Realidad y pol¨ªtica
El de In¨¦s Arrimadas y el de Yolanda Fuentes son gestos valientes, lejos del estilo populista de nuestros supuestos ¡°hombres fuertes¡±. Ojal¨¢ se repitan
¡°No es que las mujeres est¨¦n mejor, es que los hombres fuertes est¨¢n peor¡±, dec¨ªa Helen Lewis en The Atlantic sobre los gobernantes que gestionan la crisis. Cuando el futuro es incierto, antes que a las ideolog¨ªas, concedemos importancia al talento individual para afrontarlo. Valoramos aquellos liderazgos que destacan por su naturalidad, por su eficacia, por su capacidad para conectar sencillamente con nuestras ansiedades. Arendt hablaba del peso que, en ¨²ltima instancia, tiene la realidad, que impide que los prestidigitadores pol¨ªticos la monopolicen. Algo as¨ª sucede ahora: hay una especie de ¡°fuerza coactiva¡± en la cruel realidad del coronavirus, algo que nos empuja a cambiar de perspectiva, a reubicar las fichas del tablero.
Miren a In¨¦s Arrimadas. Aunque es pronto para sacar conclusiones, apoyar la pr¨®rroga del estado de alarma parece un saludable primer paso hacia la ruptura de la pol¨ªtica de bloques, superando la paralizante apuesta de la polarizaci¨®n partidista. Es extra?o que un movimiento t¨¢ctico tan obvio no se haya producido antes: apostar por contar, por desempe?ar un papel relevante. Ciudadanos tiene en su mano moderarse. Tan solo tendr¨ªa que ser fiel a ese esp¨ªritu liberal del que tanto alardea. La jugada podr¨ªa situarlo en una posici¨®n central frente al ensimismamiento de S¨¢nchez y el hooliganismo de Casado. Arrimadas ofreci¨® una respuesta sencilla para efectuar ese movimiento: es preciso salir de la burbuja pol¨ªtica y mirar por el inter¨¦s general, que se convertir¨ªa as¨ª en la br¨²jula que orienta el rumbo pol¨ªtico. Quiz¨¢s ahora se premien de nuevo las decisiones pol¨ªticas coherentes con el nuevo horizonte anunciado. Veremos.
F¨ªjense tambi¨¦n en la dimisi¨®n de Yolanda Fuentes en Madrid. Su coherencia est¨¢ en integrar el criterio cient¨ªfico en la decisi¨®n pol¨ªtica, y en haberse ido al encontrarse con una respuesta inconsecuente con esa l¨®gica b¨¢sica. Su decisi¨®n dice mucho sobre la banalizaci¨®n de la ciencia en el debate p¨²blico, sobre las muchas voces que piden absurdamente responsabilidades a los cient¨ªficos, compar¨¢ndolos con los economistas de la crisis de 2008. La autoridad de la ciencia es intelectual, no pol¨ªtica, y jam¨¢s se formula como un dogma, pues sus afirmaciones est¨¢n sujetas a la probabilidad, la modificaci¨®n, la duda. El problema es su instrumentalizaci¨®n, algo bien distinto a su incorporaci¨®n a los criterios de decisi¨®n. La pol¨ªtica podr¨ªa aprender de la ciencia su apego a la realidad antes que al faccionalismo, algo que parece haber entendido Arrimadas. Y tambi¨¦n, como la ciencia, deber¨ªa poner las luces largas. Es lo que ha ocurrido con Yolanda Fuentes, al negarse a firmar la entrada en la primera fase. Ambos son gestos valientes, lejos del estilo populista de nuestros supuestos ¡°hombres fuertes¡±. Ojal¨¢ se repitan.
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