Globalizaci¨®n de geometr¨ªa variable
Esperemos que la actual vuelta al patriotismo estatal sea solo un movimiento coyuntural y que encontremos la forma, como Ulises, de no caer ante los poderosos cantos de sirena del nuevo nacionalismo
Un efecto de los sucesos repentinos e inesperados es que nos permiten ver aquello que es nuevo o lo que ya estaba aqu¨ª sin que repar¨¢semos en ello. Pens¨¢bamos que ya viv¨ªamos en una sociedad global donde el mercado suministraba cuanto pudi¨¦ramos necesitar, pero lleg¨® el virus y nos dimos cuenta de que Europa no produce un solo gramo de paracetamol mientras China produce el 80% de los antibi¨®ticos del mundo. No es casual que, en este contexto, una de las preguntas capitales sea qui¨¦n controlar¨¢ el suministro de la futura vacuna contra el virus cuando esta llegue, algo que ha entendido muy bien Macron, veloz al llamar al orden a la farmac¨¦utica Sanofi, que pretend¨ªa reservar para EE UU una parte importante del futuro contingente.
?Significa esto que ha llegado el fin de la globalizaci¨®n? ?C¨®mo afectar¨¢ la inevitable par¨¢lisis mundial a las desdibujadas fronteras entre Estado y mercado? En el mundo inmediatamente anterior a nuestra Ca¨ªda pand¨¦mica, se produjeron tres grandes dislocaciones en el orden global heredado de otro derrumbe, el del muro de Berl¨ªn: el Brexit, Trump y las guerras comerciales con China. Todas ellas apuntaban a la inexorable desglobalizaci¨®n del mundo. Pero lleg¨® la pandemia, y, con ella, las fronteras y el poder avasallador del Estado, y en la desnortada Europa, las respuestas divergentes de los miembros de la Uni¨®n. La necesidad de garantizar las reservas estrat¨¦gicas de material sanitario y medicamentos esenciales, junto a las cadenas de suministro, quiz¨¢ nos haga percatarnos de que el Estado es demasiado peque?o para poder asegurarlas, y la sociedad global un lugar demasiado inh¨®spito como para depender de ella.
Hoy intuimos que habitamos una globalizaci¨®n donde el Estado es importante, pero con las estructuras regionales de acci¨®n com¨²n alarmantemente desengrasadas. No nos queda otra que proceder a una reorganizaci¨®n de la sociedad mundial, pues estamos a las puertas de una nueva conciencia espacial. La interacci¨®n entre las escalas estatal, regional y global podr¨ªa provocar una globalizaci¨®n de geometr¨ªa variable en la que las producciones estrat¨¦gicas se relocalizar¨ªan sin renunciar a mantener la anterior cooperaci¨®n global en otras dimensiones. Estar¨ªamos, as¨ª, ante una globalizaci¨®n a diferentes velocidades, no ante una desglobalizaci¨®n. Esa reestructuraci¨®n del espacio quiz¨¢ permitir¨ªa a Europa actuar por fin con una sola voz, otorg¨¢ndole la posibilidad de acceder a una mayor cohesi¨®n interna e identitaria, y a una verdadera toma de conciencia del lugar que ocupa en el mundo. Esperemos, entonces, que la actual vuelta al patriotismo estatal sea solo un movimiento coyuntural y que encontremos la forma, como Ulises, de no caer ante los poderosos cantos de sirena del nuevo nacionalismo.
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