Una ministra feminista en la pandemia hace la diferencia
Brasil y Argentina son dos casos tan cerca en la geograf¨ªa y tan lejos en la defensa de derechos de las mujeres
El pa¨ªs puede estar mal, la econom¨ªa puede estar en crisis y la pandemia aterrorizarnos, pero una ministra feminista en el Ministerio de mujeres puede hacer una gran diferencia. Al menos para las mujeres, ni?as y personas trans. Es solo comparar Argentina y Brasil.
Empezamos por los t¨ªtulos de los Ministerios. En Argentina, est¨¢ el ¡°Ministerio de Mujeres, G¨¦neros y Diversidad¡±. Exactamente as¨ª en plural: g¨¦neros. Adem¨¢s de no ser una palabra maldita, es aplicada para ser entendida en el plural de la diversidad de los cuerpos y vivencias de los g¨¦neros y sexualidades. En Brasil, el Ministerio es el de la ¡°Familia, de la Mujer y de los Derechos Humanos¡±. Mujer exactamente as¨ª en el singular de la esencia divina. Si hay mujer es fundamentalmente para crear familia, y solo una: la reproductora heterosexual. Por eso, no puede haber ni g¨¦nero ni sexualidades en un Ministerio que teme g¨¦nero como si fuera la perdici¨®n de la carne. Por fin, derechos humanos es el contrasentido de quien ignora la diversidad: es la estrategia fascista de apropiarse de categor¨ªas para vaciarlas.
Los Ministerios corporizaron con sus respectivas ministras que, por iron¨ªa de la casualidad, hasta parecen un espejo invertido en sus posturas y causas. Elizabeth G¨®mez Alcorta es la ministra feminista en Argentina. Es abogada con experiencia en defensa de derechos ind¨ªgenas. La Ministra Alcorta tiene una agenda feminista para el gabinete: combate a la violencia de g¨¦nero y defiende los derechos reproductivos. Comprometida con la ola verde que llev¨® miles de mujeres y ni?as a las calles de Buenos Aires y el resto del pa¨ªs, la ministra espera -y lucha para- que la descriminalizaci¨®n del aborto sea aprobada este a?o en Argentina.
En Brasil, la ministra Damares Alves es tambi¨¦n abogada, pero su actuaci¨®n como funcionaria publica es primero que nada religiosa como pastora de la Iglesia del Evangelio Cuadrangular mas que como una representante del orden constitucional. Tambi¨¦n tiene inter¨¦s en la causa ind¨ªgena, pero su entrada es en el estilo colonial de las se?oras que ¡°tomaban ni?as para criar¡±. Es madre de una ni?a ind¨ªgena Kamayur¨¢ que, seg¨²n relatos, fue adoptada irregularmente de la aldea donde naci¨® en el Xingu. Damares se autodenomina como ¡°defensora de ni?as y ni?os ind¨ªgenas¡±, y cree defenderles con el uso del derecho penal, criminalizando y estigmatizando culturas ind¨ªgenas. Su principal bandera en el gobierno Bolsonaro es difamar feministas y ampliar la criminalizaci¨®n del aborto en Brasil. Es una de las voces que creen que hay ideolog¨ªa de g¨¦nero travistiendo ni?es en el mundo.
El paralelismo podr¨ªa ser un ejercicio de contraste ideol¨®gico entre dos ministras tan cerca en la geograf¨ªa y tan lejos en la defensa de derechos de las mujeres. Se vuelve, sin embargo, un abismo cuando sus diferencias generan las respuestas a los efectos de la pandemia de covid-19 para las mujeres. La Ministra Alcorta tom¨® para s¨ª el cuidado de las mujeres en riesgo a la violencia dom¨¦stica: el crecimiento de la violencia dom¨¦stica es descrito como ¡°situaci¨®n de fuerza mayor¡±, exigiendo prioridad en la atenci¨®n, investigaci¨®n y resoluci¨®n. Hubo un aumento de 39% en las denuncias de violencia de g¨¦nero en Argentina durante la pandemia, pero la ministra sabe que hay barreras para que las mujeres lleguen a los servicios y denuncien a sus perpetradores. Por eso, ampli¨® canales de contacto con uso de WhatsApp, aplicaciones de celular, cuentas de correo electr¨®nico, y geolocalizadores para acogimiento y protecci¨®n. Hizo asociaci¨®n con farmacias, uno de los espacios que las mujeres, asimismo en situaci¨®n de confinamiento dom¨¦stico, contin¨²an visitando. Expandi¨® casas de acogida de emergencia para mujeres por medio de una alianza con alojamientos de universidades y sindicatos.
Ya en Brasil, la ministra Damares cree que ¡°la violencia dom¨¦stica no tiene g¨¦nero¡±. Bajo el pretexto de proteger ni?as y ni?os, cre¨® un concurso nacional de ¡°tapabocas bonitos y creativos¡±. Las ni?as y ni?os vencedores ganar¨¢n como premio una tarde con la propia ministra y con la primera dama, Michelle Bolsonaro. Solo no sabemos si la tarde festiva ser¨¢ durante la pandemia que ya mat¨® m¨¢s de 25.000 personas en Brasil. Sobre las mujeres, la ministra Damares tiene poco por decir, pues su preocupaci¨®n es m¨¢s en entrenar vecinos para ¡°meter la cuchara¡± si hay pelea en casa ajena, que en proteger derechos.
No hay dudas de que una ministra feminista hace la diferencia en una pandemia. La comparaci¨®n entre Argentina y Brasil hasta parece parodia pol¨ªtica, si no fuera por el desamparo de las mujeres. A¨²n bajo el liderazgo de la ministra Alcorta, son las mujeres las principales afectadas por una emergencia de salud p¨²blica que altera reglas de vida y suspende derechos. Tanto en Argentina como en Brasil, como en cualquier otro lugar por donde el virus de covid-19 enferm¨® gente y vaci¨® las calles, hay mujeres sobrecargadas por garantizar la sobrevivencia material y el cuidado de las personas a su cargo. Cuanto m¨¢s distante el Estado se mantiene de una perspectiva de g¨¦nero en la respuesta a la pandemia, m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ para las mujeres la sobrevivencia.
Debora Diniz es brasile?a, antrop¨®loga, investigadora de la Universidad de Brown.
Giselle Carino es argentina, polit¨®loga, directora de la IPPF/WHR.
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