El pr¨®ximo instante
Quiz¨¢ ya no sea ni pol¨ªticamente correcto ni generalmente higi¨¦nico acariciar la mejilla de un ni?o o tomar del brazo al colega que acaba de externar una brillante idea
Me temo que el pr¨®ximo instante no ser¨¢ un instante pr¨®ximo. Hablo de las conversaciones que tendr¨¢n que mantenerse alejadas y si acaso hay un acercamiento de sincron¨ªa verbal el tapabocas o la pantalla de neurocirujano impedir¨¢ la posibilidad de rematar un verso con beso o el vuelo involuntario de una leve gotita de saliva que siempre se manten¨ªa en secreto y que ahora es no menos que una amenaza de confinamiento universal.
El pr¨®ximo instante de una reuni¨®n ser¨¢ medido en la separaci¨®n de los participantes y de all¨ª, intentar la unificaci¨®n de criterios y el debate as¨¦ptico quiz¨¢ sin necesidad de mover las manos enguantadas o bien el pr¨®ximo instante seguir¨¢ aprovechando el imperio de las pantallas que han conquistado ya del todo el espacio que nos re¨²ne. Quiz¨¢ ya no sea ni pol¨ªticamente correcto ni generalmente higi¨¦nico acariciar la mejilla de un ni?o o tomar del brazo al colega que acaba de externar una brillante idea y me temo que el pr¨®ximo instante en que vuelva a tose la anciana abonada a los conciertos que acostumbra toser a medio preludio o en el segundo movimiento creyendo que as¨ª participa activamente en la grabaci¨®n¡ repito que si vuelve a toser la vieja, as¨ª lleve fulard y tapabocas de Gucci, los que le queden m¨¢s cerca ver¨¢n oscilar las micropart¨ªculas en c¨¢mara superlenta y 5D y me pregunto si se suspende el concierto por el alud de insultos y agresiones que le caen en las canas o bien, aparecer¨¢n unos misterioso hombres naranja con gafas integradas a la pantalla aislante y se la llevan en andas con unos ganchos a la sala de desinfecci¨®n.
El pr¨®ximo instante en que Messi realice un jugad¨®n en el Bernab¨¦u, donde se le queda la bota tirada en el c¨¦sped por obra y gracia de la velocidad con la que intentaba romper la barrera de dos defensas (que al final, se imponen y salvan el peligro) sea todo ello traducido en las gradas con la pat¨¦tica posibilidad no de codear al vecino que tenemos inmediatamente al lado, sino voltear y comentarlo en voz alta (a trav¨¦s del barbijo) al amigo que se sienta a m¨¢s de dos metros en este estadio ultramoderno que parecer¨¢ moteado por aficionados, pero no lleno de bote en bote e imagino la ins¨ªpida soledad del torero condenado a lidiar en el campo y a puerta cerrada, desnudo a la luz de Luna que no jalea su faena en este pr¨®ximo instante donde aumentar¨¢ la reprobaci¨®n a su tauromaquia y a la filatelia (por lamer las estampillas) y a todo juego de manos y a las caminatas amorosas donde uno de los dos reposaba la cabeza en el hombro del otro y en las ancianas partidas de ajedrez donde toda pieza tocada es pieza jugada, m¨¢s a¨²n contagiada en tiempo real como una mancha verde que utilizan en los v¨ªdeos para demostrarnos la velocidad supers¨®nica con la que pasa de un estornudo an¨®nimo la micropart¨ªcula invisible que cae sobre la mesa donde pasa la yema del dedo del incauto que le¨ª en ese mismo instante una esdr¨²jula perdida en medio de un verso diminuto que de alguna inexplicable manera logra colarse en el torrente sangu¨ªneo del mundo entero en ese prodigioso instante donde una vez m¨¢s confirmamos la concatenaci¨®n instant¨¢nea de la humanidad, unida gal¨¢cticamente como un solo cuerpo, ya enfermo aunque asintom¨¢tico¡ hasta que todo se suspende al clonar un leve carraspeo o articular un estornudo que sella el pr¨®ximo instante con todo el amargo saber de esta nueva eternidad.
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