Atrapados en un edificio que se derrumba
Ocho familias viven en un inmueble inclinado tras el sismo de 2017 en Ciudad de M¨¦xico, mientras esperan desesperadas el apoyo del Gobierno para reparar los da?os estructurales
En 1985, el coloso de la Narvarte, el estadio de b¨¦isbol de Ciudad de M¨¦xico, se convirti¨® en una morgue para las v¨ªctimas del temblor que, seg¨²n organizaciones humanitarias, mat¨® a m¨¢s de 10.000 personas en la capital. Las im¨¢genes de la ¨¦poca muestran el enorme campo con cientos de ata¨²des y a los familiares de los fallecidos recorriendo el c¨¦sped con la boca cubierta para escapar del olor a putrefacci¨®n. Pocos de los actuales residentes de Xochicalco, 38, un edificio con vistas a ese terreno, transformado ahora en un centro comercial, viv¨ªan all¨ª entonces. La historia, sin embargo, se les viene a la cabeza cuando cuentan que habitan un edificio que puede venirse abajo con el pr¨®ximo terremoto.
El inmueble de fachada roja, grandes ventanales y cuatro plantas parece caerse hacia atr¨¢s: est¨¢ m¨¢s de 30 cent¨ªmetros inclinado. Aguanta, con las ocho familias de vecinos dentro, pero est¨¢ en ¡°riesgo alto¡±, seg¨²n consta en un informe de diciembre de 2019. No es una excepci¨®n. Desde los sismos de septiembre de 2017, en los que murieron 232 personas en la ciudad, todav¨ªa quedan 3.194 inmuebles en obras o con los trabajos a¨²n por empezar, casi un tercio del total, seg¨²n datos del Gobierno municipal, que no detalla cu¨¢ntos residentes permanecen en viviendas da?adas.
En Xochicalco, 38, la reconstrucci¨®n deber¨ªa haber comenzado hace m¨¢s de un mes, pero el sismo de 7,5 grados del pasado 23 de junio los sacudi¨® con los trabajos sin arrancar. Los vecinos saben que est¨¢n en una zona s¨ªsmica y que necesariamente el suelo volver¨¢ a temblar. A unos el miedo les impide dormir y otros no se frenan a pensarlo para seguir con sus vidas. Debido a los dict¨¢menes de riesgo no pueden asegurar ni vender los departamentos en los que han invertido todos sus ahorros, y muchos tampoco tienen otro lugar a donde ir.
Los 31 cent¨ªmetros
A Lucrecia Contreras el temor la hizo indagar. Hace dos a?os y medio empez¨® a perseguir a las autoridades para que evaluaran el estado en el que hab¨ªa quedado su edificio tras los sismos de 2017. Esta mujer bajita e incansable recorre su departamento se?alando las grietas abiertas en la cocina, dentro del armario y en el piso, las marcas que le dieron las primeras pistas. Empez¨® a ir sola a las reuniones de damnificados hasta que consigui¨® sacudir a sus vecinos como no lo hab¨ªa hecho el temblor: ¡°?Se?ores, se nos puede caer!¡±.
M¨¢s de un a?o despu¨¦s, en noviembre de 2018, logr¨® que el Instituto para la Seguridad de las Construcciones (ISC) determinara que el inmueble se hab¨ªa inclinado 22,5 cent¨ªmetros, cuando lo m¨¢ximo permitido por su altura son 9,23. Pero la situaci¨®n se ha agravado con cada movimiento de tierra. El edificio se hunde y se inclina. Los ¨²ltimos estudios de diciembre de 2019 de la constructora EGGYPSA concluyen que est¨¢ desplomado 31 cent¨ªmetros, 3,5 veces m¨¢s de lo que contempla la norma. Todav¨ªa no saben los da?os que caus¨® el temblor de junio, pero Contreras ya ha identificado, en el suelo y en el balc¨®n, nuevas grietas.
¡°Es vivir con una psicosis: ?estar¨¢ temblando? Te empieza a latir el coraz¨®n y te pones en la puerta a ver si corres. A ver si es un temblor o es que pas¨® un cami¨®n¡±, cuenta en el sal¨®n de su departamento esta peque?a empresaria, de 50 a?os. En marzo, la Comisi¨®n de Reconstrucci¨®n les comunic¨® que las obras arrancaban el 4 de junio, casi tres a?os despu¨¦s de los terremotos. Tampoco eso ha ocurrido.
