Reyes y amos
Lo ocurrido en las residencias no es consecuencia de la pol¨ªtica, sino de la cultura. Una cultura tan engrasada ideol¨®gicamente como averiada socialmente
En La singularidad francesa, Guy Sorman relata un encuentro suyo en Downing Street con Margaret Thatcher en 1983. Thatcher le pregunt¨® qu¨¦ iba a hacer la derecha francesa para recuperar el poder y Sorman respondi¨®: ¡°Desnacionalizar¡±. ¡°P¨¦simo t¨¦rmino¡±, dijo Thatcher. ¡°Negativo, reaccionario. Hay que ser positivo y progresista. Nosotros decimos privatizaci¨®n, un t¨¦rmino que moviliza a la opini¨®n p¨²blica a nuestro favor¡±. En 1986 Jacques Chirac invent¨® el Ministerio de Privatizaciones, cuyo mando encarg¨® a un funcionario del Estado, claro.
Guy Sorman es un tipo peculiar, no tanto como lo era Margaret Thatcher pero peculiar. Y list¨ªsimo, seguro que no tanto como Thatcher, pero muy listo. Ahora est¨¢ terminando un libro titulado Diccionario de estupideces en el que va a tratar de recopilar todas las ideas que ¨¦l considera equivocadas, dijo en La Naci¨®n, para contradecirlas, algo que ya hizo Ambrose Bierse en el Diccionario del Diablo, pero dejando caer que eran ideas equivocadas sin confirmarlo del todo, que es la mejor manera de conducirse por la vida: piano, piano.
Las palabras tienen tantas vidas como la pol¨ªtica. A principios de los ochenta, en muchos pa¨ªses el liberalismo era un proyecto tan revolucionario que todav¨ªa estaba enredado en el lenguaje. Hasta que Thatcher dijo que las cosas no se ¡°desnacionalizaban¡±, pues al fin y al cabo era quit¨¢rselas al pueblo, sino que se ¡°privatizaban¡±, que era d¨¢rselas solo a aquel pueblo que las pod¨ªa hacer funcionar mejor y sacar m¨¢s partido. Que ese pueblo resultase ser amigo, compa?ero de pupitre o simpatizante del partido en el poder, en Espa?a PSOE y PP, se dio por hecho. Que se enriqueciese se asumi¨® con naturalidad. Que las cosas no funcionasen todo lo bien que deb¨ªan, o directamente no funcionasen, se llev¨® con resignaci¨®n. Al fin y al cabo aquello era un hat trick, tanto daba c¨®mo se hubiese hecho.
Esto no explica totalmente la gesti¨®n de las residencias de la Comunidad de Madrid, porque la Comunidad tampoco se explica por los pocos meses de Isabel D¨ªaz Ayuso, ni siquiera por la intervenci¨®n del PP a lo largo de las d¨¦cadas. Lo que ha ocurrido con las residencias no es consecuencia de la pol¨ªtica, sino de la cultura. Una cultura tan engrasada ideol¨®gicamente como averiada socialmente, pero cultura al fin y al cabo; algo tan dif¨ªcil de desincrustar que se tardar¨¢n generaciones. Pero s¨ª puede explicar al detalle la conocida como Operaci¨®n Bicho, el plan que la Comunidad elabor¨® para salvar las residencias poni¨¦ndolo en manos de una profesional inexperta, hija del impulsor de la privatizaci¨®n de la sanidad madrile?a.
Cuando ella le dice a los empleados de una empresa de ambulancias que van a ser los ¡°reyes y los amos¡± de la gesti¨®n sociosanitaria de Madrid, y que su sue?o (¡°tener mi propia empresa¡±) est¨¢ a punto de cumplirse, describe la ¨²ltima consecuencia de un proceso que empieza por poner el derecho m¨¢s b¨¢sico y universal, el de la sanidad, en manos de gente que tiene sue?os. ?Qui¨¦n no so?¨® durante el confinamiento en tener su propia empresa gracias a la pandemia? No hay nada en el mundo de la privatizaci¨®n madrile?a que ese sue?o no pueda explicar.
Una caracter¨ªstica de la epidemia fue mudar el sujeto a ¡°nosotros¡± a causa de un objetivo tan obvio como el de la supervivencia. La enfermedad tuvo de esta manera una consecuencia social mejor que muchas de sus soluciones, depositadas directamente en el ¡°yo¡±, casi siempre el m¨¢s estrepitoso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.