El olor a desinfectante
El saber de los cient¨ªficos apunta a la realidad; el de los literatos, al abismo
Gustav von Aschenbach llevaba cuatro semanas de vacaciones en Venecia cuando empez¨® a darse cuenta de que el ambiente estaba cargado de un olor peculiar, ¡°un olor dulz¨®n¡±, que le hizo pensar en un sospechoso af¨¢n de limpieza general. Tard¨® todav¨ªa unos d¨ªas en enterarse de que la peste estaba ya ah¨ª y cay¨® entonces en la cuenta de que las autoridades se ocupaban de esconderla. El secreto inconfesable de una ciudad que ocultaba por codicia la enfermedad coincid¨ªa, de alguna manera, con su propio secreto inconfesable. Desde el mismo d¨ªa de su llegada, en que sus ojos descubrieron la belleza de un muchacho de unos 14 a?os, se hab¨ªa vuelto loco por ¨¦l, y andaba sigui¨¦ndolo y observ¨¢ndolo desde lejos, fascinado, rendido, entregado a tiempo completo a una pasi¨®n que lo desbordaba. Cuando el empleado ingl¨¦s de una agencia de viajes le explic¨® por fin que el c¨®lera se hab¨ªa instalado en Venecia, pens¨® que deb¨ªa advertirle enseguida a la madre del chaval para que se marcharan cuanto antes. Estaban alojados en un gran hotel en el Lido, y nada le hubiera costado hacerse el encontradizo en el vest¨ªbulo y contarle la mala noticia. Ante la aterradora perspectiva de dejar de ver al muchacho, sin embargo, prefiri¨® callar.
En estos tiempos de confinamiento, lo imprescindible es acudir a los cient¨ªficos para saber c¨®mo se comporta el virus y si hay alguna manera de derrotarlo, y para entender de qu¨¦ forma conviene actuar para evitar males mayores. Las consideraciones que pueden encontrarse en la literatura sobre estas situaciones an¨®malas son de otro calado. M¨¢s que remedios o salidas, los escritores tienden m¨¢s bien a irse por las ramas y a meter el dedo en otro tipo de llagas. La muerte en Venecia, de Thomas Mann, se ocupa del arrebato de un hombre mayor que queda abrumado por la belleza de un adolescente. Aschenbach es un autor de renombre al que su pa¨ªs ha llegado a reconocer con un t¨ªtulo nobiliario, y que sigue trabajando pese a un ¡°agotamiento creciente que nadie deb¨ªa sospechar y del cual no pod¨ªa quedar en su obra huella alguna¡±. Un d¨ªa paseando por M¨²nich, la ciudad donde vive, descubre que quiere hacer un viaje.
¡°Aschenbach era el poeta de todos aquellos que trabajaban hasta el l¨ªmite del agotamiento¡±, escribe Thomas Mann, ¡°de los abrumados, de los que se sienten ca¨ªdos aunque se mantienen erguidos todav¨ªa, de todos estos moralistas de la acci¨®n que, pobres de aliento y con escasos medios, a fuerza de exigir a la voluntad y de administrar sabiamente, logran producir, al menos por un momento, la impresi¨®n de lo grandioso¡±. Ese es el hombre que un d¨ªa descubre en un hotel de Venecia a tres chicas de una familia polaca, que deb¨ªan de andar entre los 15 y los 17 a?os, y a su hermano, Tadzio, su perdici¨®n. Aschenbach cay¨® fulminado: el gran referente moral, ¡°el soldado y guerrero¡± ¡ªel arte era para ¨¦l ¡°una guerra¡±, apunta Thomas Mann¡ª, esa gloria nacional que proyecta su fama en el mundo entero, fundido en un instante por unos cuantos bucles, un rostro p¨¢lido y ¡°una expresi¨®n de deliciosa serenidad divina¡±. Cosas, en fin, de la literatura.
El caso es que la peste reinaba ya en Venecia y, sin embargo, el escritor eligi¨® el abismo. Est¨¢ claro, ?no? Ante cualquier situaci¨®n de crisis, siempre es m¨¢s recomendable escuchar a los cient¨ªficos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.