Lo que ni la oposici¨®n ni X¨®chitl G¨¢lvez entendieron
M¨¦xico, mayoritariamente, no tiene miedo a Morena ni a su forma de gobernar
Lo peor de las derrotas es que, encima, hay que explicarlas. Los autores de un rev¨¦s no pueden escapar a la amarga sesi¨®n del banquillo. Y si la equivocaci¨®n es monumental, tan grande como el triunfo de Claudia Sheinbaum, el recuento de los da?os apremia.
Las campa?as son para ganarse. Con buenas o malas artes. Son carreras de obst¨¢culos a contra reloj donde los codazos se dan por descontados. Triunfar¨¢ quien evada las trampas a condici¨®n de que su oferta resulte a¨²n m¨¢s efectiva que su capacidad de supervivencia.
En 2024 la oposici¨®n fall¨® el diagn¨®stico (la oferta) y la estrategia (la forma de correr, y hasta las zancadillas). Eso es evidente, pero cu¨¢les son las ra¨ªces de esa incapacidad para entender lo que estaba en juego, lo que mover¨ªa al electorado hacia uno u otro lado.
Y es que no solo perdieron porque les ganaron. Su falta de convocatoria tiene ra¨ªces m¨¢s all¨¢ del hecho de no haber podido configurar una propuesta que no fuera nostalgia por un pasado que la mayor¨ªa no a?ora, o los raquetazos sin tino del delirio ¡°antil¨®pez¡±.
Van unos primeros apuntes sobre el fracaso del PRI, PAN y PRD, de su candidata presidencial, X¨®chitl G¨¢lvez, y de quienes les promov¨ªan. Ellos tendr¨¢n que hacerlos en primera persona, pero el an¨¢lisis coral del descalabro opositor es m¨¢s democr¨¢tico y por ende necesario.
Las siglas
Los tres partidos que coaligados se presentaron como oposici¨®n el 2 de junio viven desde 2018 sendas anemias. Con cambios cosm¨¦ticos han disimulado sus respectivas hemorragias, que les han descapitalizado desde el triunfo de Morena hace seis a?os. Confundieron una victoria parcial en 2021 con el alta definitiva. La realidad ha terminado de pasarles factura este domingo.
Los partidos Revolucionario Institucional y de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica son un esqueleto. Vaciada est¨¢ su hist¨®rica raz¨®n de ser. Morena se apropi¨® del ideario que otrora el PRI y el PRD promov¨ªan. La revoluci¨®n maderista y el signo cardenista de la misma hoy anidan en Morena, que tras el triunfo terminar¨¢ de eviscerar a esos que de una forma u otra son sus ancestros.
El PAN no se desfonda totalmente porque cacha los miedos de los antilopezobradoristas, deseosos de refugio as¨ª sea para llenar un saco de rancia derecha presidido por un diputado enlodado en esc¨¢ndalos inmobiliarios y un ejecutivo que orgulloso transa negocios notariales.
Con tales credenciales, el tricolor, el blanquiazul y el partido del sol azteca organizaron un ¨®mnibus. Mencionado est¨¢ que en la primera cita tomaron ventaja de un potente, aunque confiado, Morena. No hubo segunda buena parte de esa pel¨ªcula.
En la campa?a, la a?eja mala imagen de esas siglas fue actualizada con pugnas internas, vicios de ensimismamiento ¡ªresucitaron a Santiago Creel, quien perfeccion¨® su r¨¦cord perdedor con una derrota m¨¢s¡ª, gandallismo de posiciones y regateo de apoyo a la candidata.
Y esos opositores, con puros incentivos para la autosatisfacci¨®n, ten¨ªan que dise?ar una plataforma para convencer a la ciudadan¨ªa que el mundo que ofrece el oficialismo es oscuro y peligroso, pero que afortunadamente ellos, a cambio de canonj¨ªas, estaban a la orden.
La candidata
X¨®chitl G¨¢lvez hizo una campa?a enjundiosa y sincera. Dijo verdades, sobrevivi¨® a lagunas de su pasado y a vileza varia. Su acoplamiento con los partidos tard¨® en demas¨ªa y result¨® tan poco funcional que poco antes del 2 de junio les ped¨ªa en p¨²blico apoyo.
Al final en el frente hubo varias campa?as, y la suya en lo personal apost¨® por el miedo. Su fallo estrat¨¦gico m¨¢s grave es ese. El electorado no manifiesta miedo. Ni frente al militarismo, ni frente al manejo de las finanzas p¨²blicas, y de alguna forma ni ante los criminales en abstracto; no parece haber escozor con la guardia nacional o con el desd¨¦n gubernamental a otros actores o causas.
