Liberar a la ciudadan¨ªa
No se puede convertir en rutina, lo que s¨®lo se justifica por una situaci¨®n excepcional. No se puede vivir indefinidamente en el miedo
A la vista de la ¨²ltima encuesta del CIS, con el 75% de los encuestados a favor de que todos los partidos hagan pi?a con el Gobierno y con el 60% dispuesto a seguir con el estado de alarma, se entiende la actitud conservadora de Pedro S¨¢nchez, resisti¨¦ndose a acelerar la llamada desescalada. Pero no deja de ser irritante que cada d¨ªa los ciudadanos tengan que estar pendientes de un mont¨®n de p¨¢ginas del BOE que definen milim¨¦tricamente qu¨¦ podemos y qu¨¦ no podemos hacer. Ni siquiera con las mascarillas se nos da oportunidad de comportarnos seg¨²n nuestra conciencia y responsabilidad.
Si este reglamentarismo se hace especialmente agobiante es porque demuestra que el Gobierno no ha superado todav¨ªa la fase paternalista con la que ha gestionado esta crisis, desconfiando siempre de la capacidad de los ciudadanos de decidir por s¨ª mismos. No se puede convertir en rutina lo que s¨®lo se justifica por una situaci¨®n excepcional. No se puede vivir indefinidamente en el miedo. Ahora toca devolver responsabilidad a la ciudadan¨ªa para poder ya pasar de esta fase de reducci¨®n a la minor¨ªa de edad.
Estamos en v¨ªas de desplazamiento de la atenci¨®n de la crisis sanitaria a la crisis econ¨®mica y a la educativa, donde nos jugaremos gran parte del futuro. Cada vez ser¨¢n m¨¢s las personas y las empresas que no podr¨¢n seguir aguantando la situaci¨®n y no cabr¨¢n ya m¨¢s dilaciones a la hora de tomar medidas de gran calado. Es el momento para el que se est¨¢ preparando una oposici¨®n irresponsable con sus bulliciosas apariciones callejeras y su estrategia comunicativa de show televisivo. PP y Vox ir¨¢n sin contemplaciones a por el Gobierno, sin intenci¨®n de pactar pol¨ªticas de reconstrucci¨®n, efectivas y justas. Alargar la situaci¨®n de excepci¨®n no evitar¨¢ este choque. Al rev¨¦s puede hacer que la ciudadan¨ªa llegue m¨¢s debilitada moral y econ¨®micamente a esta segunda fase, que, como dicen los ciudadanos en las encuestas, puede tener consecuencias incluso m¨¢s graves que la crisis sanitaria: el paro y la econom¨ªa ya est¨¢n por encima del virus en el ranking de sus preocupaciones.
Es hora de liberar a la ciudadan¨ªa del encorsetamiento legal en que est¨¢ atrapada, como han entendido Francia e Italia, y repartir responsabilidades. El riesgo cero no existe y busc¨¢ndolo podemos acabar asfixiados. De momento, de la crisis del virus sabemos tres cosas: que los ganadores son los poderes globales que lideraron la globalizaci¨®n acelerada; que el confinamiento ha consolidado la hegemon¨ªa de la ideolog¨ªa digital; y que los Estados han tenido la oportunidad de demostrar que todav¨ªa existen. ?Ser¨¢n capaces de confirmar el poder que han demostrado para confinar a los ciudadanos a la hora de la reconstrucci¨®n econ¨®mica, reforzando sectores p¨²blicos clave y poniendo l¨ªmites a los mercados donde son ineficientes para el inter¨¦s general?
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