El mando ¨²nico como precio pol¨ªtico
La denuncia m¨¢s escuchada expresa el malestar de los presidentes auton¨®micos por ser meramente informados de decisiones ya adoptadas
El acuerdo del Consejo de Ministros del 14 de marzo instaur¨® el estado de alarma para todo el territorio nacional y cre¨® un mando ¨²nico en la persona del presidente del Gobierno. Pues bien, tanto la mera idea de concentrar el proceso de toma de decisiones en la figura del presidente como la forma en la que ese mando ¨²nico ha ejercido sus atribuciones han sido objeto de constantes cr¨ªticas. As¨ª, desde el principio surgieron acusaciones al Gobierno de estar aprovechando la pandemia para reabsorber una competencia transferida al nivel auton¨®mico y hacerlo a trav¨¦s de una pretendida f¨®rmula imaginativa como el mando ¨²nico. Se trata, a mi juicio, de objeciones de poco calado, explicables a partir de meros automatismos de quienes se ven en la constante necesidad de probar permanentemente su pedigr¨ª auton¨®mico o independentista, no fuera a ser que alguien cuestionara sus convicciones.
El verdadero inter¨¦s pol¨ªtico est¨¢, a mi entender, en conocer el alcance y las consecuencias de los reparos que se acumulan frente a la manera en la que el presidente del Gobierno viene ejerciendo el mando ¨²nico. En este sentido, la denuncia m¨¢s escuchada expresa el malestar de los presidentes auton¨®micos por ser meramente informados de decisiones ya adoptadas, sin apenas margen para participar en ellas y poder as¨ª incorporar especificidades m¨¢s adecuadas a sus territorios. La cr¨ªtica estar¨ªa quiz¨¢ justificada si atendemos a los t¨¦rminos en los que se ordena el funcionamiento ordinario de un Estado compuesto, como es el nuestro. Pero tampoco est¨¢ de m¨¢s recordar aqu¨ª la exigencia de lealtad que las comunidades aut¨®nomas deben a quien, desde la condici¨®n de presidente del Gobierno, est¨¢ en mejor condici¨®n para garantizar la defensa del inter¨¦s general de todos los espa?oles en una situaci¨®n tan excepcional como ¨¦sta.
Al margen de que las cr¨ªticas resulten o no acertadas, la realidad es que se intensifican conforme la crisis sanitaria va remitiendo y particularmente desde que el Gobierno anunci¨® el plan de desescalada. Este plan, es importante tenerlo en cuenta, contiene una asimetr¨ªa de origen que, sin duda, puede acentuarse en los pr¨®ximos meses, lo que acelerar¨¢ el inter¨¦s de los responsables auton¨®micos por asumir el control de lo que ocurra en su territorio. En este contexto, los incentivos para seguir discutiendo la eficacia del mando ¨²nico no dejar¨¢n de crecer en los pr¨®ximos d¨ªas y, en consecuencia, los apoyos con los que hasta ahora ha contado el Gobierno pueden menguar hasta incluso poner en riesgo la viabilidad del estado de alarma.
Si la arquitectura jur¨ªdica derivada de ese estado de alarma es todav¨ªa necesaria para afrontar con eficacia la gesti¨®n de las nuevas etapas de esta (a¨²n) grave crisis, la pregunta es c¨®mo garantizarse los apoyos parlamentarios para mantenerla. Y no hay muchas opciones. A menos que el PP est¨¦ dispuesto a respaldarlo, todo invita a pensar que los actuales socios del Gobierno reclamar¨¢n algo a cambio. ?Ser¨ªa el mando ¨²nico un precio pol¨ªtico aceptable? En mi opini¨®n, quiz¨¢ bastar¨ªa con ajustar algo la manera en la que se viene ejerciendo.
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