La pendiente que escurre el agua de las violetas
Cuando a Guadalupe Pinz¨®n se le pasa la mano con las violetas el agua empieza a correr y se escurre por el suelo, pendiente abajo, hacia el interior del departamento. Lleg¨® aqu¨ª tras casarse y ya sab¨ªa que esta zona, cercana al r¨ªo Piedad, ten¨ªa un subsuelo blando y fangoso. Ella y su marido, Juan Padilla, ambos ingenieros, revisaron el edificio al mudarse: columnas robustas en la planta baja, distribuidas en una cuadr¨ªcula sim¨¦trica. Son estas estructuras las que han aguantado al inmueble desde el sismo del 85: ¡°Nos ha salvado que est¨¢ bien construido¡±.
Pinz¨®n guarda en dos archivadores todos los papeles y las comunicaciones que les ha dado el Gobierno. All¨ª est¨¢ el proyecto que les present¨® EGGYPSA, que incluye una verticalizaci¨®n y un reforzamiento de la fachada. ¡°Las dos cosas son complementarias y tienen que estar muy calculadas, porque la fachada est¨¢ fr¨¢gil y puede romperse¡±, incide Padilla.
Cuando por fin recibieron la hoja de ruta de las obras, aseguran que el Gobierno empez¨® a darles largas. ¡°No quieren gastarse el dinero¡±. ?Cu¨¢nto? No lo saben, no han recibido una cifra oficial. Calculan que pueden ser unos cinco millones de pesos, unos 220.000 d¨®lares. La Auditor¨ªa Superior de la Federaci¨®n determin¨® en 2018 que no exist¨ªa claridad en el manejo de los recursos para la reconstrucci¨®n. El Estado, de acuerdo con el informe, no hab¨ªa garantizado ¡°un mecanismo ¨¢gil, transparente y efectivo¡± para el control y supervisi¨®n de los donativos nacionales e internacionales. Seg¨²n la Comisi¨®n de Reconstrucci¨®n de la ciudad, el fideicomiso destinado a la rehabilitaci¨®n es de 3.715 millones de pesos (m¨¢s de 142 millones de d¨®lares).
Israel Ballesteros, miembro de Damnificados Unidos, que articula a los residentes de m¨¢s de 600 predios afectados, identifica una constante que se suma a la ¡°pelea¡± por los recursos: ¡°contratos muy inflados¡±, ¡°sobrecostos¡±, ¡°retrasos¡± y ¡°malas pr¨¢cticas¡±. ¡°Las obras tardan much¨ªsimo y despu¨¦s no hay certeza de que la casa donde te meten es segura¡±, afirma.
Pinz¨®n y Padilla mantiene como plan b irse a una vivienda en Campeche; llevarse la vajilla, los cuadros y las fotos reunidas con mimo en los ¨²ltimos 32 a?os. Pero no hay lugar para las 120 violetas africanas que toman el sol junto al ventanal que da a la calle: ¡°Si me tengo que ir me muero. Ac¨¢ est¨¢ mi vida, todos mis recuerdos¡±.
Un protocolo para salir corriendo
En cuanto suena la alarma s¨ªsmica, una de las hijas de Rub¨¦n agarra a su perro cocker; la otra, el celular y las llaves; su esposa revisa que se ha quedado apagada la estufa, ¡°y v¨¢monos¡±. Esta es la t¨¢ctica que la familia Vaca Rivera ha tenido que aplicar en varias ocasiones, la ¨²ltima el 23 de junio. Ese martes de principios de verano a Rub¨¦n se le pasaron r¨¢pido por la cabeza los edificios ca¨ªdos de hace menos de tres a?os, y pens¨® lo mismo: ¡°?Otra vez?¡±. Pero en esta ocasi¨®n su miedo iba m¨¢s all¨¢: ¡°Si el edificio ya est¨¢ da?ado es m¨¢s factible que suceda una situaci¨®n de peligro. No podemos pronosticar el comportamiento de la naturaleza, pero s¨ª un bienestar para nuestro edificio y nuestra familia¡±.
Este asesor financiero, de 57 a?os y bigote bien recortado, no oculta su indignaci¨®n con el Gobierno. Quiere saber d¨®nde est¨¢ el dinero que estaba destinado a la reconstrucci¨®n de la ciudad y por qu¨¦ no se est¨¢ empleando en edificios como el suyo. ¡°Estamos preocupados, solos, decepcionados, porque se pidi¨® ayuda y no hubo respuesta. Nos dejaron botados¡±. Vaca se niega a dejar la casa, una vivienda de cortinas y paredes blancas donde todo est¨¢ en su sitio. ¡°Esto no se regal¨®, fue de much¨ªsimos a?os de sacrificio. No podemos abandonarlo por ellos¡±.
