Amloista con derecho a disentir
Es intransitable pensar que el apoyo al cambio que propone la 4T debe significar una sumisi¨®n ciega a todos los actos del Gobierno que la encabeza
A contrapelo de la opini¨®n de muchos lectores, sostengo que el Gobierno del presidente y agitador Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador est¨¢ cambiando, para bien, aspectos fundamentales de la vida p¨²blica en M¨¦xico. No se si al final tales cambios califiquen como una Cuarta Transformaci¨®n como ¨¦l presume (al nivel de la Independencia, la Reforma o la Revoluci¨®n de 1910), pero no tengo dudas de que este sexenio est¨¢ enderezando distorsiones y excesos de un sistema que hab¨ªa llegado al l¨ªmite por su corrupci¨®n, por su fracaso frente al crimen organizado y por el abandono de buena parte de la poblaci¨®n y de las regiones que no eran funcionales a la econom¨ªa de mercado. Al final, las mayor¨ªas desde?adas cobraron la factura a los partidos gobernantes, PRI y PAN, y llevaron a Palacio Nacional a un l¨ªder pol¨ªtico que les prometi¨® cambiar las cosas.
Y a eso se ha dedicado L¨®pez Obrador entre el llanto y el crujir de dientes de los muchos que no est¨¢n de acuerdo con sus banderas o con su peculiar manera de llevarlas a cabo, que no es lo mismo, aunque se parece.
Lo cierto es que m¨¢s all¨¢ de las controvertidas provocaciones, la cuestionable sobreexposici¨®n del presidente y sus m¨¦todos, est¨¢ en proceso un cambio en lo que verdaderamente importa. Un r¨¢pido recuento: transferencia masiva de recursos a los sectores sociales m¨¢s desprotegidos; proyectos de inversi¨®n p¨²blica al abandonado sureste del pa¨ªs; modificaci¨®n del sistema de salud para intentar asegurar medicinas y atenci¨®n m¨¦dica universal; combate a fondo de la evasi¨®n fiscal por vez primera en M¨¦xico; investigaci¨®n bancaria del lavado de dinero; embate contra el robo de combustibles en gasoductos; revisi¨®n de contratos leoninos en obras p¨²blicas, medicinas, industria el¨¦ctrica y petroqu¨ªmica; fin del gasto suntuario de la clase pol¨ªtica y austeridad en las finanzas p¨²blicas; restricciones al endeudamiento del sector oficial.
En suma, el Gobierno intenta cumplir la agenda social y pol¨ªtica con la que se comprometi¨®, lo hace sin represi¨®n pol¨ªtica frente a los que manifiestan su oposici¨®n y sin someter al erario a deudas futuras. Algo que no podr¨ªamos decir de los gobiernos anteriores. Una revoluci¨®n social sin violencia, con estabilidad y responsabilidad financiera.
Entiendo que las pol¨¦micas pinceladas con las que nos regala cada semana secuestran la atenci¨®n del p¨²blico, pero habr¨ªa que observar que detr¨¢s de este tinglado la agenda descrita arriba avanza de manera inexorable. El presidente parece divertirse con los fuegos artificiales y las pasiones encontradas que producen sus rifas de avi¨®n sin avi¨®n o la exhibici¨®n de documentos ap¨®crifos de presuntos complotistas.
En otro momento habr¨ªa que abordar si tal tendencia a la provocaci¨®n responde a un rasgo de car¨¢cter o a un c¨¢lculo pol¨ªtico. Pero har¨ªamos muy mal en creer que otras decisiones importantes son una ocurrencia. Cuando neg¨® a los empresarios un paquete de apoyo ante la tragedia econ¨®mica provocada por la pandemia, fue se?alado como un gobernante irresponsable y art¨ªfice de la destrucci¨®n del aparato productivo. En realidad AMLO actu¨® con absoluto apego a la agenda que lo llev¨® a Palacio: primero, encarar la emergencia sin recurrir a ingresos extra o endeudamiento para no comprometer el futuro de las siguientes generaciones y, segundo, volcar lo poco o mucho que se tenga a paliar los efectos de la crisis entre los que menos tienen. El resultado es un programa de 307.000 millones de pesos a cr¨¦ditos populares en lo que resta del a?o y un aceleramiento de los cuantiosos subsidios a adultos mayores, personas discapacitadas, j¨®venes y mujeres en insolvencia. El INEGI se?al¨® hace unos d¨ªas que 12 millones de personas hab¨ªan perdido temporalmente el empleo como resultado de la pandemia. Pero solo dos millones eran del sector formal, es decir aquellos a los que el presidente se rehus¨® a ayudar, seg¨²n los empresarios. Los otros 10 millones pertenec¨ªan al sector informal, grupo poblacional al que van dirigidos los apoyos del Gobierno. En total, presidencia estima que la derrama de recursos llega de manera directa al 70% de los hogares mexicanos, justamente los menos afluentes.
Nada asegura que habr¨¢n de conseguirse las metas que persigue AMLO. En algunas se ha avanzado, en otras, como la inseguridad p¨²blica, hasta ahora el efecto es nulo. Pero ciertamente el presidente no ha escatimado energ¨ªa o voluntad pol¨ªtica.
Esto no quiere decir que coincida siempre con su Gobierno y mucho menos que est¨¦ dispuesto a renunciar a mi derecho a disentir, como ¨¦l lo pide. En los ¨²ltimos d¨ªas ha dicho que ya basta de simulaciones y que no hay m¨¢s que de dos sopas, se est¨¢ a favor de la transformaci¨®n o se est¨¢ en contra de ella.
En esta formulaci¨®n hay un aspecto comprensible y otro aberrante, en mi opini¨®n. Por un lado, es cierto que muchos se dicen partidarios de favorecer a los pobres y mejorar la justicia social, pero se la pasan descalificando al proyecto de cambio con cualquier pretexto. Es a ellos a los que AMLO parecer¨ªa decirles: qu¨ªtate la m¨¢scara y confiesa que en realidad no est¨¢s de acuerdo con un cambio social. Eso puedo entenderlo. De all¨ª la cita que suele hacer de Melchor Ocampo: ¡°Los liberales moderados no son m¨¢s que conservadores m¨¢s despiertos¡±¡¯.
Pero hay otra interpretaci¨®n, esa s¨ª intransitable: pensar que el apoyo al cambio que propone la 4T debe significar una sumisi¨®n ciega a todos los actos del Gobierno que la encabeza. Hay que insistir que L¨®pez Obrador y su movimiento son la expresi¨®n pol¨ªtica de una causa m¨¢s vasta; el abandono en que se ten¨ªa al M¨¦xico de abajo y el reclamo para que esa injusticia se modifique. Por m¨¦rito propio y circunstancias hist¨®ricas, AMLO encabeza esta reivindicaci¨®n, pero eso no lo hace infalible, ni convierte en traici¨®n la cr¨ªtica puntual de los desaciertos o insuficiencias. Por el contrario, los se?alamientos desde la congruencia o incongruencia con sus propios objetivos, es un insumo indispensable para todo gobernante. Estoy a favor de la transformaci¨®n de M¨¦xico que se encuentra en curso, pero rechazo que en ella solo puedan caber conservadores (abiertos o simulados) por un lado y progresistas sumisos, por el otro. El pa¨ªs de justicia e inclusi¨®n al que aspira la 4T tendr¨ªa que aceptar la disensi¨®n sin que sea tachada de traici¨®n.
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