El arte, esencial en la educaci¨®n
La creaci¨®n es garant¨ªa de democracia: ense?a a reflexionar sobre opciones est¨¦ticas y defenderlas
Pensar una ley de educaci¨®n que deje en ¡°decretos de desarrollo curricular¡± al arte es condenarlo al arbitrio y la contingencia. Solo teniendo una concepci¨®n limitada de las capacidades desarrolladas en el proceso creador ¡ªuni¨¦ndolas al ocio o al entretenimiento¡ª se puede tomar tal decisi¨®n. Perm¨ªtanme compartir algunas ideas sobre las funciones del arte en la educaci¨®n, que han sido desarrolladas durante siglos, en momentos donde el futuro del ser humano se enfrentaba a grandes retos, incluso a su propia supervivencia.
El proceso creador permite la expresi¨®n organizada de los impulsos internos. Es curioso que la mayor¨ªa de las personas ajenas al arte piensen en la actividad creadora como una especie de catarsis que libera tensiones y permite la famosa funci¨®n de ¡°expresi¨®n sin reflexi¨®n¡±, cuando es exactamente lo contrario: el arte organiza y toma el control simb¨®lico de una experiencia interna, orden¨¢ndola, exterioriz¨¢ndola y reflexionando sobre ella.
Crear es apostar por la vida. La creaci¨®n nos liga a las pulsiones de vida, apostando por la vitalidad del ser humano. Se?alaba Viktor Ullmann, m¨²sico que trabaj¨® incansablemente en el gueto de Theresienstadt, que la capacidad de crear es similar a la capacidad de sobrevivir. Crear es apostar por estar en el mundo, con los otros, haciendo de ello acontecimiento a trav¨¦s de la inclusi¨®n de lo bello, que confiere a nuestra existencia un distintivo de ¡°algo especial¡±. Estos meses de pandemia hemos podido comprobarlo.
El arte aporta sensibilidad est¨¦tica. La est¨¦tica nos liga con la organizaci¨®n, interna y externa, y con las leyes de la naturaleza y la percepci¨®n, que es crucial en todos los proyectos humanos, sea la construcci¨®n de una casa, un puente, un dise?o urban¨ªstico, un tejido, un escenario o incluso la relaci¨®n con los otros.
El arte cultiva el desarrollo de la mirada atenta, base de la investigaci¨®n y la relaci¨®n humana. Pocas actividades desarrollan tanto la atenci¨®n como el acto de dibujar, donde pasamos horas tratando de comprender la estructura, volumen, color, caracter¨ªsticas de un objeto, y sus relaciones con el entorno. El tiempo se detiene. La atenci¨®n pide la plena implicaci¨®n personal. Se entronca con la escucha atenta y desinteresada que respeta lo que observa. Por ello es base de la relaci¨®n emp¨¢tica, pero tambi¨¦n es el pilar de la investigaci¨®n. Como se?alaba Jerome Bruner, el arte es un modo de conocimiento distintivo.
El arte es ejercicio cr¨ªtico ante la cultura visual. Aprender a mirar supone comprender que los s¨ªmbolos e imaginarios culturales se construyen a trav¨¦s de formas, estructuras compositivas, iconolog¨ªas e iconograf¨ªas heredadas y actuales, que dan carta de realidad normativa a mensajes sociales espec¨ªficos. Solo quien sabe qu¨¦ significa la verticalidad, el orden o desorden visual, las construcciones del cuerpo, el picado o contrapicado, dispone de herramientas no solo para analizarlo, sino para proponer alternativas emancipadoras.
El arte ayuda a aprender a equivocarse. Asumir los errores cometidos en el espacio simb¨®lico de la creaci¨®n permite reconocernos mortales, vulnerables y fr¨¢giles. La capacidad de asumir errores en este espacio seguro desviste a los mismos de la gravedad de la vida real, ayuda a asumir una autocr¨ªtica sana, pero necesaria en el crecimiento personal. Los fallos realizados ayudan a separar sujeto y objeto y, a la vez, reflexionar sobre causas, v¨ªnculos y relaciones.
El arte ayuda a tolerar la frustraci¨®n: trabajar con los materiales del arte nos confronta a las cualidades de la materia y a nuestro propio l¨ªmite. Acostumbrados a una sociedad basada en el consumo, donde la adquisici¨®n implica satisfacci¨®n inmediata, afrontar un di¨¢logo y entendimiento con la materia (sea piedra, arcilla o un programa de ordenador) supone reconocer no solo sus reglas, sino nuestras capacidades.
El arte es garant¨ªa de democracia: propone eternamente problemas de libertad e incluye reconocer la angustia que supone optar. La creaci¨®n nos sumerge en la obligaci¨®n de ser responsable de la elecci¨®n tomada, ense?a a reflexionar sobre nuestras opciones est¨¦ticas y defenderlas. En el proceso nos deconstruimos y reconstruimos una y otra vez. Incluye ambig¨¹edad, polisemia, duda, soluciones diversas e igualmente v¨¢lidas. Ense?a a comprometernos sin tener la verdad ¨²nica en un proyecto personal, que es siempre incierto. Por ello, es sumamente necesario para afrontar las crisis. El arte ¡ªel teatro, el canto coral, el mural¡ª permite, m¨¢s que ninguna otra actividad, que el individuo no se pierda en la masa: lo enriquece, a la vez que le hace sentirse parte del grupo. Contrarresta las experiencias colectivas que alienan la individualidad. Por eso el ejercicio del arte, como forma de libertad y pr¨¢ctica colaborativa, es una garant¨ªa para la democracia.
Se?ora ministra, se?ores y se?oras diputadas: la pr¨¢ctica del arte, implicada en el respeto al patrimonio, la sensibilidad social, la humildad intelectual y vital, la incertidumbre y la duda, en el placer de comprometerse, equivocarse y rectificar, en la mirada global y cr¨ªtica, en el cuestionamiento constante, es esencial en la educaci¨®n. De ustedes depende el futuro de las nuevas generaciones.
Mari¨¢n L¨®pez Fern¨¢ndez Cao es catedr¨¢tica de Educaci¨®n Art¨ªstica de la Facultad de Educaci¨®n de la Universidad Complutense de Madrid.
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