser una excepci¨®n, lamentablemente, el caso de Juan Pablo es la continuaci¨®n de una serie de agresiones que por d¨¦cadas hemos sufrido los hablantes de lenguas ind¨ªgenas en este pa¨ªs. Durante una temporada, me di a la tarea de investigar sobre los diferentes tipos de castigos, f¨ªsicos y psicol¨®gicos, que ha sufrido la poblaci¨®n infantil hablante de lengua ind¨ªgena como parte del proyecto castellanizador del estado mexicano, sobre todo, del estado post-revolucionario. Las escuelas se convirtieron en los espacios en donde la violencia por hablar una lengua distinta del espa?ol se volvi¨® pol¨ªtica p¨²blica. Habr¨ªa que decirlo con m¨¢s ¨¦nfasis, los esfuerzos para borrar las lenguas ind¨ªgenas del pa¨ªs, objetivo medular del proyecto de mestizaje, se materializaron en gran parte sobre los cuerpos y la mente de ni?os y ni?as ind¨ªgenas.
La prohibici¨®n misma de usar tu lengua materna para aprender habilidades como las matem¨¢ticas implican de entrada una fuerte violencia cognitiva. El miedo de hablar y expresarte libremente en tu idioma con tus compa?eros es algo dif¨ªcil de olvidar. Los ni?os y las ni?as que ten¨ªamos por lengua materna una lengua ind¨ªgena nunca sabremos qu¨¦ se siente aprender a hacer operaciones aritm¨¦ticas sin ser forzados a hacerlo en un idioma que nadie nos ha ense?ado previamente, considerando que el proyecto estatal nunca se empe?¨® en preparar a los profesores para que pudieran ense?ar espa?ol como segunda lengua a alumnos ind¨ªgenas. Bastaba con prohibir estas lenguas en el entorno escolar y pensar que los castigos har¨ªan que termin¨¢ramos aprendiendo espa?ol. Un campesino de mi comunidad me contaba c¨®mo, en los a?os setenta, cada vez que su profesor lo sorprend¨ªa contando en mixe para resolver sumas, ¨¦l ten¨ªa que ofrecer las palmas de sus manos para recibir un varazo que en una ocasi¨®n le abri¨® la piel. En otro testimonio de una mujer zapoteca, se relata con detalle las horas que pas¨® al sol en el patio de la escuela, de rodillas, sosteniendo dos ladrillos en cada mano como castigo por hablar su lengua en el sal¨®n. Un profesor rural tsotsil cont¨® sobre la multa que ten¨ªa que pagar por cada palabra en su lengua materna y, a falta de dinero, fue enviado a recibir azotes frente de toda la comunidad escolar.
Testimonios interminables dan cuenta de una larga lista de castigos corporales, de multas, de rega?os y de burlas. Una mujer mixe me relat¨® que en su infancia, por miedo, hab¨ªa olvidado los nombres de los n¨²meros en espa?ol, as¨ª que no pod¨ªa leerle a su profesor la hora de un reloj como ¨¦l se lo exig¨ªa, as¨ª que le golpe¨® la cabeza tres veces con una regla de madera. Convencerla de regresar a la escuela fue una ardua labor. Ni?os enviados a limpiar letrinas, ni?as amarradas de las manos, ni?os bajo el sol, ni?as golpeadas: la discriminaci¨®n ling¨¹¨ªstica se marc¨® en los cuerpos de la poblaci¨®n infantil. Noticias como lo sucedido con Juan Carlos nos recuerdan que el racismo contra la poblaci¨®n ind¨ªgena sigue latiendo en los entornos escolares y todo esto nos recuerda, con indignaci¨®n, la serie de agravios y violencias que sucedieron en las escuelas mexicanas durante gran parte del siglo XX. No ha habido disculpas ni esfuerzos serios por reparar el da?o ni revertir los efectos de estas pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas y educativas.
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