Estallido en Estados Unidos
La lucha por erradicar una situaci¨®n discriminatoria que viene de muy atr¨¢s es un reto que todav¨ªa tiene un largo recorrido
La oleada de protestas y disturbios que recorre Estados Unidos durante varias noches consecutivas a ra¨ªz de la muerte de George Floyd, asfixiado lentamente bajo la rodilla de un polic¨ªa en Minneapolis, exige una respuesta de Donald Trump. Esta pasa necesariamente por una gesti¨®n proporcionada de las medidas para restablecer el orden y, puesto que acabar con la discriminaci¨®n racial es una batalla a largo plazo, por establecer mecanismos que sirvan para limitar con eficacia esos abusos policiales que con demasiada frecuencia afectan sobre todo a la poblaci¨®n negra.
Hasta ahora, en vez de eso, Trump no se ha apartado de su conocida estrategia de buscar un enemigo para exculparse r¨¢pidamente ante cualquier problema que se presente. Lejos de ser consciente de que las palabras que pronuncia el presidente de Estados Unidos no son las de un ciudadano m¨¢s, el mandatario ha buscado responsables pr¨¢cticamente en cualquier sitio antes de reconocer el verdadero origen de la situaci¨®n. Ha echado la culpa a los gobernadores por no saber controlar la situaci¨®n, ha acusado a la ¡°extrema izquierda¡± de estar detr¨¢s de los disturbios, ha llegado a amenazar a los manifestantes congregados ante la Casa Blanca asegurando que si traspasan la valla, los atacar¨¢ con ¡°los perros m¨¢s feroces y las armas m¨¢s siniestras¡±. Cualquier cosa menos enfrentarse a la brutalidad policial que hace que millones de estadounidenses vean a los agentes uniformados no como servidores de la sociedad, sino como una amenaza.
El goteo constante de muertes de ciudadanos negros a manos de polic¨ªas en su proceso de detenci¨®n o identificaci¨®n es tan prolongado en el tiempo que resultar¨ªa ingenuo hablar de hechos aislados. George Floyd es el ¨²ltimo caso de una sucesi¨®n en la que figuran, entre otros, Rodney King, un taxista muerto de una paliza en 1992; Eric Garner, estrangulado en 2014 mientras era detenido por vender tabaco ilegalmente, o Walter Scott, un conductor que en 2015 recibi¨® varios disparos por la espalda.
La covid-19 ha demostrado una vez m¨¢s la situaci¨®n vulnerable de una minor¨ªa que conforma el 12% de la poblaci¨®n estadounidense, que tiene en proporci¨®n el mayor n¨²mero de contagiados y que ¡ªsiendo adem¨¢s el grupo ¨¦tnico con menor nivel de ingresos¡ª se ve m¨¢s afectada por una destrucci¨®n de empleo sin precedentes desde 1929. En este contexto, las im¨¢genes del agente Derek Chauvin con las manos en los bolsillos mientras Floyd se asfixiaba han sido la chispa que ha hecho estallar la revuelta. Restablecer el orden es urgente, y sobre todo limitar y castigar los abusos contra los ciudadanos negros. La lucha por erradicar una situaci¨®n discriminatoria que viene de muy atr¨¢s es un reto que todav¨ªa tiene un largo recorrido; frenar los excesos policiales es, mientras tanto, una exigencia inaplazable.
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