?Y si la pandemia mejora la democracia?
La democracia es producto de la acci¨®n humana: reg¨ªmenes enfermos pueden generar anticuerpos, inmunizarse para salir fortalecidos
¡°Derrape pand¨¦mico¡±. As¨ª traducir¨ªamos libremente el t¨¦rmino (pandemic backsliding) con el que V-Dem, el mayor proyecto mundial de investigaci¨®n sobre democracias, designa el riesgo que enfrenta la pol¨ªtica a medida que avanza el coronavirus.
El argumento de V-Dem es que, si ¡°las medidas de emergencia habilitan a los estados a restringir temporariamente libertades y controles institucionales, algunos l¨ªderes abusan de ese instrumento para erosionar la democracia de manera permanente mediante (a) la imposici¨®n de medidas desproporcionadas para la severidad de la crisis y (b) el mantenimiento de las medidas de emergencia una vez que la crisis hubo pasado¡±. Compilando estas medidas para 142 pa¨ªses hasta abril de 2020, V-Dem cuenta 48 con alto riesgo de ¡°derrape¡± y 34 con riesgo medio. Moraleja: hoy la democracia no es amenazada por perdedores que no aceptan sus derrotas, sino por ganadores que no aceptan sus l¨ªmites.
No son los ¨²nicos observadores que expresan esta preocupaci¨®n. Por caso, Fernando Henrique Cardoso, el expresidente de Brasil, advirti¨® recientemente que los pobres emerger¨¢n de la pandemia a¨²n m¨¢s pobres, acentuando las desigualdades reales y percibidas y alimentando el canto de sirena de los populismos.
Sin menoscabar estos an¨¢lisis y advertencias, creemos que pasan por alto un elemento esencial: la posibilidad de que la prepotencia de la emergencia aliente la resistencia al poder antes que la concentraci¨®n del poder. Esta resistencia, en el mediano plazo, llevar¨ªa a los ciudadanos a demandar m¨¢s deliberaci¨®n y rendici¨®n de cuentas, menos imposici¨®n. En vez de un derrape antidemocr¨¢tico, estar¨ªamos ante un deslizamiento pro-democr¨¢tico.
?Demasiado optimista? Veamos.
Los beneficios secundarios del da?o
El saber convencional asegura que hay dos tipos de democracias: las fr¨¢giles y las robustas. Las democracias fr¨¢giles son sensibles al da?o; las robustas son inmunes. Inspirados en el estad¨ªstico liban¨¦s-americano Nassim Taleb, podemos concebir la existencia de un tercer grupo: las que obtienen alg¨²n beneficio del da?o ¨C siempre que el da?o no las mate.
?Qu¨¦ tan grave es el da?o?
Hay cuatro ¨¢reas en las que el Covid encuentra a Am¨¦rica Latina con ¡°comorbilidades¡±: 1) el escaso acceso al capital internacional (que tiende a huir en tiempos malos); 2) el limitado espacio fiscal (debido a altos d¨¦ficits y abultadas deudas p¨²blicas); 3) los mercados laborales precarios (donde los asalariados formales representan menos de la mitad de la poblaci¨®n activa); y 4) un desencanto difuso con la democracia. Varios de estos ingredientes est¨¢n presentes en otras regiones, pero no todos juntos.
Sobre este trasfondo, la extensi¨®n de la crisis y la dureza de la respuesta son cruciales para pensar lo que viene. Por ejemplo, si ¨Ccomo sugiere el consenso cient¨ªfico¨C la pandemia es larga, una cuarentena intensa y precoz que agote el combustible fiscal y psicol¨®gico en la mitad de la marat¨®n podr¨ªa alimentar el descontento social en la segunda mitad. La peor combinaci¨®n.
El ciclo electoral potencia esta incertidumbre. Si se vota temprano, los gobiernos m¨¢s efectivos ser¨¢n premiados por su desempe?o sanitario; si se vota m¨¢s tarde, ser¨¢n castigados ante la inevitable recesi¨®n. Esto ya empez¨® a provocar la postergaci¨®n de elecciones. En palabras de Mar¨ªa Victoria Murillo (Universidad de Columbia), ¡°el Covid-19 ha debilitado dos mecanismos cruciales de la representaci¨®n democr¨¢tica en Am¨¦rica Latina, las elecciones y las protestas, y con ello ha fortalecido a los presidentes que actuaron decisivamente y concentraron m¨¢s poder para coordinar la respuesta¡±.
