Ecuador: Glas no es Assange
El argumento para justificar el asalto a la embajada es tramposo y miope. No solo ha le¨ªdo la Convenci¨®n de Caracas a conveniencia, tambi¨¦n ha incurrido en una profunda contradicci¨®n hist¨®rica
La finalidad de la invasi¨®n (uso con absoluta responsabilidad esa palabra) de la Polic¨ªa Nacional de Ecuador a la embajada de M¨¦xico, en Quito, fue la detenci¨®n de Jorge Glas, ex vicepresidente de aquel pa¨ªs hasta 2018 y acusado por la Fiscal¨ªa General del Estado por diversos cargos (esto ser¨¢ importante despu¨¦s).
El costo asociado a la ilegal irrupci¨®n ecuatoriana es la violaci¨®n de dos normas internacionales. Al asaltar la embajada, Ecuador vulner¨® la inviolabilidad del recinto diplom¨¢tico mexicano, as¨ª como el hist¨®rico derecho de asilo. Un movimiento tan ilegal como ingrato.
Hasta aqu¨ª los incontrovertibles hechos.
La primera norma quebrantada ¡ªla inviolabilidad de las embajadas¡ª se encuentra en el art¨ªculo 22 de la Convenci¨®n de Viena sobre Relaciones Diplom¨¢ticas de 1961. Tal disposici¨®n establece, con claridad pr¨ªstina, que los agentes ecuatorianos no pueden penetrar en el recinto sin la anuencia del embajador. Hist¨®ricamente, este principio ha significado tratar las embajadas como extensiones del territorio de los pa¨ªses que representan. M¨¦xico en Quito.
La segunda norma infringida ¡ªconocida como derecho de asilo¡ª tiene su origen en la Convenci¨®n sobre Asilo Diplom¨¢tico adoptada en Caracas en 1954. Este derecho corresponde a los Estados, no a los asilados: es derecho del Estado Mexicano conceder asilo a Jorge Glas.
M¨¦xico est¨¢ plenamente consciente de este derecho y lo ha ejercitado con entusiasmo y, por momentos, acaso con exceso. En nuestro pa¨ªs, el asilo a refugiados pol¨ªticos es tradici¨®n hist¨®rica y leitmotiv. Lo que comenz¨® con Jos¨¦ Mart¨ª, continu¨® con Trotsky, la familia Allende, Rigoberta Mench¨², Manuel Zelaya, Evo Morales y, m¨¢s recientemente, con la familia de Pedro Castillo.
El peri¨®dico de hoy no alcanzar¨ªa para enlistar los nombres de nuestros asilados hist¨®ricos. ?Por qu¨¦ entonces s¨ª y hoy no? ?Qu¨¦ es diferente ahora?
El argumento de Ecuador para justificar el asalto es tramposo y miope. Destaca que la Convenci¨®n de Caracas proh¨ªbe conceder asilo a personas procesadas por delitos comunes. Hasta aqu¨ª, la premisa es cierta: Jorge Glas se encuentra perseguido por m¨²ltiples causas penales.
Luego viene el enga?o o el olvido. Parece que la consejer¨ªa jur¨ªdica ecuatoriana no termin¨® de leer una cort¨ªsima Convenci¨®n de apenas cuatro p¨¢ginas. De haberlo hecho, sabr¨ªan que el asilo s¨ª es procedente cuando lo motivan hechos pol¨ªticos y que es M¨¦xico, de forma exclusiva, quien puede as¨ª calificarlo. El derecho a la arbitrariedad nos correspond¨ªa. Adem¨¢s, habr¨ªan reparado en que incluso en el extremo caso de que M¨¦xico hubiese otorgado asilo a una persona no elegible, lo procedente era invitarlo a retirarse del recinto. No fue el caso. Irrumpieron por la fuerza.
Ecuador no solo ha le¨ªdo la Convenci¨®n de Caracas a conveniencia, tambi¨¦n ha incurrido en una profunda contradicci¨®n hist¨®rica (iron¨ªa, le llaman). ?No fue el gobierno izquierdista de Rafael Correa quien concedi¨® asilo a Julian Assange en su embajada en Londres durante siete a?os? En aquel entonces, el fundador de WikiLeaks era acusado de espionaje por el Gobierno de Estados Unidos y por violaci¨®n y acoso sexual en Suecia. El Estado de Ecuador fue, durante ese periodo, el gran defensor de la Convenci¨®n de Caracas. Hoy, aspira a ser su sepulturero.
Por aquellos tiempos, aunque una ley de 1987 facultaba al gobierno de Reino Unido a retirar el reconocimiento a las instalaciones diplom¨¢ticas para arrestar a Assange, prefiri¨® no hacerlo. Los precedentes y el derecho internacional importan.
Las consecuencias del asalto ecuatoriano han comenzado y se prolongar¨¢n en tiempo y alcance. El evento no se quedar¨¢ en un mal sabor de boca. Hemos roto relaciones con Ecuador ¡ªlo que ha ocurrido antes con pa¨ªses como Espa?a, Chile, Nicaragua y Guatemala en sus momentos m¨¢s oscuros. Adem¨¢s, acudiremos (el plural no es figurativo) a la Corte Internacional de Justicia para denunciar los hechos y detonar condenas.
Para finalizar, un poema. En los tiempos m¨¢s aciagos de polarizaci¨®n y desmembramiento de la opini¨®n p¨²blica en M¨¦xico, algunos de los m¨¢s ofuscados opositores han actuado con sensatez y altura de miras. F¨¦rreos detractores han salido a denunciar p¨²blicamente la atrocidad ecuatoriana, aunque eso signifique un espaldarazo a su eterno enemigo: Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador.
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