Feminismo e identidad sexual
?Un sentimiento ¨ªntimo puede producir efectos legales? En ning¨²n otro caso de la legislaci¨®n, un ¡°yo me siento¡± es tomado en cuenta si no comporta posibilidad de verificaci¨®n
En los ¨²ltimos tiempos, existe un avivado debate en torno a las nociones de ¡°identidad de g¨¦nero o sexual¡±, introducidas subrepticiamente en diversas iniciativas legislativas: el anteproyecto de Ley Org¨¢nica de garant¨ªa integral de la libertad sexual, duramente criticado por la Alianza contra el Borrado de las Mujeres. Pero no debemos olvidar las que quedaron pendientes de aprobaci¨®n, como la proposici¨®n de Ley contra la discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual, identidad o expresi¨®n de g¨¦nero y caracter¨ªsticas sexuales y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transg¨¦nero e intersexuales, del 12 de mayo de 2017, y la proposici¨®n de Ley sobre la protecci¨®n jur¨ªdica de las personas trans y el derecho a la libre determinaci¨®n de la identidad sexual y expresi¨®n de g¨¦nero, del 2 de marzo de 2018.
No hay nada que objetar, indudablemente, a la necesaria garant¨ªa de la libertad, la no discriminaci¨®n y los derechos de cualquier opci¨®n sexual. Sin embargo, para este cometido no es necesario incluir, a hurtadillas, discutibles supuestos te¨®ricos, sustituir el sexo por el g¨¦nero o abogar por la libre autodeterminaci¨®n de la identidad sexual, todo ello injustificado cient¨ªficamente y de problem¨¢ticas consecuencias sociales y legales.
Centr¨¢ndonos en las citadas proposiciones de ley estatal, tanto estas como las leyes al respecto ya aprobadas en diferentes autonom¨ªas parten de un postulado te¨®rico que, al menos, parece precipitado: el sexo pasa a ser algo elegible, es decir, independiente del sexo biol¨®gico, la verdadera identidad sexual del individuo se encuentra en el ¡°g¨¦nero sentido¡±, luego es algo subjetivo, no comprobable de manera objetiva. De esta mera certeza ¨ªntima, se infiere que una persona pueda cambiar la denominaci¨®n administrativa de su sexo (hombre o mujer) por su sola voluntad, sin necesidad de ning¨²n informe m¨¦dico psicol¨®gico ni hormonaci¨®n previa. No obstante, si opta por la transformaci¨®n m¨¦dica y quir¨²rgica de su cuerpo, tambi¨¦n en los ni?os se respetar¨¢ esta opci¨®n, para ello se le suministrar¨¢ bloqueadores de la pubertad a fin de que no desarrolle caracteres secundarios del sexo no deseado. Recordemos que la Ley 3/2007, del 15 de marzo, regulaba ya la rectificaci¨®n registral de cambio de sexo para personas transexuales y que la atenci¨®n m¨¦dica y quir¨²rgica est¨¢ cubierta por la sanidad p¨²blica. La novedad de las nuevas proposiciones es la pretensi¨®n de reconocer el derecho a la libre autodeterminaci¨®n del sexo por la simple elecci¨®n personal.
Ahora bien, ?un sentimiento ¨ªntimo puede producir efectos legales? En ning¨²n otro caso de la legislaci¨®n, un ¡°yo me siento¡± inocente, rico, pobre, de determinada nacionalidad, cualificado sin titulaci¨®n, etc¨¦tera es tomado en cuenta si no comporta posibilidad de verificaci¨®n. ?No subvierte eso las bases objetivas del Derecho?
El hecho de que la simple voluntad pueda hacer que un hombre se declare mujer y sea considerado tal a todos los efectos legales entra en colisi¨®n con los logros de protecci¨®n de las mujeres, por ejemplo, la Ley contra la Violencia de G¨¦nero, la necesidad de espacios reservados (ba?os, vestuarios, casas de acogida, c¨¢rceles¡) o la concesi¨®n de ayudas. Tambi¨¦n genera perjuicios en las competiciones deportivas, y distorsionar¨ªa cualquier estad¨ªstica: los datos desagregados por sexo son imprescindibles para luchar contra las desigualdades sufridas por las mujeres.