Fuentes de la Comisi¨®n de Reconstrucci¨®n no respondieron en un primer momento a las preguntas de este peri¨®dico. El comisionado C¨¦sar Cravioto (Morena), que solo ha accedido a una entrevista con EL PA?S tras la publicaci¨®n de este reportaje, ha defendido este viernes que los vecinos de Xochicalco, 38 ¡°no est¨¢n en riesgo¡± y que las obras no han iniciado todav¨ªa porque el proyecto ejecutivo para la rehabilitaci¨®n a¨²n no est¨¢ autorizado. Cravioto ha agregado que, adem¨¢s, la negociaci¨®n con los vecinos ¡°llev¨® muchos meses¡± porque ¡°dec¨ªan que no ten¨ªa ninguna afectaci¨®n¡±. ¡°Nosotros tenemos que atender 400 edificios en la ciudad y 10.000 viviendas, y cada uno tiene un proceso distinto. No se pueden atender, por asuntos t¨¦cnicos y presupuestales, todas las viviendas al mismo tiempo. Pero va seg¨²n la planeaci¨®n que hicimos¡±, dice el comisionado, que afea al anterior equipo de Gobierno del PRD pocos avances en la reconstrucci¨®n tras los temblores y prev¨¦ que las obras de este inmueble empiecen en agosto.
Miriam Castillo, periodista de Mexicanos contra la corrupci¨®n, advierte de que es dif¨ªcil atribuir las responsabilidades porque ¡°intervienen tantos ¨®rganos de gobierno que se diluye¡±. ¡°Las autoridades se lavan much¨ªsimo las manos¡±, afirma.
?A d¨®nde nos vamos?
La maleta que Miguel ?ngel Castillo arm¨® tras los temblores de 2017 con las pertenencias esenciales de su familia se ha quedado vac¨ªa: ¡°En el transcurso de la vida, uno ocupa el acta, va sacando aquello y en el momento de salir corriendo ya no hay nada¡±. Castillo hace memoria sobre aquel 19 de septiembre. ¡°Mi esposa estaba aqu¨ª, mis hijos... creo que estaban en el laboro. La verdad ni me acuerdo d¨®nde estaban, tuve que venirme caminando y¡¡±. No recuerda y eso lo quiebra. ¡°El peligro est¨¢ latente. Pero uno tiene que continuar con su vida¡±, dice resignado.
¡°La vivienda es un sin¨®nimo de protecci¨®n y de seguridad, una vivienda con un peligro inminente implica una percepci¨®n muy fuerte de falta de control, algo a lo que se est¨¢ expuesto a d¨ªa y noche. Supone un estr¨¦s y un malestar que puede derivar en otros problemas¡±, explica Alfredo Contreras, doctor en Psicolog¨ªa. Este profesor de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) a?ade que esta ¡°exposici¨®n constante incrementa mucho las probabilidades de que se produzcan cuadros de ansiedad, alteraciones en el sue?o, miedo, tristeza, la sensaci¨®n de que el mundo es muy peligroso o hipervigilancia¡±.
El martes de junio que la casa de Castillo volvi¨® a temblar con un sismo de 7,5, su esposa le repiti¨® que quiere irse. Este contador jubilado sabe que la mujer est¨¢ cansada ¡ªvive en el edificio desde peque?a y ha visto empeorar su estado tras cada temblor¡ª. ¡°Le doy la raz¨®n, ?pero d¨®nde nos vamos?¡±, se pregunta. Ni siquiera al sumar sus ahorros con la ayuda que facilita el Gobierno en los realojos, alrededor de 4.000 pesos (menos de 200 d¨®lares), cree que podr¨ªan seguir viviendo en una colonia tan c¨¦ntrica; y le da miedo mudarse a las orillas de la ciudad por la violencia. No quiere abandonar su casa, al menos no hasta que sus hijos se independicen. Ni siquiera piensa en qu¨¦ har¨ªa si tuviesen que marcharse porque todav¨ªa no les han explicado si deber¨¢n hacerlo si empieza la rehabilitaci¨®n. Como el resto de sus vecinos de Xochicalco, 38, viven atrapados esperando el siguiente movimiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.