No hay fe ciega
Cuando la autoridad se desplaza, el mundo se transforma, y la clave va m¨¢s all¨¢ de un pu?ado de hechos falsos circulando por Internet
La fe consiste en creer sin ver, pero hoy vemos, y aun as¨ª no creemos. Sucede con el cambio clim¨¢tico: a pesar de la evidencia cient¨ªfica, un tercio de los estadounidenses no cree en ¨¦l, como si el saber o el conocimiento fuesen un simple credo. ?Recuerdan la pol¨¦mica con las fotograf¨ªas de la toma de posesi¨®n de Trump? Las im¨¢genes evidenciaban que la afluencia del p¨²blico fue n¨ªtidamente menor que en el caso de Barak Obama. Aun as¨ª, el 15 % de los votantes del magnate afirmaba, con las fotos delante, que hab¨ªa m¨¢s gente en la de Trump. El problema, dec¨ªan, era que la prueba fotogr¨¢fica proced¨ªa del ¡°entorno medi¨¢tico liberal¡±, concretamente de The New York Times, un peri¨®dico que hab¨ªa perdido credibilidad y autoridad moral por sus propios errores. Lo expres¨® muy bien Krugman la noche electoral: ¡°No sabemos qui¨¦n ganar¨¢. Lo que s¨ª sabemos es que la gente como yo, y probablemente como la mayor¨ªa de los lectores de este peri¨®dico, en realidad no entendemos en qu¨¦ pa¨ªs vivimos¡±.
El problema no es creer una mentira, sino que una imagen sea algo anecd¨®tico en comparaci¨®n con la ¡°fuente contaminada¡± que la muestra. La polit¨®loga Diana Popescu habla de la deslegitimaci¨®n de ¡°todo un sistema de acceso al mundo y los tradicionales guardianes que nos lo mostraban¡±. Se hab¨ªa perdido la autoridad de los mediadores, especialmente de los medios de comunicaci¨®n. Pero mientras culpamos a las hordas de lectores por creer mentiras, los mediadores evitamos preguntarnos honestamente por nuestra responsabilidad: ?qu¨¦ hemos hecho mal para perder esa auctoritas sobre la transmisi¨®n de la verdad?
Como dir¨ªa Arendt, lo que parec¨ªa apenas una grieta en la credibilidad, ¡°se transform¨® de repente en un abismo¡±. Cuando la autoridad se desplaza, el mundo se transforma, y la clave va m¨¢s all¨¢ de un pu?ado de hechos falsos circulando por Internet. Como ocurri¨® con las ¨¦lites pol¨ªticas, la red que sosten¨ªa nuestro sistema de confianza se deshilvan¨®. Sucede de nuevo con el extra?o boicot a Facebook: Mark Zuckerberg tiene un grave problema de credibilidad. La plataforma que m¨¢s ha hecho por inmunizarnos contra la mentira se ha enriquecido con campa?as de odio y la difusi¨®n masiva de bulos, y es importante que hablemos, precisamente, de los dos l¨ªmites que deben imponerse los mediadores en el ejercicio responsable de la libertad de expresi¨®n: el desprecio a lo factual y la arenga de odio. Los anunciantes solo buscan su propio beneficio y da?ar a un gigante que les ha zarandeado, pero como mediador, Facebook no ha querido garantizar esas l¨ªneas rojas. La quiebra de la confianza se produce al socavar esos l¨ªmites que el mediador se autoimpone responsablemente para preservar la conversaci¨®n democr¨¢tica. Su ruptura nos habla de la soberbia y la falta de rigor demostrados por cualquier mediador de la verdad que espera ser fuente de autoridad.
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