Las reticencias del movimiento feminista se centran en que la opresi¨®n de las mujeres se basa en su utilizaci¨®n como objetos sexuales y reproductivos, y ello ocurre por su sexo biol¨®gico; negar la relevancia de esta es invisibilizar la opresi¨®n que el feminismo denuncia. Ser mujer no es una mera elecci¨®n subjetiva, ni una cuesti¨®n de maquillaje, se inscribe en un cuerpo, en una encarnadura, en una capacidad de engendrar, parir, menstruar¡ Se nos socializa de manera desigual y jer¨¢rquica, y es esa estructura de poder la que debe ser denunciada y superada de manera colectiva, no asumiendo de forma individual una identidad diferente sin cuestionar los modelos de masculinidad y feminidad. Esto diluye la fuerza reivindicativa del feminismo y del sujeto ¡°nosotras, las mujeres¡±, ahora cuestionado por teor¨ªas tan en boga como la queer. No podemos aceptar el borrado de las mujeres, ni siquiera con la excusa del lenguaje inclusivo, como cuando legislativamente se hace desaparecer el t¨¦rmino ¡°madre¡± sustituido por ¡°progenitor gestante¡±.
El feminismo ha defendido la diversidad de opciones sexuales, pero, espec¨ªficamente, ha luchado siempre por superar esa visi¨®n naturalizada y jer¨¢rquica de los g¨¦neros que conforma estereotipos inflexibles sobre lo que cada sexo debe ser, desear y c¨®mo debe comportarse. Ha denunciado ese modelo restrictivo de la buena esposa, la buena madre, el ¨¢ngel del hogar, la honesta y la casquivana, la Barbie¡, luego dif¨ªcilmente podr¨¢ concordar con cualquier activismo que defienda la existencia r¨ªgida de esos g¨¦neros, y que considera m¨¢s factible cambiar el cuerpo de las personas para adaptarse a ellos antes que cuestionarlos.
Unas leyes que comienzan abogando por la diversidad sexual, para despu¨¦s promover el acompa?amiento quir¨²rgico como soluci¨®n, aceptar los estereotipos, asumir la idea de ¡°un cuerpo equivocado¡±, y todo ello sin la menor cr¨ªtica a dichos g¨¦neros tradicionales de masculinidad y feminidad, no son progresistas, sino regresivas. Un ni?o no nace en un cuerpo equivocado, nace en una sociedad equivocada que no admite su singularidad. Necesitamos leyes que protejan a esos ni?os, no los encaminen a bloqueadores de la pubertad, y despu¨¦s a tratamientos hormonales y quir¨²rgicos que los hagan medicodependientes de por vida.
?Realmente estamos seguros de que la soluci¨®n para el desajuste entre el sexo biol¨®gico y el g¨¦nero deseado es encauzar a las personas a la hormonodependencia, la cirug¨ªa y la medicalizaci¨®n? ?Valoramos de manera suficiente los efectos patol¨®gicos a largo plazo, sobre todo en ni?os? Y si bien para los adultos hay que reconocer su libertad de elecci¨®n, en el caso de los ni?os todos somos ¨¦ticamente responsables de ofrecerles el mejor futuro psicol¨®gico saludable.
Hay un movimiento internacional legislativo hacia leyes de identidad y autodeterminaci¨®n del g¨¦nero que, a mi modo de ver, no toma en cuenta estos aspectos se?alados. Quiz¨¢s tampoco hemos reflexionado suficiente sobre los efectos problem¨¢ticos colaterales que una acci¨®n justa pero emocional y apresurada pueda conllevar. Y no olvidemos que una persona sana permanentemente medicalizada resulta rentable para algunas industrias farmac¨¦uticas. Lo bien cierto es que este tema se est¨¢ utilizando para desacreditar al feminismo present¨¢ndolo como transexcluyente (TERF), llegando al insulto, las amenazas y el boicot profesional, cuando solo se intenta llevar a cabo una reflexi¨®n. Y ello ocurre ahora que el feminismo est¨¢ obteniendo una fuerza multitudinaria impresionante, fuerza muy molesta para los lobbies de la prostituci¨®n y de los vientres de alquiler. Un feminismo dividido o desacreditado es mucho menos efectivo y eso beneficia a muchos sectores.
Creo necesario abrir un periodo de informaci¨®n y reflexi¨®n. Espa?a, que fue pionera en el matrimonio homosexual y en leyes para la igualdad de g¨¦nero, podr¨ªa liderar una reforma legislativa, tambi¨¦n internacionalmente pionera, por medio de la cual defienda los derechos de opciones sexuales y de g¨¦nero y proteja a colectivos vulnerables, sin que ello implique la introducci¨®n de nociones discutibles y la colisi¨®n con las medidas ya existentes de protecci¨®n de las mujeres frente a una desigualdad estructural y frente a la violencia. Nos lo merecemos todos como sociedad avanzada.
Rosa Mar¨ªa Rodr¨ªguez Magda es fil¨®sofa y escritora; su ¨²ltimo libro publicado es La mujer molesta. Feminismos postg¨¦nero y transidentidad sexual (M¨¦nades).
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