Verde y digital
Resulta imperativo vigilar los detalles y la eficacia de las ayudas a las empresas
El Gobierno de coalici¨®n de Pedro S¨¢nchez ha optado, con buen criterio pol¨ªtico, por la expansi¨®n de la liquidez a las empresas mediante avales y cr¨¦ditos, el aumento del gasto social y el apoyo al capital de las empresas estrat¨¦gicas. Acaba de aprobar un programa de ampliaci¨®n de avales de 40.000 millones, cuyo destino preferente consiste en favorecer la transformaci¨®n digital y ecol¨®gica de las empresas. Las intenciones son buenas. Pero hay lugar para la duda. La digitalizaci¨®n es una de las escasas v¨ªas que tienen las empresas espa?olas para mejorar su rentabilidad en un mercado global muy competitivo. Y el acceso a las inversiones en transici¨®n energ¨¦tica es uno de los caminos m¨¢s seguros para que ocupen posiciones tecnol¨®gicas avanzadas en el futuro.
La cuesti¨®n es si un programa de avales es la mejor forma de abordar un cambio estructural en las empresas. M¨¢s bien debe entenderse que el nuevo plan es una extensi¨®n del programa de 100.000 millones de euros de marzo. Y que se ha aprovechado la oportunidad para reclamar m¨¢s atenci¨®n a la econom¨ªa digital y verde. La transici¨®n energ¨¦tica puede ser, si se gestiona bien, el puente hacia una econom¨ªa m¨¢s competitiva, menos sucia y con una aportaci¨®n tecnol¨®gica nacional importante. La llamada ¡°econom¨ªa verde¡± tiene que entrar en la carrera por suministrar empleos de calidad, resistentes a los embates de las crisis del futuro. Pero hay que orientar el esfuerzo en atraer inversiones y en formar t¨¦cnicos. No es un plan de salvaci¨®n el lugar adecuado para encarar una transici¨®n radical de la energ¨ªa y de la competitividad de los productos espa?oles, sino el desarrollo ordenado del Plan de Transici¨®n que ya est¨¢ en marcha.
El Gobierno tom¨® el viernes otra decisi¨®n relevante, la de seguir la l¨ªnea pragm¨¢tica marcada por otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea y destinar 10.000 millones de euros, gestionados por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), a reforzar el capital de las empresas estrat¨¦gicas espa?olas afectadas por la par¨¢lisis de la econom¨ªa. Se trata de proteger la solvencia de empresas situadas en las encrucijadas sectoriales donde est¨¢n en riesgo la viabilidad y muchos empleos. No es casualidad que las aerol¨ªneas nacionales sean los objetivos preferentes de las ayudas nacionales al capital. El cierre de las fronteras y la desaparici¨®n en la pr¨¢ctica de los viajes han da?ado dos de los ejes fundamentales de la globalizaci¨®n, el transporte a¨¦reo y el turismo. Hay instrumentos suficientes para articular esta protecci¨®n, desde los cr¨¦ditos participativos a la deuda subordinada.
Dicho lo cual, no todo puede justificarse con un proteccionismo financiero de emergencia; la necesidad y la oportunidad son ciertas, pero el ¨¦xito y la calidad de la gesti¨®n est¨¢n en los detalles. Las ayudas al capital no pueden imponerse; en este sentido, es acertado que solo se concedan a petici¨®n de la propia empresa. La situaci¨®n accionarial de Iberia, por poner el ejemplo en el que casi todo el mundo piensa, es diferente de la de otras empresas, aunque no sea m¨¢s que por el hecho de que forma parte de un holding plurinacional. La participaci¨®n tiene que ser temporal, sujeta a condiciones transparentes y, por supuesto, objeto de un debate en Europa sobre las ventajas que obtienen las antiguas l¨ªneas de bandera respecto a sus competidoras.
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