Telecurro

Ayer me llama un colega al que no veo desde el confinamiento y me suelta: ¡°Ins¨²ltame, t¨ªa. Dime cabr¨®n, hijoputa, gilipollas, algo. Estoy harto de que lo m¨¢s fuerte que oigo en el curro sea: ¡®Papi, hazme caso¡±. Se lo dije, solo faltar¨ªa, pero a cambio de que me pusiera a parir trillizos, cansada como anda una de que lo m¨¢s duro que oye en el tajo sea: ¡°Mam¨¢, t¨ªo, tira de la cadena¡±. As¨ª, desahogaditos los dos y muertos de la risa, fuimos a lo que ¨ªbamos. A hablar un rato de p¨¢jaros y flores y de jefes e indios y de lo animal y lo humano antes de volver al l¨ªo, que es de lo que hablan los compa?eros de todo oficio que no sea cuidar ovejas, e incluso en ese. A veces es el diablo de la fatalidad quien atiende las plegarias ignoradas por el dios al que se dirig¨ªan. ?No quer¨ªas teletrabajar para conciliar trabajo y familia? Toma telecurro sine die.

La que firma ech¨® el colmillo en un entorno laboral de esos en los que se grita y se cuchichea, se inspira y se conspira, se lloran las broncas en el ba?o y se arregla el pa¨ªs y el mundo en el bar y los pasillos. Uno de esos zoos donde convive el pelota con el trepa con el pringao con el vago con el figura con el esbirro con la portera, doblando el g¨¦nero en cada categor¨ªa porque los arquetipos no tienen sexo. Pero tambi¨¦n un templo del oficio donde se mama una inteligencia colectiva que ning¨²n talento individual ni ning¨²n acceso remoto puede igualar por muy amigable que sea. Dir¨¢n que ya est¨¢ la prejubilable esta con sus batallitas anal¨®gicas. No es eso. Le cogeremos el truco. Nos agenciaremos una app de insultos, un sill¨®n ergon¨®mico para salvar el espinazo y un cacharro para limitar las horas de galeras digitales. Pero aqu¨ª y ahora os digo que ni todos los slacks, zooms y skypes juntos sustituyen el aprendizaje, la inspiraci¨®n y el chute de adrenalina de la buena que da ver, o¨ªr, oler y sentir a gente hacer lo que sabe con la pasi¨®n de estar vivos y trabajando juntos. Puto virus.