Y en la eventualidad de que su diagn¨®stico tuviera alg¨²n asidero, no vieron en ella, sino en su principal contrincante, a quien les puede representar en una contingencia, a quien encargar¨ªan el tim¨®n para sortear las tormentas, actuales o esas que est¨¦n por venir, sean de seguridad o de gobernabilidad. No la creyeron capaz o confiable.
M¨¦xico, mayoritariamente, no tiene miedo a Morena ni a su forma de gobernar.
Y si el diagn¨®stico estuvo mal, la estrategia de la candidata fue peor a¨²n. Queriendo combatir los riesgos de un gobierno de desplantes, llen¨® las horas de la campa?a de sentencias tremendistas sobre el fin de la democracia y criminalizando a sus contrincantes.
La deriva tomada por la candidata G¨¢lvez se apart¨® de su imagen original, esa de frescura en donde las ocurrencias le sumaban simpat¨ªas, para tornarse en un personaje hosco y pueril empe?ado en descalificar a Sheinbaum por su ¡°personalidad¡± antes que su r¨¦cord.
(Al cierre de este texto G¨¢lvez public¨® un mensaje donde telegraf¨ªa que impugnar¨¢ aspectos de la elecci¨®n con respecto a la influencia del crimen organizado, el riesgo de un sistema de contrapesos, influencia del Gobierno a favor de su candidata etc¨¦tera. En fin).
La onda rosa
Tres manifestaciones, por grandes o ubicuas que sean, no hacen verano. La suma de los rencores, tampoco. El golpeteo que no se atreve a pensar antes que ensordecer cu¨¢l Casandra d¨ªa y noche, nada tiene de democr¨¢tico o ciudadano.
La marea rosa como lleg¨® se fue. Fue pura espuma medi¨¢tica si se le ha de medir contra el promedio de las participaciones en comicios para renovar presidencia de la Rep¨²blica: no advirtieron que cuando m¨¢s cre¨ªan que superaban en n¨²mero a los otros, eran menos que antes. Fue un espejismo.
La elecci¨®n 2024 no tendr¨¢ malos recuerdos de las manifestaciones de ciudadanos que en ejercicio de derechos y preocupados por la deriva lopezobradorista tomaron varias veces la calle. La cosa es que eso por s¨ª solo no es ni cimiento de un movimiento, ya no digamos segundo piso.
?La ciudadan¨ªa que se dice organizada reconoce su derrota? ?Y sus excesos? ?Tienen ya claro que gritar narcopresidente fue no solo un exceso sino una torpeza? ?Demostrar¨¢n, no solo hoy sino en los d¨ªas por venir, que son democr¨¢ticos y que aceptan que la mayor¨ªa habl¨®? ?D¨®nde est¨¢ su felicitaci¨®n a la ganadora?
En el d¨ªa despu¨¦s de la hist¨®rica elecci¨®n, la marejada rosa llegar¨¢ a distintas orillas. En algunas podr¨¢ servir m¨¢s que en otras. Porque ya se vio que no sac¨® a votar a muchos m¨¢s, ni a los mismos de hace seis a?os, y lo que est¨¢ por verse es si esta ola se vuelve a levantar.
La marea result¨® de la uni¨®n de los vientos que impulsaban, por separado, X¨®chitl, los partidos y una incipiente sociedad civil de clases medias y altas. Estrellada frente a la roca de 36 millones de votos de Morena, cada corriente se ir¨¢ por su lado y a saber qu¨¦ ser¨¢ de ellas.
De esa marea podr¨ªan salir un partido y hasta varios liderazgos. Pero, ?saldr¨¢ una oposici¨®n que, dir¨ªa el viejo Reyes Heroles, al resistir apoye? Qui¨¦n sabe.
La oposici¨®n, X¨®chitl, la marea rosa y parte de los analistas, no entendieron (entendimos, en lo que quepa) que M¨¦xico prefiere un imperfecto sistema que promete la justicia y el bienestar popular al modelo pre 2018 de supuesta eficiencia t¨¦cnica que garantiza trato justo al aspiracional esfuerzo individual.
Y una presidenta que lo ejecute en nombre de todos, que no hable de miedo sino de esperanza, que se imponga al machismo que la rodea, que prometa mayor bienestar al tiempo que ofrece que no habr¨¢ crisis. Que sepa que la campa?a es para ilusionar, no para atacar a AMLO.
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