El escenario hacia fines de 2020 es preocupante: una econom¨ªa que se recupera lenta y fragmentariamente; altas tasas de desempleo, formal u oculto; compa?¨ªas zombies viviendo de cr¨¦ditos estatales que no pueden devolver; y una creciente dualidad del ingreso entre trabajadores formales y trabajadores precarios que dependen de la asistencia social. Ahora, ?imag¨ªnese 2021! El temor a un tsunami populista es entendible.
Sin embargo, los meses de cuarentena y el creciente malestar econ¨®mico podr¨ªan tener el efecto contrario. A medida que la amenaza del virus decrece y la fatiga de la emergencia aumenta, otras instituciones gubernamentales ¨Cy la misma ciudadan¨ªa¨C tender¨¢n a sobre compensar tanta concentraci¨®n vertical. ¡°Lo que no me mata me fortalece¡±: como un organismo biol¨®gico, la democracia puede salir fortalecida por un golpe que no la derribe.
La democracia contraataca
La sobrecompensaci¨®n es la primera defensa. Cuando algunos presidentes se pasaron de la l¨ªnea, los gobernadores (en pa¨ªses federales), el congreso y hasta el poder judicial salieron a marcar l¨ªmites. En algunos casos, incluso ministros (como en Brasil) o jefes militares (como en Estados Unidos) se desmarcaron del presidente. Una investigaci¨®n reciente de Tom Ginsburg (Universidad de Chicago) y Mila Versteeg (Universidad de Virginia) desmiente ¡°las acusaciones simplistas de concentraci¨®n del poder¡±, mostrando que los frenos y contrapesos en tiempos de pandemia han moderado a los poderes ejecutivos en casi todos los pa¨ªses del mundo.
El segundo factor por el cual la pandemia podr¨ªa energizar a la democracia es el develamiento de la incompetencia. Coincidencia o no, algunos de los l¨ªderes m¨¢s notorios en t¨¦rminos de retroceso democr¨¢tico son tambi¨¦n los menos exitosos en t¨¦rminos sanitarios. El que no pierde por autoritario, pierde por in¨²til.
El tercer factor es la presi¨®n internacional. Ante una amenaza planetaria, el liderazgo irresponsable da?a a ciudadanos propios y ajenos. Otros estados pueden sentirse amenazados por la mala gesti¨®n de la pandemia y dar la espalda a gobernantes peligrosos ¨Co excluir al pa¨ªs de las futuras ¡°burbujas de viaje¡± con las que preservaremos nuestra ilusi¨®n de ser ciudadanos globales.
Las tendencias preexistentes en la regi¨®n no eran, por cierto, muy favorables a la democracia: Am¨¦rica Latina corr¨ªa el riesgo de tornarse ¡°la tierra de la democracia militarizada¡±, al decir de Javier Corrales (Amherst College), en momentos en que la masividad de las protestas callejeras pon¨ªa en duda la estabilidad de varios gobiernos. Si a esto sumamos que buena parte de los partidos de oposici¨®n estaban en crisis, ?de d¨®nde surgir¨ªa un liderazgo alternativo al potencial dictador pand¨¦mico?
Sin embargo, el futuro de la democracia en una Am¨¦rica Latina post-pand¨¦mica no depende solamente de que los gobiernos respondan a la crisis sin erosionar las reglas, sino tambi¨¦n de que los otros poderes, las autoridades subnacionales, los partidos pol¨ªticos y la sociedad civil reaccionen ante la arbitrariedad ejecutiva. En este frente hay indicios esperanzadores.
Un ¡°deslizamiento pro-democr¨¢tico¡± no es inevitable, por supuesto. Nuestro argumento es que es posible. La democracia es producto de la acci¨®n humana: reg¨ªmenes enfermos pueden generar anticuerpos, inmunizarse para salir fortalecidos. As¨ª, un virus mortal podr¨ªa terminar siendo la vacuna de nuestro descontento democr¨¢tico.
Eduardo Levy Yeyati, economista, es decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella e investigador no residente de The Brookings Institution.
Andr¨¦s Malamud, polit¨®logo, es investigador principal del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, Portugal.
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