Panera
Paloma D¨ªaz-Mas verbaliza con gracia esa sabidur¨ªa de ojos de rayos X que hace visibles nuestras contradicciones ante los alimentos
En casa discutimos por el pan. A mi marido le gusta el pan de Valladolid y yo prefiero el gallego. M¨¢s all¨¢ de discrepancias de morro fino, hablamos poco del pan, los cultivos y trabajos en que se basa nuestra alimentaci¨®n. Nos preocupa lo micro ¡ªgrasas, gluten, lactosa. Pero se nos olvida lo macro¡ª, y las redes que tejen unas cosas y otras para permitirnos entender la realidad. Se nos olvidan la espiga, la vaca y las insalubres condiciones laborales de temporeros y temporeras de la fruta. Deber¨ªamos dar las gracias a quienes nos cuidan y nos alimentan con sus esfuerzos en invernaderos y fogones. Ignoramos c¨®mo funciona una olla expr¨¦s y la ley f¨ªsica que dio lugar a la m¨¢quina de vapor. Estas reflexiones provienen de un libro maravilloso: El pan que como (Anagrama), de Paloma D¨ªaz-Mas. La autora se sit¨²a frente a un cocido y recuerda su vida del siglo XX instalada en el XXI. Un cocido son garbanzos, carnes, verduras, pero tambi¨¦n modos de cocci¨®n, instrumentos, recipientes, el vino que lo acompa?a y la vid que se cultiv¨® de una determinada forma, las maneras de comerlo, su significado en una relaci¨®n amorosa¡ La autobiograf¨ªa se mezcla con lo agropecuario, industrial, gastron¨®mico, antropol¨®gico, religioso, etimol¨®gico ¡ªde d¨®nde proceden expresiones como ¡°lentejas viudas¡±¡ª, f¨ªsico, qu¨ªmico, geogr¨¢fico y literario¡ D¨ªaz-Mas, mirando la mesa puesta, verbaliza con gracia esa sabidur¨ªa de ojos de rayos X que hace visibles nuestras contradicciones: animalismo y naturaleza omn¨ªvora; desperdicio de alimentos y sacrificios para nada; la comida como espect¨¢culo y entretenimiento infantil ¡ª?guerra de comida!¡ª y aquellos tiempos en que te dec¨ªan que con las cosas de comer no se juega; la ostentaci¨®n gastron¨®mica, La grande bouffe suicida de Ferreri y el reverso oscuro de la anorexia frente a las colas del hambre que D¨ªaz-Mas no menciona ¡ªestaban por llegar¡ª, pero surgen ante cualquier rev¨¦s: nuestro sistema econ¨®mico coloca sobre el precipicio a mucha gente, fun¨¢mbula y son¨¢mbula, habitantes de una quebradiza fantas¨ªa futurista en la que hemos olvidado hablar del pan, la sal y el salario, causas y efectos, or¨ªgenes de una tecnolog¨ªa que es sacramental porque no entendemos los procesos de los que nace o las explotaciones que conlleva¡
El pan que como tiene distintos de niveles de interpretaci¨®n. Yo lo pondr¨ªa de lectura obligatoria en los centros p¨²blicos de ense?anza. En la ense?anza hay una parte de di¨¢logo, pero otra tiene que ver con las imposiciones. Edulcoradas p¨ªldoras de violencia que nunca deber¨ªan traducirse en golpe o insulto. No seamos carcas, pero tampoco hagamos demagogia: nos va mal la demagogia, sobre todo, cuando pensamos en una educaci¨®n asentada en conocimientos previos que hay que compartir comunitariamente para forjar convivencia. Eso est¨¢ en este enciclop¨¦dico relato de vida que, adem¨¢s, desencadena procesos cognitivos: un cocido desata la interdisciplinariedad y muestra por qu¨¦ el conocimiento es ¨²til. El pedagogo ?ngel Llorca habr¨ªa usado El pan que como en el colegio Cervantes. Pero Llorca fue depurado por el franquismo y su avanzado modelo pedag¨®gico se sustituy¨® por el Dios te salve, Mar¨ªa, la formaci¨®n del esp¨ªritu nacional y la util¨ªsima lista de Recesvintos. Hay que leer a D¨ªaz-Mas para que no nos obliguen de nuevo a usar pololos en la clase de gimnasia y entendamos que si p, entonces q.
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