Brasil sin Lula y sin Moro
La clase pol¨ªtica brasile?a ha quedado desmoronada, desprestigiada y perdida, sin un l¨ªder moderado capaz de reunificar a las fuerzas m¨¢s sanas
Quien en un futuro escriba la historia actual de Brasil, tan convulsionada pol¨ªticamente y con las inc¨®gnitas que esconde este importante pa¨ªs de Am¨¦rica Latina, tendr¨¢ que recordar a dos personajes cuya fama ultrapas¨® sus fronteras. Si un d¨ªa el significado de Brasil en el mundo fueron Pel¨¦ y Garrincha, la samba y la bossa nova, de esta ¨¦poca ser¨¢n recordados dos nombres ligados estrechamente a la historia del pa¨ªs: el expresidente Lula da Silva ¨Cel primer metal¨²rgico que lleg¨® al m¨¢s alto mando de la rep¨²blica¨C y el m¨ªtico exjuez de la Operaci¨®n Lava Jato, Sergio Moro, que conden¨® por corrupci¨®n a la flor y nata de la vida pol¨ªtica y empresarial del pa¨ªs, y desangr¨® al Partido de los Trabajadores, coraz¨®n de la izquierda moderada de Brasil.
Hoy, el destino ha querido que estos dos grandes personajes, que acapararon la atenci¨®n de los brasile?os durante lo que llevamos de siglo, hayan salido de escena. Sin ellos, la izquierda ha dejado de tener peso pol¨ªtico en el pa¨ªs y ambos empiezan a caer en el olvido. Lula, tras su experiencia en la c¨¢rcel, hoy libre y quiz¨¢ ma?ana absuelto de los cr¨ªmenes que se le imputaron, ya no ser¨¢ el mismo que organizaba grandes huelgas de trabajadores o visitaba a la Reina de Inglaterra en el Palacio Real.
Moro, que lleg¨® a ser el juez m¨¢s famoso del mundo y Lula, el presidente m¨¢s carism¨¢tico, son las estrellas brasile?as que m¨¢s brillaron en la historia reciente, tanto dentro como fuera del pa¨ªs. De repente, ambos han empezado a pasar al olvido. Lula porque siempre quedar¨¢ para muchos la idea de que el gran l¨ªder acab¨® corrompi¨¦ndose a s¨ª mismo y corrompiendo al Congreso para asegurarse el poder. Y Moro, porque su advenimiento como el ministro de Justicia del Gobierno nazifascista de Jair Bolsonaro le quem¨® las alas y dej¨® desnuda su sed de poder pol¨ªtico, corroborada por su ruidosa salida del cargo cuando vio que Bolsonaro era quien mandaba.
Hoy no se trata de buscar culpables ¨Cy tampoco es esa la potestad de este columnista¨C, sino de constatar que un Brasil sin Lula ni Moro y con la Lava Jato siendo desarticulada ya no es tan glorioso y luminoso como ayer. El pa¨ªs ha perdido peso y prestigio internacional al mismo tiempo que se desarticul¨® la convivencia pac¨ªfica, con sus inevitables secuelas econ¨®micas y sociales.
No existe ya el Brasil de Lula ni volver¨¢ a existir, ni siquiera si fuera absuelto de las acusaciones que le llevaron a la c¨¢rcel y que a¨²n podr¨ªan devolverle a detr¨¢s de las rejas, pues varios de sus procesos siguen a¨²n su curso. Ni existe, seg¨²n los expertos en pol¨ªtica, el Brasil de Moro, el nuevo Savonarola que parec¨ªa haber llegado para redimir a Brasil de sus pol¨ªticos corruptos. Aquel Moro, tentado seguramente por el demonio de la ambici¨®n pol¨ªtica, ha empezado a apagarse y a bajar en consenso tras haber dado la patada para salir disparado del Gobierno.
