H¨¦roes

A menudo los h¨¦roes terminan estorbando. Tras la I Guerra Mundial, los supervivientes del Ej¨¦rcito Imperial alem¨¢n ped¨ªan limosna por las calles, como los voluntarios de la Divisi¨®n Azul al volver de Rusia, las medallas prendidas en los harapos a los que hab¨ªan quedado reducidos sus uniformes. Mientras dura la guerra, todo es poco para los h¨¦roes. Cuando la guerra acaba, primero se les hacen homenajes, luego ni caso. Las lecciones m¨¢s amargas de la Historia se repiten una y otra vez, pero a estas alturas deber¨ªamos haber aprendido algo. En los inicios de la pandemia, nos dijeron que est¨¢bamos en guerra, que luch¨¢bamos contra un invasor, un enemigo letal y desconocido. A muchos nos pareci¨® una comparaci¨®n excesiva, desafortunada incluso, hasta que la realidad nos dio argumentos con los que no cont¨¢bamos. Pero si esto ha sido una guerra, nada es tan fundamental como reforzar nuestras defensas, invertir lo que haga falta para lograr que la pr¨®xima victoria no nos salga tan cara. La recuperaci¨®n econ¨®mica ser¨¢ una conquista dudosa si no va acompa?ada de la reconstrucci¨®n social de nuestro pa¨ªs, un empe?o que pasa necesariamente por el fortalecimiento de los servicios p¨²blicos, esa primera l¨ªnea de combate tan debilitada por los recortes que trajo consigo la ¨²ltima crisis. En muchas comunidades aut¨®nomas, los h¨¦roes del coronavirus ya est¨¢n sobrando. No se les renuevan los contratos, no se les dota de lo que necesitan, no se invierte en la dignidad de su trabajo. Se habla mucho de rebrotes, pero el peligro m¨¢s grave est¨¢ m¨¢s lejos. Si recuperamos la econom¨ªa y nos olvidamos de la Sanidad P¨²blica, si dejamos los servicios sociales como est¨¢n, el balance de la pr¨®xima pandemia ser¨¢ peor. Y no podemos permit¨ªrnoslo.