Reencuentro
Si despu¨¦s de muchos a?os un d¨ªa regresas al mar de tu infancia tienes que saber que ese mar no te ha olvidado
Si despu¨¦s de muchos a?os un d¨ªa regresas al mar de tu infancia tienes que saber que ese mar no te ha olvidado. Como un espejo familiar que guardara en su azogue toda la evoluci¨®n de tu rostro a lo largo de la vida, as¨ª es el mar, una forma sustancial, siempre igual, siempre distinta, que se confunde con tu conciencia cuando lo contemplas sentado en el muelle de la bah¨ªa, como canta Otis Redding. Eres ese ni?o que ahora levanta los mismos castillos en la arena y llora al verlos una y otra vez derribados sin saber que esa es la primera lecci¨®n de la historia. Eres ese chaval que bracea con furia contra todo el mar en una pelea muy dura como si nadar fuera una moral. Est¨¢ todav¨ªa en esa playa aquella vanidad de un cuerpo juvenil insolente que te hac¨ªa sentir inmortal como los caballos que piafaban entre el oleaje, que al romper contra su cuerpo, los llenaba de espuma. ¡°Hombre libre, siempre amar¨¢s el mar¡±, dice un verso de Baudelaire. En aquellos tiempos de la dictadura solo el mar era la libertad. Recuerdas aquella ma?ana en la playa en que sonaba el campanil del oratorio llamando a los feligreses a misa. Fue la vez en que decidiste que el mar, entonces tan limpio, tan azul, tambi¨¦n era un dios verdadero con aroma a salitre y abrazarse a ¨¦l bajo la luz del mediod¨ªa era un acto m¨¢s religioso que arrodillarse ante un confesor que te amenazaba con el infierno en medio de la gloria del verano. Despu¨¦s de tantos a?os, por muchas vueltas que hayas dado por el mundo, ese mar siempre te tendr¨¢ en su memoria y pese a todas tus ca¨ªdas nunca te va a condenar. Al final del confinamiento a causa de la peste en el reencuentro con el mar de tu ni?ez, sentado en el muelle de la bah¨ªa, ves ahora un nav¨ªo que se aleja. Como parte de su carga puede que se lleve el recuerdo de aquella lejana felicidad y la moral de la lucha en una guerra de antemano perdida.
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