?Qui¨¦n le cree al polic¨ªa feroz?
Resulta obvio que la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos mexicanos tenemos una mala imagen de las diversas corporaciones policiacas, de todos niveles, por experiencia y no por azar
El dur¨ªsimo estallido social que se produjo en Estados Unidos luego del asesinato de George Floyd, un afroamericano de 46 a?os, a manos de agentes municipales de Minneapolis, ha llevado a la brutalidad policiaca al centro de la discusi¨®n p¨²blica mundial. Algunos querr¨¢n explicar con el revuelo que ocasionaron esas protestas la virulencia de las que se desataron la semana pasada en Guadalajara, M¨¦xico, luego de revelarse que Giovanni L¨®pez, un hombre de 30 a?os, fue torturado y asesinado a golpes por agentes municipales de Ixtlahuac¨¢n de los Membrillos, Jalisco (localidad conurbada de Guadalajara), durante un operativo de vigilancia para apuntalar las medidas de distanciamiento ante la covid-19. Pero el hartazgo social ante los abusos, la corrupci¨®n y la ineficacia de las polic¨ªas es viejo y profundo y atribuirlo a una moda de redes sociales (el infaltable ¡°tren del mame¡±) es, directamente, no entender nada.
No hace falta ser un experto en las ideas de Michel Foucault, el mayor cr¨ªtico de los alcances represivos del Estado moderno, para entender el motivo de que la mayor parte de los mexicanos desconf¨ªen de las fuerzas policiales del pa¨ªs. Tampoco puede ponerse en duda que ese recelo es robusto y se actualiza d¨ªa con d¨ªa: la encuestadora Consulta-Mitofsky present¨® en enero de este a?o su m¨¢s reciente estudio sobre la confianza nacional en las instituciones y, en ¨¦l, la polic¨ªa aparece en el lugar catorce de las diecinueve entidades consideradas, con una calificaci¨®n promedio entre los entrevistados de 5,7 sobre 10, que la consultora etiqueta como ¡°bajo¡±. El estudio lleva ya quince a?os realiz¨¢ndose y la polic¨ªa ha aparecido en ese mismo rango ¡°bajo¡± en quince ocasiones. Solo en la medici¨®n de agosto de 2006 (hace ya catorce a?os) mereci¨® ser calificada como ¡°media¡±.
Pero m¨¢s all¨¢ de esos datos num¨¦ricos, resulta obvio que la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos mexicanos tenemos una mala imagen de las diversas corporaciones policiacas, de todos niveles, por experiencia y no por azar. ?Qui¨¦n no ha padecido o conoce de primera mano un incidente que involucre ¡°mordidas¡± (es decir, peticiones de soborno) de oficiales de tr¨¢nsito, o detenciones arbitrarias por parte de los municipales, o abusos de poder de los estatales y federales, o violencia verbal y f¨ªsica por cuenta de todos? ?Qui¨¦n no se estremece ante las siniestras sombras de esos cuerpos ya desaparecidos, pero que por a?os fueron muy poderosos y estuvieron muy bien respaldados por funcionarios de todos los colores, como la Direcci¨®n Federal de Seguridad, la Polic¨ªa Judicial Federal o la Agencia Federal de Investigaci¨®n (vaya florilegio de siglas nefastas, consignadas una y otra vez en expedientes de indagaciones en torno a corrupci¨®n, matanzas, cr¨ªmenes y toda clase de actividades represivas: DFS, PJF, AFI...)?
No nos enga?emos: los esfuerzos que han realizado desde hace alg¨²n tiempo ciertos medios y ¡°l¨ªderes de opini¨®n¡± para lavarle la cara a los cuerpos policiacos tienen que ver con las estrategias de comunicaci¨®n y ¡°control de da?os¡± de estos y no con ninguna clase de pruebas fehacientes de mejora o reforma. Pero las sombras no est¨¢n ni cerca de aclararse ?Qu¨¦ une asesinatos por abuso de poder, como el de Giovanni L¨®pez, con cr¨ªmenes colectivos como el que se cometi¨® contra los estudiantes de Ayotzinapa, o delitos sistem¨¢ticos, como el apoyo log¨ªstico perenne a organizaciones criminales en amplias zonas del pa¨ªs? La participaci¨®n de polic¨ªas. ?Qu¨¦ cantidad de los cotidianos detenidos por cr¨ªmenes violentos son parte de los cuerpos uniformados o ex integrantes de estos? Una multitud.
Claro: tampoco resulta extra?o que, en el estudio de Consulta Mitofsky, las ¨²nicas entidades que levantan m¨¢s suspicacias entre los ciudadanos que los polic¨ªas sean algunos de sus jefes y animadores: los partidos y los legisladores, por ejemplo. Es decir, los pol¨ªticos. Estos aparecen en el fondo del r¨¢nking de confianza. Porque los agentes y sus mandos podr¨¢n ser todo lo turbios que queramos, pero por encima de ellos hay responsables superiores. Los autores intelectuales, podr¨ªa decirse, en jerga policiaca¡
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