Prevenir la corrupci¨®n tambi¨¦n es reconstruir
Es evidente que el pa¨ªs que quiere la inmensa mayor¨ªa es una Espa?a limpia y honesta
La crisis de la covid-19 se ha llevado por delante miles de vidas, negocios, sue?os y proyectos. Pero el ser humano, como nos ense?aba Viktor Frankl, tiene en s¨ª mismo una fuerza interior que, a trav¨¦s del sentido, le hace superar toda adversidad y le aporta la resiliencia necesaria para, a pesar de todo, comenzar de nuevo. Dar sentido a la vida, desde la libertad, es, as¨ª pues, nuestra m¨¢s poderosa arma frente a la adversidad. Nuestros representantes pol¨ªticos han creado una comisi¨®n de reconstrucci¨®n tras la crisis generada por el coronavirus y parecen querer generar un impulso nacional que nos permita salir del confinamiento con nuevas fuerzas y nuevos compromisos colectivos. Darnos sentido como sociedad y abrirnos a nuevos horizontes de crecimiento sostenible y equidad es un encomiable objetivo. No sabemos si finalmente estar¨¢n a la altura del reto, lo deseamos sinceramente, pero s¨ª es cierto que han empezado con demasiadas tensiones y demasiados olvidos.
La corrupci¨®n es la principal barrera para el crecimiento econ¨®mico seg¨²n el Banco Mundial; una afirmaci¨®n corroborada por muy diversos estudios provenientes de muy diferentes instituciones y universidades. Tambi¨¦n es una fuente de degeneraci¨®n en la toma de decisiones medioambientales, poniendo siempre por delante los intereses de los corruptos sobre los de las generaciones futuras. M¨¢s a¨²n, es fuente de desigualdad y pobreza, destruyendo el contrato social y los principios de justicia b¨¢sica en los que se fundan las sociedades democr¨¢ticas. En ¨²ltima instancia, como enfermedad moral que es, pudre toda la sociedad y va secando los pozos de institucionalidad que pueda haber en las comunidades. Espa?a no es un pa¨ªs inmune al virus de la corrupci¨®n, igual que no lo ha sido a la covid-19. M¨¢s bien, es un pa¨ªs con graves problemas de corrupci¨®n pol¨ªtica y donde el clientelismo anida en los m¨¢s diversos y rec¨®nditos espacios de decisi¨®n de nuestra clase pol¨ªtica. Por ello, creemos que poco avanzaremos en la reconstrucci¨®n si no se aborda una de las barreras m¨¢s importantes para la justa convivencia.
En suma, creemos que la comisi¨®n de reconstrucci¨®n deber¨ªa haber incluido entre los expertos a consultar a alg¨²n representante de las organizaciones que se dedican desde hace a?os a la lucha contra la corrupci¨®n en Espa?a. Es triste ver c¨®mo la nueva mayor¨ªa surgida, en principio, de la moci¨®n de censura y, despu¨¦s, de un voto popular influido notoriamente por la voluntad de regeneraci¨®n democr¨¢tica, ha ido abandonando la prevenci¨®n y la lucha contra la corrupci¨®n del centro de su agenda pol¨ªtica. Obviamente, hay muchos otros problemas, y m¨¢s ahora, con la crisis econ¨®mica y sanitaria que sufrimos, pero creemos que precisamente sufrimos con tanta crudeza ambas crisis por los problemas de corrupci¨®n y clientelismo que nuestro sistema permiti¨® durante tanto tiempo. El despilfarro y los fondos perdidos por la corrupci¨®n hubieran permitido, de haberse dedicado a lo importante, tener una sanidad mucho mejor preparada para la pandemia, hubieran impulsado la investigaci¨®n y hubieran, sin duda, dejado unas cuentas m¨¢s saneadas con las que pedir pr¨¦stamos a menor tasa de inter¨¦s. En todo caso, puestos a hablar de reconstrucci¨®n, creemos que no habr¨¢ reconstrucci¨®n posible sin un plan estrat¨¦gico anticorrupci¨®n hol¨ªstico e integrado, con participaci¨®n social amplia y consenso pol¨ªtico suficiente.
Llegados a este punto, proponemos que, entre los debates que la comisi¨®n mantenga, la corrupci¨®n sea uno de los temas tratados y que se llame a comparecer a expertos en la materia para, entre todos, generar las bases de ese ansiado plan estrat¨¦gico que venimos reclamando. Mas, como se hace camino al andar, mientras tanto, pedimos a todos los grupos pol¨ªticos que lean la propuesta de ¡°ley de prevenci¨®n y lucha contra la corrupci¨®n¡± que hemos elaborado distintos expertos y activistas en la lucha contra esta enfermedad moral, y que el Grupo Parlamentario Socialista ha tomado ya en consideraci¨®n, para que, cuanto antes, se apruebe por nuestro Parlamento y se d¨¦ protecci¨®n a los denunciantes de ilegalidades y corrupci¨®n en nuestro pa¨ªs, trasponiendo y enriqueciendo la normativa europea. En dicha norma, se afrontan algunas de las lagunas m¨¢s importantes que tenemos en este ¨¢mbito. Para empezar, una definici¨®n clara de lo que son y significan los alertadores y denunciantes, para seguir, unas l¨ªneas claras de protecci¨®n, que incluyen la indemnidad laboral, el apoyo jur¨ªdico, la asistencia psicol¨®gica, la asistencia econ¨®mica y la persecuci¨®n de las represalias y de quienes las consienten. Por primera vez se crea una autoridad nacional de lucha contra la corrupci¨®n, con todas las garant¨ªas de independencia y competencia; y se abren diversos canales de denuncia impulsando los sistemas de integridad en las organizaciones p¨²blicas y privadas. Con estos dos caminos, la estrategia y la ley, creemos que empezaremos a reconstruir rigurosamente nuestras instituciones y a generar las barreras necesarias para evitar que la corrupci¨®n siga pudriendo las bases de nuestra convivencia. Es momento de dar sentido y direcci¨®n nueva a nuestro pa¨ªs, y es evidente que la Espa?a que quiere la inmensa mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa es una Espa?a limpia y honesta.
Manuel Villoria es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Rey Juan Carlos.
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