La mutaci¨®n
Que el virus se haya atenuado es un rumor. Lo m¨¢s probable es lo contrario
Un rumor persistente recorre el mundo. Dice que el coronavirus ha sufrido una mutaci¨®n que lo ha atenuado, ha reducido su letalidad y ha rebajado su capacidad de contagio. Toda esa murga se ha propagado como fuego por la paja porque es justo lo que la gente quiere o¨ªr despu¨¦s de tres meses de tedio, angustia y confinamiento, pero lo cierto es que se erige sobre unos cimientos muy endebles. Vir¨®logas como Margarita del Val, del Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa de Madrid, aseguran que no hay una sola evidencia gen¨¦tica de que el SARS-CoV-2 haya mutado para mitigarse. Toda esta historia proviene de observaciones anecd¨®ticas de los m¨¦dicos, que han percibido una reducci¨®n de la carga viral de los pacientes en las ¨²ltimas semanas. Pero la raz¨®n m¨¢s probable es que en las fases iniciales de la pandemia solo se pod¨ªa atender a los pacientes m¨¢s graves, y ahora llegan a los hospitales casos m¨¢s precoces y leves. Un artefacto estad¨ªstico de manual.
Hay otro argumento de una ¨ªndole m¨¢s te¨®rica que nos conduce a la misma conclusi¨®n. Cuando un virus se ha extendido por medio mundo, es imposible que decida mutar a la vez en todas partes, de modo que puedan observarlo los m¨¦dicos de Portugal a Singapur. La evoluci¨®n no funciona as¨ª. Una mutaci¨®n surge en un solo virus de un solo paciente de un solo lugar. Si confiere al virus una ventaja, se ir¨¢ extendiendo poco a poco a las zonas vecinas, despu¨¦s a las no tan vecinas, y tardar¨¢ a?os o d¨¦cadas en imponerse. De hecho, la atenuaci¨®n de los virus se fundamenta en un fen¨®meno deprimente. Una vez muertas las personas m¨¢s susceptibles, el virus se estabiliza entre los supervivientes. Es la evoluci¨®n, amigo.
Pero s¨ª hay otra mutaci¨®n de la que est¨¢n discutiendo seriamente los cient¨ªficos. Se llama D614G. Las prote¨ªnas, como la esp¨ªcula que da nombre al coronavirus y le permite engancharse a las c¨¦lulas humanas, son collares donde cada cuenta es un amino¨¢cido. Hay collares de cien cuentas y de miles de cuentas (el del coronavirus tiene unas 800). En la jerga gen¨¦tica, D614G quiere decir que la cuenta n¨²mero 614 ha cambiado de aspartato (D) a glicina (G). Una verdadera sutileza, ?no es cierto? En biolog¨ªa, sin embargo, el diablo mora en los detalles. Una sola errata en un texto de 800 letras supone a menudo la diferencia entre la vida y la muerte.
En febrero, ni uno solo de los genomas del SARS-CoV-2 secuenciados en el mundo mostraba la mutaci¨®n D614G. En marzo, apareci¨® en una de cada cuatro muestras del virus. Y en mayo ya eran casi tres de cada cuatro. La microbi¨®loga Hyeryun Choe y sus colegas del Instituto Scripps de Florida han mostrado que esa cepa mutante, que domina Europa y Estados Unidos ahora mismo, hace la esp¨ªcula m¨¢s estable e incrementa la capacidad del virus para infectar las c¨¦lulas. Los experimentos se han conducido en el laboratorio, y a¨²n no han sido revisados por pares, como exige el protocolo de la publicaci¨®n cient¨ªfica, pero esas son las cosas que pasan con la urgencia de una pandemia, y el laboratorio tiene una amplia experiencia en coronavirus. As¨ª que hay mutaci¨®n, pero no en el sentido que espera la gente, sino justo en el contrario.
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