C¨®mo desaprovechar 140.000 millones
En qu¨¦ y c¨®mo se invierta el fondo europeo determinar¨¢ el futuro de las generaciones actuales y las venideras
Tras cuatro d¨ªas con la respiraci¨®n contenida, en la madrugada del martes vio la luz el gran acuerdo europeo. Un salto hist¨®rico que, como los anteriores, arroja luces y sombras, matices y curvas en esa sinuosa carretera por la que discurre la construcci¨®n de la UE. Estados demandantes frente a reticentes, mutualizaci¨®n de la deuda a cambio de mayor intergubernamentalidad, pero como tel¨®n de fondo, las lecciones aprendidas de las pol¨ªticas de austeridad aplicadas tras la Gran Recesi¨®n que tanto sufrimiento causaron. Probablemente sea este ¨²ltimo, a largo plazo, el elemento m¨¢s trascendente de todos los que componen el acuerdo.
A Espa?a le corresponder¨¢n del orden de 140.000 millones de euros, ¡ªaproximadamente el 11% de nuestro PIB¡ª en seis a?os. En qu¨¦ y c¨®mo se inviertan determinar¨¢ el futuro de las generaciones actuales y las venideras. Existe un enorme riesgo al que tendr¨¢n que hacer frente quienes decidan la utilizaci¨®n de estos fondos y que puede ensombrecer tanto el ¡°qu¨¦¡± como el ¡°c¨®mo¡±; es decir, a qu¨¦ se destinan los fondos y c¨®mo se toma tal decisi¨®n. Ese riesgo no es otro que la inercia, una poderosa fuerza que lleva a mantener las cosas como est¨¢n porque siempre han sido as¨ª o porque no se alcanza a imaginarlas de otra manera. Si se impone, los fondos comunitarios servir¨¢n para echar una mano a sectores que lo est¨¢n pasando mal sin plantear a la par las reformas necesarias para garantizar que se conviertan en actividades de futuro. Ser¨¢n ayudas bienvenidas porque no exigir¨¢n nada a cambio, no supondr¨¢n esfuerzos adicionales de mejora, de innovaci¨®n ni de mayores exigencias sociales, ambientales o de excelencia en la gesti¨®n, pero ser¨¢n un posible pan para hoy y un hambre garantizado para ma?ana.
La inercia puede operar tambi¨¦n sobre el procedimiento para decidir el destino de esos fondos. En este caso, adem¨¢s, con malos compa?eros de viaje como son la prisa, la rigidez administrativa, o un concepto estrecho de la idea de gobierno muy alejado de la famosa gobernanza. Si se apoderara del proceso, las decisiones se tomar¨ªan desde una ¨²nica perspectiva, contando con los actores tradicionales de cada sector, y dejando poco margen para la innovaci¨®n. El sistema quedar¨ªa as¨ª sometido al vaiv¨¦n de la habitual disputa pol¨ªtica, muy lejos del gran pacto de pa¨ªs que se necesita.
Si algo de esto ocurriera, se estar¨ªa desaprovechando una ocasi¨®n de oro de construir un pa¨ªs resiliente preparado para encarar el futuro. Se olvidar¨ªan las transiciones pendientes e ineludibles ¡ªla ecol¨®gica, la tecnol¨®gica, pero tambi¨¦n la educativa, social y fiscal¡ª. Y se acabar¨ªa obviando y excluyendo todo un rico capital social e intelectual que hoy mira con esperanza esta oportunidad. Si se quieren desperdiciar 140.000 millones y una oportunidad hist¨®rica, lo mejor ser¨¢ hacer caso a la inercia. Lo contrario es la innovaci¨®n y la transformaci¨®n, palabras clave del acuerdo.
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