Defina su prop¨®sito, se?or
La Monarqu¨ªa constitucional en Espa?a debe recuperar una narrativa de utilidad, si verdaderamente quiere garantizar su continuidad
Todo lo que se intu¨ªa y ahora se est¨¢ sabiendo sobre el comportamiento de Juan Carlos I hace dif¨ªcil imaginar cualquier hip¨®tesis que permita salvar su persona del repudio p¨²blico. No tiene demasiada importancia centrar la atenci¨®n en si la inviolabilidad o la prescripci¨®n podr¨¢n evitar una causa penal contra ¨¦l en Espa?a. La realidad es que, m¨¢s all¨¢ de cu¨¢l vaya a ser finalmente su situaci¨®n procesal, su figura institucional ha quedado ensuciada, y proyecta sombras sobre una etapa de nuestro pa¨ªs que muchos reivindican insistentemente como mod¨¦lica. No quiero ahora centrar la atenci¨®n sobre una situaci¨®n que est¨¢ meridianamente clara. Deseo, no obstante, que se ofrezca al caso la respuesta apropiada y con la celeridad que reclama su gravedad. Solo as¨ª las instituciones podr¨¢n seguir reivindicando para s¨ª el respeto de los ciudadanos.
M¨¢s all¨¢ de lo expuesto, me parece m¨¢s interesante en un momento cr¨ªtico como este precisar la importancia que para la Corona tiene centrarse ahora en definir y trasladar a todos los ciudadanos su verdadera raz¨®n de ser. No me refiero a una ret¨®rica sobre sus funciones, que puede resultar ociosa. Hablo del prop¨®sito que lleva a Felipe VI a querer seguir siendo el Rey de todos los espa?oles. La monarqu¨ªa constitucional en Espa?a debe recuperar una narrativa de utilidad si quiere garantizar su continuidad. Este es el verdadero desaf¨ªo que tiene el Rey, a la vista de la situaci¨®n comprometida por la que atraviesa la Corona. Definir su propio proyecto le va a exigir una dosis mayor de audacia. Por supuesto, no faltar¨¢ quien pretenda proteger a la Corona advirtiendo del riesgo de desestabilizaci¨®n del sistema o, incluso, apelando al hecho de que cualquier alternativa puede ser peor. Quien enfoca as¨ª la situaci¨®n, aunque tenga raz¨®n en alertar sobre las imprevisibles consecuencias, en realidad responde a una l¨®gica temerosa que ¨²nicamente contribuir¨¢ a precipitar los acontecimientos. ?Alguien puede aceptar en su mejor defensa constituirse en la menos mala de las opciones posibles? Se trata de un argumento d¨¦bil para la sostenibilidad de una instituci¨®n con fragilidades evidentes.
El rey Felipe tiene todav¨ªa la oportunidad de tomar la iniciativa y presentar a la monarqu¨ªa constitucional como el mejor sistema para Espa?a, siempre que dote a esta afirmaci¨®n de sentido real para, a continuaci¨®n, solicitar la renovaci¨®n de la confianza de los espa?oles con f¨®rmulas democr¨¢ticas robustas. La Corona no dispone de mucho tiempo y todo invita a pensar que seguir¨¢ siendo un tiempo muy convulso para la familia y la instituci¨®n. Tampoco hay demasiadas evidencias que permitan pensar que la Casa Real, como administraci¨®n, est¨¦ preparada para afrontar este tipo de desaf¨ªos, acostumbrada m¨¢s bien a que otros act¨²en por ella. M¨¢s all¨¢ de la incertidumbre que pueda generar, la realidad es que no imagino otra f¨®rmula posible, si lo que se desea es apuntalar su continuidad.
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