La navaja de Ockham
Al ministro de Hacienda Paulo Guedes le gustar¨ªa integrar Brasil a un club del librecambio como la Alianza del Pac¨ªfico. ProSur es para ¨¦l una escala en ese viaje
¡°Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem¡±. ¡°Los entes no deben multiplicarse sin necesidad¡±. El franciscano Guillermo de Ockham formul¨® esa regla, conocida como la navaja de Ockham. La diplomacia latinoamericana la viene ignorando desde hace tiempo. Las agrupaciones, organizaciones y clubes internacionales se multiplican sin que est¨¦ clara su necesidad. OEA, Aladi, Mercosur, Alianza del Pac¨ªfico, Celac, Grupo de Lima, son algunos de ellos. Unasur se fue desangrando, hasta quedar reducido a dos pa¨ªses: Bolivia y Venezuela. Per¨² suspendi¨® su participaci¨®n. Colombia, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay lo abandonaron. Montaron otra tienda: el Foro para el Progreso de Am¨¦rica del Sur (ProSur). Fue una iniciativa lanzada en enero del a?o pasado por el colombiano Iv¨¢n Duque y el chileno Sebasti¨¢n Pi?era para ¡°promover la democracia, la independencia de poderes, la econom¨ªa de mercados y la agenda social con sostenibilidad¡±. La intenci¨®n era obvia: aislar a Bolivia, entonces bajo el mando de Evo Morales, y a la Venezuela de Nicol¨¢s Maduro.
El martes de la semana pasada, ProSur celebr¨® una reuni¨®n, coordinada por Pi?era, de la que participaron los presidentes de Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay, y los cancilleres de Brasil, Per¨² y Bolivia. Cuando se repasa la lista surgen dos novedades. La aproximaci¨®n de Bolivia, ahora presidida por Jeanine ??ez, y la ausencia de la Argentina, que est¨¢ siendo gobernada por el kirchnerista Alberto Fern¨¢ndez.
La agenda formal del encuentro fue, como era de prever, la pandemia. Se analizaron estrategias para normalizar la econom¨ªa, la posibilidad de coordinar compras de insumos sanitarios y se organizaron gestiones conjuntas ante el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional para obtener auxilios financieros.
Parece un temario neutral. Pero Ernesto Ara¨²jo, el canciller de Brasil, se encarg¨® de inyectarle temperatura. Desde su trinchera de Twitter, despu¨¦s de narrar la reuni¨®n, agreg¨®: ¡°Otras ¡®iniciativas¡¯ como el Grupo de Puebla parecen utilizar el pretexto de la integraci¨®n y la solidaridad para promover proyectos sin compromiso con la democracia y permeables al narcotr¨¢fico, el crimen organizado y otras dolencias¡±. Hay una curiosidad en la comparaci¨®n. El Grupo de Puebla no es una asociaci¨®n de pa¨ªses, sino de partidos que est¨¢n en la oposici¨®n. All¨ª figuran el PT brasile?o, con Lula da Silva y Dilma Rousseff. Socialistas org¨¢nicos y disidentes de Chile. Rafael Correa, de Ecuador. El Frente Amplio uruguayo. El Movimiento al Socialismo boliviano, de Morales y ?lvaro Garc¨ªa Linera. Y el paraguayo Fernando Lugo.
Sin embargo, en el Grupo de Puebla revistan tambi¨¦n Alberto Fern¨¢ndez y su canciller, Felipe Sol¨¢. Es decir, Argentina como Estado. Esta participaci¨®n le da un significado especial a las severas acusaciones de Ara¨²jo: son un nuevo round en el conflicto entre los Gobiernos brasile?o y argentino. Se explica mejor ahora la ausencia de estos ¨²ltimos en la reuni¨®n de ProSur.
La participaci¨®n de Fern¨¢ndez en el Grupo de Puebla es una expresi¨®n de la tensi¨®n del Gobierno argentino con todos sus vecinos. El presidente suscribe documentos en los que son fustigados los Gobiernos de los dem¨¢s pa¨ªses. Este pasable aislamiento es un fen¨®meno novedoso en la regi¨®n. No es el ¨²nico. Se complementa con un juego tambi¨¦n nuevo de parte de otros actores. Brasil, Paraguay y Uruguay han acelerado, para malestar del kirchnerismo, varias negociaciones de apertura comercial. Con Jap¨®n, Singapur, Corea del Sur. Est¨¢ pendiente la suscripci¨®n definitiva del acuerdo del Mercosur con la Uni¨®n Europea. Y, en un horizonte todav¨ªa brumoso, un tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Son movimientos que repliegan al Ejecutivo argentino, defensor del proteccionismo.
Hay otras novedades. La menos esperada es un activismo desconocido en la relaci¨®n entre Brasil y Chile. Los Gobiernos de Bolsonaro y de Pi?era est¨¢n negociando un emprendimiento estrat¨¦gico: un tendido de fibra ¨®ptica para facilitar las comunicaciones entre Asia y Am¨¦rica del sur. En el proyecto podr¨ªan participar Jap¨®n, Australia, tal vez China. Pero establecer¨ªa una condici¨®n inusual para el dise?o: que no pase por Argentina. Es decir, que vaya desde Chile a Brasil atravesando Bolivia y Paraguay. La aproximaci¨®n chileno-brasile?a incluye acuerdos entre el presidente Pi?era y el gobernador del Estado de S?o Paulo, Jo?o Doria, para proyectos tecnol¨®gicos, sobre todo en el terreno de la medicina y la investigaci¨®n espacial.
Los v¨ªnculos entre Brasil y Chile han sido siempre escasos. Aunque los chilenos recuerdan con gratitud el apoyo que recibieron de los brasile?os durante la Guerra del Pac¨ªfico, que est¨¢ asociada al nacimiento mismo del pa¨ªs moderno. Argentina, en aquel conflicto, respald¨® a Per¨².
En el actual contexto hist¨®rico, esta aproximaci¨®n, igual que el activismo brasile?o en ProSur, no son episodios anecd¨®ticos. Expresan la aceleraci¨®n de uno de los procesos m¨¢s relevantes que, desde hace d¨¦cadas, se registran en Am¨¦rica del sur. La liberalizaci¨®n de la econom¨ªa brasile?a, que tuvo su primer impulso en los a?os 90 con Fernando Henrique Cardoso, y solo conoci¨® un breve letargo con Dilma Rousseff. El motor de este cambio no es tanto Bolsonaro como su ministro de Hacienda, Paulo Guedes. Un admirador de la experiencia econ¨®mica de un pa¨ªs como Chile, tan distinto del suyo. A Guedes le gustar¨ªa integrar a Brasil a un club del librecambio como la Alianza del Pac¨ªfico. ProSur, que ser¨ªa una redundancia para Ockham, es para ¨¦l una escala en ese viaje. La pandemia puso al mundo en pausa. Pero una de las inc¨®gnitas que se deben despejar en Am¨¦rica Latina despu¨¦s de la tormenta es la del ¨¦xito o el fracaso de esa apuesta brasile?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.