Y si es cierto que el Brasil de Lula y de Moro dentro de poco ser¨¢ olvidado, tambi¨¦n lo es el hecho de que estamos ante un nuevo Brasil m¨¢s l¨²gubre, con tintes fuertes de fascismo, imprevisible en su econom¨ªa y con grandes interrogantes sobre su futuro pol¨ªtico. La clase pol¨ªtica brasile?a ha quedado desmoronada, desprestigiada y perdida, sin encontrar un l¨ªder moderado capaz de reunificar a las fuerzas m¨¢s sanas para reemprender un camino de democratizaci¨®n despu¨¦s del hurac¨¢n autoritario en el que lo est¨¢ sumiendo el presidente Bolsonaro, que camina sin norte, si es que siquiera sabe por donde camina.
Basta el ¨²ltimo bot¨®n de muestra para descubrir la absurdidad de este Gobierno. Un presidente que confiesa en p¨²blico que la ense?anza en Brasil ¡°es horrible¡±, olvid¨¢ndose que en menos de dos a?os de mandato ya han desfilado tres ministros de Educaci¨®n, cuya incompetencia ha sido tal que ¨¦l mismo se vio obligado a echarles. Uno comet¨ªa faltas de gram¨¢tica en sus escritos en las redes sociales. Otro fue acusado de querer cambiar en los libros de historia la experiencia de la dictadura y dijo que los brasile?os se comportaban como can¨ªbales en el exterior robando objetos en los hoteles. Un tercero hab¨ªa anunciado con soltura que los 11 magistrados del Supremo deber¨ªan ¡°ser fusilados¡±, y se divert¨ªa burl¨¢ndose de c¨®mo los chinos pronunciaban el portugu¨¦s, revelando una gran insensibilidad en materia de pol¨ªtica exterior. El tercero ni siquiera tom¨® posesi¨®n al haberse descubierto que hab¨ªa falseado su curr¨ªculo, invent¨¢ndose un doctorado y posdoctorado que nunca hab¨ªan existido. Ahora estamos a la espera de uno nuevo. ?Ser¨¢ horrible la ense?anza o lo han sido los ministros escogidos por el presidente?
No menos espantosa fue la experiencia con el ministerio de Cultura, un tema de tanta importancia en Brasil. Bolsonaro rebaj¨® el ministerio a simple secretar¨ªa, y por su mando ya han pasado cinco personajes, uno m¨¢s estramb¨®tico que otro. Uno de ellos lleg¨® a citar a Joseph Goebbels, ide¨®logo de la propaganda nazi.
La mejor fotograf¨ªa de un Brasil actual, dominado por una ultraderecha inculta que ha acabado renegando de todas sus banderas electorales y que con la excusa de acabar con la izquierda ha terminado copiando sus peores vicios, est¨¢ siendo la desastrosa gesti¨®n de la pandemia, una de las m¨¢s virulentas del mundo. Y por si no fuera poco con los cambios en los ministerios mencionados, Sanidad ya tuvo tres ministros a cargo. El actual es un militar sin experiencia en la materia que ha retirado a los expertos para llenar el ministerio de uniformados.
El de Bolsonaro es un Gobierno que se ha unido en el Parlamento a la peor derecha, la m¨¢s corrupta y rancia, usando los viejos pecados de la izquierda de Lula de ¡°comprar¡± a los congresistas con cargos y prebendas. Por ello, las elecciones de 2022 ya est¨¢n en la calle. Unos comicios a los que un Lula desgastado ya ha dicho que ni aun pudiendo (que por ahora no podr¨ªa) desea presentarse, y para los que Bolsonaro est¨¢ vendiendo su alma para poder reelegirse. Mientras tanto, Moro lucha por entrar en la liza. Estas elecciones ser¨¢n definitivas para saber qu¨¦ camino tomar¨¢ el gigante americano y cual podr¨¢ ser su futuro pol¨ªtico.
Mientras tanto, Brasil se va desangrando. Pero como los brasile?os no son fatalistas sino vitalistas que no renuncian a la vida y a sus peque?as o grandes felicidades encontrar¨¢n una salida, quiz¨¢s inesperada, a los atropellos democr¨¢ticos y al oscurantismo cultural al que lo est¨¢ arrastrando un gobierno militarizado, incapaz de gobernar, que sue?a hasta despierto con las armas y que se alimenta de incompetencias, miedos, odios y amenazas de sables.
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