Abuso policial en M¨¦xico
El hartazgo ante los excesos de las fuerzas de seguridad en M¨¦xico es tan viejo y profundo que no se deber¨ªa vincular a las manifestaciones contra el racismo en EE UU
La detenci¨®n ilegal y las torturas sufridas a manos de la polic¨ªa, seg¨²n denuncias de varios j¨®venes que acudieron a una protesta en Guadalajara por la muerte de Giovanni L¨®pez ¨Ctambi¨¦n a manos de agentes del orden¨C han puesto a M¨¦xico, y especialmente a Jalisco, frente a los fantasmas y las lacras que le descalifican como Estado de derecho pleno: los abusos policiales, la desconfianza en las fuerzas de seguridad y la establecida y ancestral incapacidad de las autoridades para esclarecer hechos de esta naturaleza.
La semana pasada se conoci¨® el asesinato de Giovanni L¨®pez, de 30 a?os, por parte de la polic¨ªa, despu¨¦s de haber sido detenido y llevado a un calabozo. El suceso se produjo a principios de mayo, aunque el v¨ªdeo de los golpes que recibi¨® durante el arresto no se difundi¨® hasta semanas despu¨¦s. En un primer momento se afirm¨® que los agentes de Ixtlauac¨¢n de los Membrillos, una localidad de Jalisco, lo hab¨ªan arrestado supuestamente por no usar el cubrebocas que, a principios de mayo, ya era obligatorio en el Estado. En un intolerable acto de siniestro cinismo, las autoridades sugirieron que ¨¦ste no hab¨ªa sido el ¨²nico motivo de la muerte. La mera insinuaci¨®n de que puede haber una explicaci¨®n ¨Ctapabocas o no tapabocas¨C que pueda justificar el asesinato de una persona custodiada por la polic¨ªa es la primera se?al de alarma de la podredumbre moral de los responsables de asegurar el imperio de la ley.
La muerte de L¨®pez a manos de la polic¨ªa gener¨® una ola de protestas e indignaci¨®n en Ciudad de M¨¦xico y especialmente en Guadalajara, capital del Estado de Jalisco, que coincidi¨® en el tiempo con las manifestaciones en Estados Unidos por el asesinato de George Floyd, tambi¨¦n a manos de otro polic¨ªa. Sin embargo, el hartazgo ante los abusos y la ineficiencia de las fuerzas de seguridad en M¨¦xico es tan viejo y profundo que no se deber¨ªa vincular a las manifestaciones contra el racismo en Estados Unidos, pues los motivos y las consiguientes explicaciones que se exigen de las autoridades no son las mismas.
La protesta del jueves en Guadalajara termin¨® en graves disturbios: patrullas incendiadas, un polic¨ªa herido despu¨¦s de que le prendieran fuego, varios detenidos. Los hechos violentos, como tantos que ocurren en manifestaciones en todo el mundo, son condenables. Lo que no justifica, de ninguna manera, es una reacci¨®n como la que se dio al d¨ªa siguiente. Agentes vestidos de civil detuvieron ilegalmente ¨Clevantaron, como se conoce en M¨¦xico¨C, a decenas de j¨®venes, como qued¨® registrado en innumerables v¨ªdeos. Muchos de ellos, como ha podido constatar este diario, han denunciado torturas por parte de los agentes.
Igual de preocupante resulta la reacci¨®n de las autoridades, especialmente el gobernador del Estado, Enrique Alfaro, ante ambos hechos. En varias declaraciones, Alfaro pidi¨® disculpas y conden¨® tanto la muerte de Giovanni L¨®pez como el uso excesivo de la fuerza de los agentes en las protestas; a la par que lanz¨® varios mensajes de que no tolerar¨¢ m¨¢s el uso de la fuerza por parte de los manifestantes. Tambi¨¦n insinu¨® que las protestas responden a una campa?a pol¨ªtica para deslegitimarlo. Sobre el levantamiento de los j¨®venes, el gobernador sostuvo que la polic¨ªa respondi¨® a ¡°¨®rdenes ajenas a las de la autoridad estatal¡± y que se hab¨ªa abierto una investigaci¨®n para ver si estas ven¨ªan del crimen organizado: admiti¨® pues de indirecta que la m¨¢xima autoridad del Estado no tiene el control absoluto sobre su propia polic¨ªa.
En un pa¨ªs en el que la credibilidad y la confianza en la polic¨ªa se esfum¨® hace a?os; en un Estado donde el crimen organizado ha perpetrado en los ¨²ltimos a?os cr¨ªmenes horrendos ¨Ccomo la desaparici¨®n de tres estudiantes de cine que fueron disueltos en ¨¢cido¨C, resulta sumamente preocupante y totalmente inadmisible la reacci¨®n de las autoridades, incapaces de responder qui¨¦n y por qu¨¦ se tomaron unas decisiones que violaron los derechos humanos de decenas de personas. El gobernador Alfaro debe dar respuesta inmediata, clara y satisfactoria a la angustia y la ira de la ciudadan¨ªa. Cualquier subterfugio le descalificar¨¢ como el dirigente pol¨ªtico de renovaci¨®n que pretende ser.
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