Cultura y Constituci¨®n en tiempos de crisis
La obligaci¨®n de los poderes p¨²blicos de proteger la salud no puede impedir el acceso a la cultura
La Unesco define la cultura como el ¡°Conjunto distintivo de una sociedad o grupo social en el plano espiritual, material, intelectual y emocional comprendiendo el arte y literatura, los estilos de vida, los modos de vida com¨²n, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias que nos caracterizan como sociedad o grupo social¡±. Adem¨¢s de las artes y las letras, incluye nuestros modos de vida, derechos fundamentales, como seres humanos, nuestros sistemas de valores, tradiciones, costumbres y creencias. La cultura en todas sus manifestaciones es la prueba de la creatividad del ser humano, el ¡°cultivo del esp¨ªritu¡±. La Constituci¨®n es expresi¨®n de un conjunto de reglas que permiten la convivencia de las personas en sociedad. Unidos ambos, permiten afirmar que para obtener la protecci¨®n del mismo ser humano en su faceta de la creatividad, de su expresi¨®n y del acceso a la misma, la Constituci¨®n proteger¨¢ los elementos que forman la cultura mediante los derechos fundamentales ligados con ella.
?C¨®mo se ponen en contacto? El art¨ªculo 44.1 establece que ¡°los poderes p¨²blicos promover¨¢n y tutelar¨¢n el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho¡±. La Constituci¨®n reconocer¨ªa as¨ª el acceso a la cultura como un derecho fundamental de nueva generaci¨®n, imponiendo a los poderes p¨²blicos la obligaci¨®n de promover el acceso a la cultura y tutelarlo, de modo que se asegure que los ciudadanos pueden acceder a ella. Entiendo perfectamente entonces que algunos sintamos ganas profundas de llorar a la vista del cerrojo que impide el acceso al Museo del Prado. Porque la cultura no es una cuesti¨®n general, igual y uniforme: es la que cada persona se construye por s¨ª misma.
Y si podemos calificarla como un derecho fundamental cuya tutela y promoci¨®n los ciudadanos pueden exigir a los poderes p¨²blicos, tiene que haber en la Constituci¨®n el correspondiente deber de protecci¨®n. La Constituci¨®n, en el art¨ªculo 149.2, dice que ¡°el Estado considerar¨¢ la cultura como un deber y atribuci¨®n esencial¡±. El ciudadano est¨¢ protegido por el correspondiente deber esencial impuesto al Estado, deber que ha venido siendo cumplido, con m¨¢s o menos acierto o con m¨¢s o menos inter¨¦s, ya desde la legendaria creaci¨®n del Ministerio de Cultura franc¨¦s en 1958.
Tres conclusiones hay que sacar: La primera, que el acceso a la cultura puede ser considerado como un derecho fundamental, a pesar de que no est¨¦ protegido con el recurso de amparo; la segunda, que no debe interpretarse como antag¨®nico a otros derechos. Los derechos fundamentales conviven, se limitan unos a otros, pero no pueden ser eliminados por decisiones del Ejecutivo ni del Legislativo; todo lo m¨¢s, podr¨¢n suspenderse en los casos previstos en la propia Constituci¨®n, pero no suprimirse. Y la tercera, que existe un deber y atribuci¨®n esencial del Estado que debe proteger este derecho.
Surge entonces una pregunta: ?se lesiona el derecho de acceso cuando se limitan los medios econ¨®micos que permiten que abran los museos, los teatros, las salas de conciertos, los centros c¨ªvicos, las bibliotecas? Los poderes p¨²blicos en Espa?a dedican un exiguo 0,44 % del PIB a las obligaciones contenidas en la Constituci¨®n, dejando un porcentaje importante a la financiaci¨®n propia. Tan escasa aportaci¨®n permite dudar del cumplimiento de los deberes p¨²blicos constitucionales, lo que puede lesionar el ejercicio del derecho a los ciudadanos. ?Quiere ello decir que el sistema actual es contrario a la Constituci¨®n? Dejo en el aire la respuesta, pero desde la idea francesa de que la pol¨ªtica cultural corresponde al Estado, hasta la estadounidense, que lo fundamenta en las aportaciones privadas, hay un largo camino. En el Museo del Prado la exposici¨®n del Bicentenario mostraba las obras de particulares aportadas a la colecci¨®n (Camb¨®, Pablo Bosch, Ram¨®n de Errazu, etc¨¦tera), y ahora hemos le¨ªdo en la prensa que el MET ha pedido ayuda al Congreso americano para salir de la situaci¨®n de crisis que le produce el radical cierre por el coronavirus. No cabe olvidar los deberes impuestos constitucionalmente. De ellas depende un buen n¨²mero de empleos, m¨¢s o menos, el 3,6% del total de Espa?a.
Podemos seguir pregunt¨¢ndonos si se deben establecer prioridades en tiempos de crisis. Solo voy a recordar que en este tiempo la cultura, en sentido amplio, pulula por todas las redes. ?Esto justifica el cierre de las instituciones b¨¢sicas como el Museo del Prado, Reina Sof¨ªa, Biblioteca Nacional, Teatro Real? Quien tiene la respuesta es el Congreso de los Diputados, que est¨¢ obligado a preservarlas. La obligaci¨®n de los poderes p¨²blicos de proteger la salud no puede impedir el derecho de acceso a la cultura. Una actuaci¨®n de este tipo chocar¨ªa frontalmente con la Constituci¨®n.
Anoche so?¨¦ que estaba en la sala XII del Museo del Prado y que la infanta Margarita y sus meninas hab¨ªan salido del cuadro a pasear por una sala vac¨ªa. Al verme, me preguntaron qu¨¦ ocurr¨ªa, si volver¨ªan a Ginebra, porque entonces siempre hab¨ªan estado rodeadas de gente, mucha gente, a veces demasiada. Entonces, su tatarabuelo, el emperador Carlos, desde el otro lado de la puerta, intent¨® consolarlas habl¨¢ndoles del coronavirus y que hab¨ªa que evitar que la gente paseara por all¨ª para no morir, pero no hubo manera de que dejaran de llorar.
Encarnaci¨®n Roca Trias es vicepresidenta del Tribunal Constitucional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.